turismo cultural

Museo del Cine, languidece sin nuevos atractivos

  • Cinco años después de su inauguración, este proyecto inacabado pierde visitas por una pobre oferta y dinamismo.

Museo  Casa del  Cine.

Museo Casa del Cine. / Rafael González

Prácticamente nada se ha avanzado desde que hace un lustro la rehabilitada Casa Romero abriera sus puertas como la Casa del Cine, la joya de la corona del anillo museístico que años antes planeaba el Ayuntamiento de la capital, con la intención -pretenciosa, puede decirse ahora a tenor de los resultados- de ofrecer unas instalaciones dedicadas al Séptimo Arte "únicas" en España, dedicadas a "fomentar la investigación, documentación, conservación y difusión de Almería como tierra de cine" y no solo un punto turístico que pierde, como grifo abierto, visitantes.

Con varios años de retraso sobre la fecha prevista inicialmente -verano de 2008-, la Casa del Cine fue inaugurada en 2011, dejándose en el camino elementos tan importantes para el cumplimiento de sus objetivos iniciales como el proyectado Centro Documental del Cine, dotado de una biblioteca con doce puestos de consulta, una oficina y un depósito-archivo, o el Salón de Actos de uso polivalente que serviría como auditorio de cine, conferencias y presentaciones.

Avatares presupuestarios se llevaron por delante las piezas básicas para lograr lo que se pretendía: crear un centro de referencia para la investigación cinematográfica de los filmes rodados en Almería y recuperar el patrimonio histórico-artístico y cultural cinematográfico con el aumento incluso de su proyección internacional.Tampoco se supo nada más de los usos complementarios del pabellón construido en la parte trasera, donde estaban la granja, graneros y almacenes de la antigua finca. "Los espacios polivalentes destinados a usos culturales como talleres o salas de reuniones para asociaciones solo acumulan suciedad y abandono", alertan desde el grupo Almería Cine, a quienes de la cafetería proyectada les resulta innecesario hablar, dado el "escaso volumen de visitantes" que se acercan por allí.

La pérdida de visitantes no debe achacarse a la ubicación, en el barrio de Villablanca, de este espacio el cual permanece inalterado cinco años después, salvo la pérdida de la palmera central del jardín y varios elementos sin arreglar, como la música, esencial para una sala dedicada a Lennon. El espacio expositivo, novedoso entonces por algunos de los avances que mostraba en el ámbito museográfico, ha quedado obsoleto como el 3D o el croma, que incluso más que sorprender provoca cierta hilaridad por el descuadre. "Ciertamente, es un recurso rápido y económico, que te soluciona un espacio, pero ya no... Es antiguo y, para colmo, solo ofertan dos imágenes y la resultante te deja la cabeza como flotando", comentan, sin otra motivación que la crítica constructiva y la puesta en valor de este museo que, "solo en unos pocos años no impresiona a casi nadie, y quedando más en evidencia aún el poco peso de la información histórica y cinematográfica que concentra"."Lo que ofrece el espacio museístico no atrae. Las visitas han caído en picado. Solo hay que darse una vuelta por allí de vez en cuando para comprobar la escasa demanda que hay de reservas y la pobre afluencia de visitantes. Eso sí -indican-, las estadísticas se maquillan cada año con las visitas guiadas gratuitas que se incluyen como una actividad más del Festival de Cine de Almería".

Lo poco que ha introducido el Ayuntamiento de nuevo, tampoco lo ha sabido rentabilizar, como la espada firmada por Arnold Schwarzenegger, el único objeto que, aún no siendo el original, ha sido tocado por el actor correspondiente (el poncho de Clint Eastwood es, por ejemplo, una réplica mala pese a que las venden exactas por Internet). "Lo han colocado en plan 'a ver dónde ponemos esto que nos tenemos que ir a comer'", mientras que el cartel de El Bárbaro carece de su letrero correspondiente.

Otra prueba más del involucionismo de este museo es la exposición de fotografías de Carlos de Paz, con la que se inauguró la Casa del Cine e ideada como una muestra temporal que, a día de hoy, no ha cambiado.

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