Almería

Una boda de buenas pulgas

  • Distintos personajes, canciones y juegos en la Sala B

Recibir una invitación de boda en el momento de entrar al Auditorio Municipal es el primer paso para acudir a un enlace matrimonial muy especial. El piojo y la pulga se casan, y les toca preparar todos los preparativos: buscar a los padrinos, la comida, la música... La Sala B acogió esta representación a cargo La Gotera de la Azotea.

La boda de la pulga y el piojo es el nombre de una representación que destaca por hacer partícipe a los niños de la obra. Juegos y canciones se celebraron para organizar la mejor ceremonia que podían tener los dos protagonistas.

Eva Serna y Juan Manuel Benito fueron los dos intérpretes encargados de cantar, tocar instrumentos y manipular a los títeres que salieron durante toda la representación.

Además de las butacas típicas de la Sala B del Auditorio, los niños se sentaron en almohadas y los actores comenzaron la representación con un juego de palabras.

Un carro se ubicaba en el centro de la escena y se convirtió en el lugar donde se iba a conmemorar el enlace matrimonial. Una pantalla se puso en la parte superior para mostrar a los diferentes personajes que iban saliendo para organizar los preparativos de la boda de la pulga y el piojo.

En el momento que sacaron los intérpretes la invitación de boda, los niños corrieron hacia sus padres para pedírsela y así certificar que estaban invitados a la ceremonia.

Los actores sacaron distintos personajes para la boda como el padrino que era un ratón y la madrina que estaba representada por una lechuza. El vino lo trajo el mosquito, la carne la llevó el lobo y el lagarto era el juez que oficiaría la ceremonia.

Con una armónica y una guitarra, Benito ofreció la música y Serna puso la voz. Los niños cantaron al son de la música y los juegos comenzaron a producirse. Repetición de gestos y acertar distintos dibujos son algunas de las actividades que propusieron los dos actores.

La canción del fantasma fue el siguiente tema que se interpretaron junto a los niños. Los padres también se lo pasaron bien, todos aplaudieron y cantaron con una amplia sonrisa en su cara. Fue una boda extraña, pero feliz.

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