un matrimonio motero Antonio y Vanesa celebran un enlace singular en la Iglesia 'La Casa del Alfarero'

Una boda evangélica sobre ruedas

  • Las chupas de cuero y el rugir de las Harleys acompañaron en todo momento a los protagonistas del día. Marido y mujer estuvieron abrigados por los motores que no dejaron de sonar y por un sinfín de tatuajes

Un acontecimiento atípico sorprendió a los almerienses al ver a un grupo de moteros de Harleys escoltaban a un hombre vestido de novio. A las seis de la tarde abrieron gas en la calle Conde Ofalia hacia la Iglesia Evangelista 'La Casa del Alfarero', donde los invitados esperaban la llegada de los novios.

Antonio y Vanesa, de 33 y 30 años respectivamente, se conocían dese hace un par de años pero fue en la Noche Vieja del 2006 cuando comenzaron como novios. El cambio de calendario dio comienzo a una nueva pareja de enamorados que, tras un año y medio de relación, han decidido casarse, dando así el paso necesario para afianzar su compromiso de amor.

Antonio, motero y propietario del kiosco de la Avenida de la Estación, esperaba en la Iglesia, impaciente la llegada de Vanesa, la novia. Espera que duró casi una hora. El retraso lo vivieron de diferente manera, los familiares, a quienes los segundos parecían no avanzar, con preocupación y los amigos del novio, los moteros, mataban el tiempo con la lata de cerveza en la mano. El flamenco por parte de la novia y por el novio las chupas de cuero, los pañuelos en la cabeza, el rugir de los motores y los tatuajes que cubrían casi la totalidad de los brazos de los reyes de la carretera hicieron de una ceremonia tradicional, un encuentro poco común entre unas culturas tan dispares. Alberto Maldonado, Pastor de la Iglesia Evangélica, auspició una ceremonia en la que la felicidad y la ilusión envolvía tanto a los novios como a los asistentes. Los amigos del novio bajo su bigote escondían sonrisas de felicidad por el protagonista del día. Escuchando las palabras del Pastor, Antonio y Vanesa intercambiaban cómplices miradas y sonrisas de felicidad.

El momento romántico llegó a su máxima expresión cuando se dirigió a Antonio "significas mucho en mi vida. Gracias por aparecer y hacerme la mujer más feliz del mundo", le confesó Vanesa antes de cantarle una canción en la que se repetía "nunca creí que amaría así". Tras jurarse amor eterno e intercambiar alianzas llegó el momento del beso con el que sellaron las promesas de amor, fidelidad y comprensión de ambos. A la salida de la Iglesia familiares y amigos, moteros y cristianos, esperaban al iniciado matrimonio al que recibieron con una lluvia de besos y arroz.

La fiesta continuó en el hotel Elba, al que se dirigieron en un coche como el que sale en la película The Blue Brothers seguidos de un séquito de motos y coches que no dejaban de hacer sonar las bocinas hasta llegar al hotel.

Hoy se marchan a Egipto, famoso por las pirámides, la gran esfinge, o los templos de Karnak y el Valle de los Reyes. Conocido por su historia antigua, recoge los primeros paseos de un nuevo matrimonio.

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