reportaje

Guinea Bisáu a través del diario de un ejidense

  • 'Diario de Mandjaco' verá la luz a principios de 2017

  • Se puede colaborar con una cooperativa local africana a través de la web 'vkm.is/mandjaco

Jorge Fornieles Álvarez es un ejidense que estudiaba Bellas Artes cuando, en Zaragoza, se cruzó por su camino un programa de voluntariado Europeo que cambiaría su vida. Gracias a la Diputación de Almería, logró participar durante un mes en la programación de un festival de cine en Bulgaria. La experiencia fue tan positiva que no dejó de indagar hasta dar con otro proyecto que, esta vez, le llevaría al continente africano del que tanto dice haber aprendido hasta el punto de plasmarlo en un libro que está a punto de ver la luz.

De esta forma, dio con un proyecto que se desarrollaría en Guinea Bisáu, esta vez encaminado al medio audiovisual que ya había despertado su interés. De la mano de la organización extremeña 'Cerujovi', en 2013, se embarcó junto con otras dos voluntarias, en una iniciativa donde su principal reto sería hacer labores de apoyo para una televisión y radio comunitarias en una cooperativa agropecuaria.

Los seis meses que Jorge pasó allí no dejó de aprender y vivir anécdotas. Llegó de noche, en plena estación de lluvia y sin electricidad. El cansancio podía con él y reconoce que se encontró lo que esperaba: un país pobre, pero muy acogedor. Pasó ese medio año en Canchungo conociendo su asombrosa cultura mandjaca y sus rituales animistas, descubriendo la increíble belleza de la región. Allí comenzó a plasmar sus vivencias en una red social, en un grupo al que sólo tenían acceso sus allegados y que, sin embargo, se convirtieron en los mejores fans de un incipiente escritor, que no era consciente de serlo.

Entre sus anécdotas está la cara de sorpresa, e incluso el llanto, de algunos niños de los pueblos más recónditos, cuando veían un rostro blanco. "Hay sitios donde pueden acceder a la televisión, pero no en sus casas y muchos de esos niños nunca habían visto a una persona blanca por lo cual se asustaban de lo nuevo", dijo.

Luego descubrió como la comunidad acoge a todo el mundo. "Si hay una persona con problemas mentales, buena parte de la población lo ve como la posesión de un espíritu. No lo ven como un enfermo, no los tienen apartados sino que son útiles para la sociedad. Todo esto te abre la mente. Te ayuda a relativizar", explicó Jorge al Diario de Almería.

Vivencias como estas se plasman en 'Diario de Mandjaco', donde se recogen esos relatos que empezó a escribir para los más allegados ya que, en Guinea Bisáu, no tenía teléfono. Ese hilo comunicador se terminó convirtiendo en un libro de más de 300 páginas para cuya edición, Jorge Fornieles inició una campaña de crowdfunding que ya ha cumplidos sus objetivos. Es decir, este ejidense ya cuenta con los fondos necesarios para que su libro se publique (previsiblemente a principios del próximo año) pero la campaña continúa en marcha aún hasta el 3 de diciembre. "Todo lo recaudado por encima de la cantidad que necesitaba para editar el libro se destinará a cooperativa local en la que trabajé", indicó este ejidense. Estas colaboraciones pueden llegar a través de http://vkm.is/mandjaco.

En noviembre de 2015, volvió con otro proyecto de cooperación internacional para gestionar un orfanato en la capital con el objetivo de renovar su material y crear un fondo sanitario para esos más de 40 niños que no tenían un perfil médico en un país donde el sistema es privado. De esta etapa, le llamó la atención "que hay pocos niños huérfanos porque existe otro concepto de familia y son acogidos por la comunidad". Sobre todo, Jorge destaca la alegría con la que viven, al margen de su precaria situación económica y, además, insiste en que en los meses que estuvo allí no dejaba de animar a los jóvenes a no emigrar a Europa. "Hay pueblos en los que se hace un fondo común para que una persona pueda emigrar y el triunfo o el fracaso de esa persona se vive, además, como el de toda la comunidad", afirmó. Una curiosidad sobre esto la encontró en otro pueblo perdido donde la cobertura sólo llegaba junto a un gran árbol donde los vecinos hacían guardia junto al teléfono para contestar a ese vecino emigrante que llamaba una vez al mes.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios