Nació en La Raya (Murcia) hace 84 años, creció rodeado de agentes de la Guardia Civil porque su padre era teniente y comenzó a trabajar en el Cuerpo desde muy joven, en 1944, donde ingresó en la academia de Fuenterrabía de Guipúzcoa. Su familia se trasladó a Madrid de donde tuvieron que marcharse tras acabar la Guerra Civil en España. En su barrio había ataques diarios y murió su hermano con sólo 20 años. Vivió multitud de experiencias en diferentes lugares de la provincia y fuera de ella. Así, José Sánchez Cánovas, uno de los subtenientes más antiguos, será uno de los protagonistas del 164º Aniversario de la Fundación del Cuerpo que se celebra hoy, a las 12:30 horas, en el Auditorio Municipal Maestro Padilla de Almería.
Su trayectoria en el Cuerpo ha sido fructífera en cuanto a anécdotas que contar. Sánchez fue uno de los agentes de la Guardia Civil que acudió al Incidente de Palomares. Sucedió en 1966 cuando colisionaron dos aviones estadounidenses y cayeron cuatro bombas de las que dos de ellas explotaron, una quedó intacta y la otra desapareció durante unos meses. "Venía por la carretera de Pulpí en una moto con sidecar, con un compañero del Cuerpo y vimos chocar dos aviones en el cielo. Era curioso que los americanos llevaran careta incluso para comer y nosotros íbamos a cara descubierta. Sólo se la quitaban cuando iban muy borrachos. Nos sorprendía lo mucho que les gustaban los tomates y el vino. Después de tanto beber y comer se quedaban dormidos encima de la bomba que estaba rajada", explica Sánchez.
Sus comienzos fueron duros cuando lo destinaron a El Plomo de Aguamarga: "Me tenía que despertar a las tres y media de la madrugada y andaba cerca de doce kilómetros. Había una rambla que la llamaban La Sepultura por la gente que había muerto allí".
Sánchez estuvo destinado en muchos lugares de la provincia y fuera de ella, por orden serían: "En la Academia de Fuenterrabía durante tres meses, El Plomo de Aguamarga, Murcia, Cartagena, El Padul, Castillo de Baños, Mesa Roldán, Cantoria, Oria, Terreros, Cuevas del Almanzora, La Herradura de Granada y Gérgal donde me jubilé en 1976".
Gracias a su trabajo en Aguamarga conoció a su mujer, María Caparrós: "En aquella época tan sólo pesaba 52 kilos por el hambre que pasaba. En la zona se comentaba que tenía tuberculosis por lo delgado que estaba y ella para que engordara me daba comida". Sánchez tuvo cuatro hijos. Cada uno nació en los distintos destinos de Sánchez. Loli en Alcantarilla, Pepe en El Padul, Consuelo en Cantoria y Paqui en Cuevas del Almanzora.
Tras su jubilación, el subteniente pasó a desempeñar otros oficios que no tenían nada que ver con su anterior trabajo: "Me vine a Aguamarga de agricultor porque estaban todos mis hijos estudiando y me quedó una pensión de 18.000 pesetas. Luego, comencé a vender pipas en el porche de mi casa, como fue bien, empecé a ampliar el negocio con periódicos, después vendíamos en un local y al final mi hija pequeña decidió montar un supermercado".
Uno de los subtenientes más antiguos de la Guardia Civil tuvo una época de adaptación tras abandonar el Cuerpo: "Al principio lo echaba de menos porque me he criado allí".
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