Arquitectura religiosa. Dos nombres propios destacan en el historial del inmueble: Enrique López Rull y la velezana Dolores Rodríguez Sopeña, receptora y responsable de las Damas Catequistas

Calle Reyes Católicos (II)

  • La iglesia de la Sagrada Familia

Un antes y un después se repite como un “mantra” en cuantas ocasiones abordamos el desarrollo urbanístico decimonónico, el RealDecreto que autorizó el derribo de las murallas otrora defensivas y que posibilitó el desarrollo de la ciudad hacia el Este, ganándole terreno a la Vega. Tras la petición vecinal en 1848 -apoyada por el Ayuntamiento- solo faltaba el “placet” del capitán general del Distrito Militar, bajo cuya potestad estaban. Para ello argumentaron razones higiénico-sanitarias, el aumento de la riqueza urbana y que “el establecimiento de una mayor relación entre las dos partes (habitantes intra y a extramuros) favorecería las buenas costumbres”. Una doble población comunicada por cuatro puertas principales: de Purchena (Pechina), del Sol o de laVega, de laMar ydel Socorro o Sortida. Finalmente, el 26 demayo de 1855 la reina Isabel II firmó el R.D. de demolición.

Nuestra calle formaba parte del Vergel o Huerta del Sol, entre el lienzomurado que desde el Paseo se retranqueaba hacia Santo Domingo y la Rambla (Avda. FedericoGarcía Lorca), aún no encauzada ni alineada. Tras superar cierta controversia inicial, en enero de 1860 (AMAL, legajo 316 y posteriores) salió adelante el proyecto del arquitecto provincial, José Marín Baldó, de prolongar el Paseo en rectitud hasta elmar. El terreno quedó sujeto a la planificación del sector, con la RR.CC. como eje transversal a Navarro Rodrigo,MéndezNúñez yRueda López, dentro del diseño demanzanas de viviendas a construir en el ensanche liberado. El perímetroedificable –propiedad en su mayoría del todopoderoso Ramón Orozco- fue peritado por elmaestro de obras Luis Salute (la hoy calle Jesús de Perceval honró antes sumemoria), con un precio de entre 15 y 20 reales la vara cuadrada una vez demolidas las casitas que salpicaban el paisaje; solares revalorizados considerablemente alabrirse elMercado Central.

La iglesia de la Sagrada Familia –bendecida enmarzo de 1903- es su edificio más emblemático y, paradójicamente, elmenos explicado. Conocido coloquialmente por san Nicolás, hasta hace dos lustros cada lunes era visitado por numerosos almerienses en demanda de variopintas peticiones y promesas. En su gestación y resultado final –al que regresaremos el domingo próximo- destacan dos nombres propios:DoloresRodríguez Sopeña (en calidad de receptora y responsable de lasDamasCatequistas) y Enrique LópezRull; a quienes dedicamos las siguientes y resumidas semblanzas.

Antes cabe señalar que a pesar de la pátina de antigüedad y belleza neobarroca, autoría constructiva y decorativa o razones socio religiosas, no figura (ni tiene incoado expediente) entre el patrimonioconsiderado Bien de Interés Cultural por la Junta deAndalucía. Sí se incluye en el Catálogo de Bienes Protegidos (2-53) del vigente PGOU municipal, aunque tal como sucede en numerosas fichas los errores son ostensibles: fecha de construcción, arquitecto y pintor-decorador. ¿Cuanta desidia?... ¿Por qué no los corrigen de una puñetera vez?

