Almería

Profeta en su ciudad

  • El equipo de Santiago se queda huérfano y pierde a un referente del PSOE en Almería Comprendió que la política era un servicio público transitorio

Sin exotismos ni moderneces, sin esa elocuencia y verbosidad que caracteriza a los primeras espadas de grandes partidos en grandes ciudades, sin las estridencias de los compromisos insostenibles y las falsas promesas. Al abogado laboralista Martínez Cabrejas le bastó su honestidad, humildad y cercanía para convertirse en todo un referente político en la ciudad, el mejor reclamo que ha tenido en su historia el PSOE de Almería. Y es que Santi, como le llamaban los amigos y compañeros, ha sido el alcalde más querido por todos, el mejor pescador para el caladero de votos almeriense. Nacido en el municipio granadino de Padul en 1948 se licenció en Derecho por la Universidad de Sevilla, estancia que aprovechó para jugar al fútbol en el filial del Betis siendo un gran interior izquierdo que le pegaba con una prodigiosa zurda. Como su ideología, izquierda pura, esa de estar siempre con los que más lo necesitan. Era una persona con profundas convicciones, desde su juventud hasta el último suspiro. Nunca bajó la guardia en su lucha contra una larga enfermedad que finalmente ha perdido. Inició en su vuelta a la provincia una etapa profesional especializándose en lo laboral para el sindicato UGT antes de dar el salto a la política. Se afilió al PSOE de la mano de históricos como Diego López y de su íntimo amigo Juan Rojas para pasar a primera línea de combate en las elecciones que llegaron con la Transición. No ganó su primer embite en las urnas, la UCD que encabezaba otro abogado, Fausto Romero, logró un escaño más en el plenario, pero su alianza con el PCE y el PSA lo convirtieron en el primer alcalde de la democracia. Casi nadie lo esperaba. Almería era la provincia andaluza en la que el partido de Adolfo Suárez tenía mayor implantación y apoyo popular. En ese momento se inició la leyenda de Cabrejas, el alcalde invencible que supo con el tiempo ganarse incluso a sus rivales en las urnas. De hecho, Fausto Romero fue uno de sus mejores amigos en el incómodo mundo de la política, con el que compartía la afición de salir a pescar. En aquellos años en los que Almería despertaba a la democracia todas las decisiones fueron logros. Estaba casi todo por hacer. No había ni luz ni agua ni alcantarillado y Cabrejas hizo lo posible por garantizar que esos servicios, y otros tantos, llegaran a los barrios sin distinción, quería acabar con la brecha, el tiempo de las desigualdades quedó atrás. Su mandato se revalidó en las dos elecciones posteriores e incluso tuvo escaño en el Parlamento de Andalucía dos legislaturas. Hijo del barrio de la plaza de Toros, se mantuvo alejado de cualquier protagonismo y acabó cediendo el puesto a Fernando Martínez, que había sido su concejal de Cultura. Años más tarde, en 1999, volvió a encabezar la lista socialista, los mismos que lo habían invitado a dar un paso atrás sabían que era sinónimo de victoria. Y así fue. Ganó en coalición con IU. Pero su mayor conquista siempre fue más allá de las urnas. Con humanidad y cercanía consiguió lo que pocos logran, ser profeta en su ciudad.

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