PROTAGONISTAS

Hija deTomásRodríguez Sopeña, administradordelXIVmarquésde Los Vélez, Dolores nació en Vélez Rubio el 30 XII-1848 y falleció en Madrid el 10-I-1918. Posteriormente residió con su padre, de probada formación jurista, en pueblos de La Alpujarra hasta que en 1866 este vino a Almería como fiscal de la Audiencia. Un nuevodestino paterno la llevó a Puerto Rico yCuba, donde abrió escuelas de alfabetización para nativos.De regreso aMadrid, en 1877 contactó con el jesuita López Soldado, reemprendiendo su labor benefactora. A sugerencia del obispo Ciriaco Sancha, Dolores fundó su primera Asociación de Apostolado Seglar que pronto se extendiópor Andalucía, consolidando la Obrade lasDoctrinas.En1901 firmó el acta constitucional del Instituto de Damas Catequistas “Dolores Sopeña” y la Obra Social y Cultural “OSCUS”, las tres ramas que componen la Familia Sopeña en España, Italia y América. Beatificada por Juan Pablo II enmarzo de 2003, la Congregación para las Causas de los Santos corroboró “la curación milagrosa del obrero Victoriano Herrero Pérez, ocurrida en 1957”. La llamada “madre de los obreros” visitó Almería en 1901, sin reflejo en las prensa. Solo una desconsideradareseña en el BoletínDiocesano de ese año: “(…) Llegó al palacio episcopal doña Dolores Sopeña, una señora de voz varonil…“.

El arquitecto Enrique López Rull, hijo de un maestro cantero, nació en 1846 enOlula delRío, de donde vino a la capital a estudiar en su Instituto. Junto a Trinidad Cuartara y Langle Rubio forma el triunviratode grandes arquitectos almerienses delXIXy primeramitad del siglo XX, aunque por pereza investigadora o ignorancia repetidamente se omita. Viudo de Dolores Arnés, falleció octogenario el 21-VIII-1928 en su domicilio delBoulevard del Príncipe, sin dejar descendencia. Acabada la carrera en Madrid obtuvo plaza en Diputación, desplegando una intensa actividad. Con su hermano Guillermo adquirió La Constancia, fábrica de electricidad pionera en la capital, además de gestionar la traída del agua potable y su reddedistribucióndesde las fuentes de Alhadra. Sustituto puntual del arquitecto municipal, diseñó distintomobiliario callejero e impulsó el desarrollo urbanístico a levante y poniente, además de construir el antiguo Manicomio Provincial yMataderoMunicipal.

Durante el episcopado de JoséMªOrberá (1876-1886) se responsabilizó de las reparaciones o nuevas iglesias y casas parroquiales en la provincia. Su actividad en la capital fue asimismo intensa: iglesias de San Roque, San José, Sagrada Familia y San Antonio (anterior a la de Ciudad Jardín); asilo de las Hermanitas de los Pobres; conventos de las Siervas de María, Adoratrices, MaríaAuxiliadora y lamonumental Compañía deMaría. RestauróSan Pedro elViejo (SagradoCorazón), la fachada de losDominicos (con Cuartara) y el atrio de Los Perdones catedralicio. Todo apunta a que también en comandita con el anterior rediseñó el palacio episcopal y sualineacióncon las calles circundantes. De entre los inmuebles dedicados a espectáculos públicos cabe citar el teatroApolo y elmás rotundo e inteligentemente resuelto: el Cervantes y Círculo Mercantil e Industrial.

Igualmente con Cuartara firmó los planos de la centenaria plaza de toros. Finalmente, desde su estudio del Boulevard del Príncipe atendió encargos de mansiones lujosas o casas para obreros, de “puerta y ventana”: palacete de Emilio Pérez (sede de la Junta de Andalucía), en Puerta de Purchena, Paseo/plaza Circular/Rambla; barrios de LaMisericordia (Los Molinos) y La Caridad, etcétera. El olvidado López Rull simultaneó la titularidad en DiputaciónyObispado conel ejercicio privado y es artífice de buena parte de los inmuebles notables que aún se conservan en el paisaje urbano: de alta calidad constructiva, belleza ornamental y fuerte carga simbólica, referentes de la arquitectura almeriense practicada a caballo de los siglos XIX y XX.

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