Almería

El despertar de la conciencia ferroviaria de una provincia

  • La Mesa del Ferrocarril consigue movilizar a más de 4.000 personas en una nueva batalla contra el abandono del tren convencional y los retrasos en la llegada del AVE

Personas con movilidad reducida y los integrantes de la comisión permanente de la Mesa del Ferrocarril encabezaron la manifestación dejando una segunda cabecera para los políticos y cargos.

Personas con movilidad reducida y los integrantes de la comisión permanente de la Mesa del Ferrocarril encabezaron la manifestación dejando una segunda cabecera para los políticos y cargos. / fotografías: javier alonso

Objetivo cumplido. Más de 4.000 almerienses secundaron ayer una nueva manifestación de la Mesa en Defensa del Ferrocarril contra el abandono del tren convencional y los retrasos en la llegada del AVE de Murcia. En la anterior protesta por las calles de la ciudad fueron la mitad, de ahí que ya en la previa la plataforma ciudadana, integrada por 152 entidades y colectivos de toda la provincia, se planteara el reto de duplicar la participación. La Mesa del Ferrocarril, que nacía en octubre de 2015, es un martillo pilón que no cesa en su empeño de reclamar inversiones al Gobierno de Rajoy y una especie de Pepito Grillo que remueve las conciencias adormecidas de los ciudadanos. Y su intensa hoja de ruta por un tren digno y accesible que tuvo escalas en Sevilla, Madrid y Bruselas, con reflexiones en mesas redondas y conferencias y hasta un entierro de un ferrocarril que pita más que anda está calando cada vez más entre los almerienses como ayer evidenció la manifestación que discurrió por el centro neurálgico de la ciudad a partir de las ocho y media de la tarde. La lucha contra el ostracismo ferroviario logró el chacachá del tren -al ritmo de los pasacalles- más multitudinario hasta la fecha, lejos todavía de las mareas amarillas que recorrieron provincias vecinas como Murcia y Granada, pero creciendo en tesón y consistencia. Almería despierta, el tren sí te afecta. Gritaban los que encabezaban la protesta. No eran los políticos como es habitual. Los representantes de los partidos se acoplaron en la segunda cabecera de la marea humana. Por delante se reservó la primera línea para las personas con movilidad reducida, las que siguen privadas de viajar en los inadaptados vagones hacia Madrid, y para los integrantes de la Mesa del Ferrocarril que llevan meses de preparativos y un exceso de pirotecnia en redes sociales con la intención de que no fracasara su llamamiento a los almerienses. Y así ocurrió. Almería se sube al tren y empieza a vencer al síndrome de la indefensión aprendida que le ha lastrado durante décadas. Desde la plataforma están cambiando la condición ciudadana de inhibirse ante situaciones aversivas gracias al diagnóstico y receta de la Mesa. Superar el síndrome de la esquina llevará más tiempo, tanto como el que se necesita para acabar con el aislamiento de la isla de Almería, valga la redundancia, porque es la provincia peor tratada del país en materia ferroviaria. Un panorama incierto, el que se ha generado en los últimos treinta años conforme se ha ido desmantelando el medio de transporte más sostenible sin que los partidos levantaran la voz cuando gobiernan, ante el que los almerienses han vuelto a rebelarse y ayer dieron un paso definitivo contra esa condena al ostracismo dejando atrás décadas y décadas de indolencia. El coordinador de la Mesa, José Carlos Tejada, lanzó ayer repetidos mensajes durante la movilización por la capital al que consideran responsable hoy del "escenario inaceptable" en el que han situado a la provincia. "El ministro de Fomento se tiene que sentar con la sociedad civil y poner la lupa en Almería porque es una tierra con un potencial enorme y merece tener las infraestructuras que le permitan un crecimiento económico". No fueron los únicos que señalaron al Gobierno del PP. Las pancartas y carteles cargaban contra los diputados almerienses y los cánticos apuntaban hacia la Moncloa. "Rajoy escucha, Almería está en la la lucha", sonaba entre silbatos y melodías de comparsas y pasacalles ya habituales como el que viaja en un tren en miniatura. "PP traidor, queremos Corredor".

La marcha contó con pancartas de organizaciones presentes en las permanentes protestas como las de Califal, Izquierda Unida o los sindicatos y ayer estrenó una más, la de la asociación de vecinos del casco histórico. Las ausencias más notables fueron la del alcalde de la capital, por motivos de salud, y la de los empresarios que siguen sin subirse al tren reivindicativo salvo cuando la patronal está al frente de la movilización. Los alcaldes y concejales del PSOE se repartían entre la cadena de almerienses, desplazados desde Vera a Níjar, pasando por Lubrín, Benahadux, Bacares, Fiñana o Terque. Del PP de la capital acudieron los ediles Carlos Sánchez y Lola de Haro y también participaron los de IU y Ciudadanos. De la Junta había un notable despliegue de delegados territoriales, algo más discreto el de la Diputación que contó con la representación de Carmen Belén López. La presidenta de la Autoridad Portuaria, Trini Cabeo, volvió a coger la pancarta porque sobran los motivos siendo el único puerto del país sin conexión ferroviaria. Los jóvenes de Izquierda Unida portaban el lema "Almería olvidada" y en cabeza las personas con movilidad reducida pedían un tren accesible, en definitiva, del siglo XXI. Escoltada por las patrullas de la Policía Local, que se encargaron de vetar el tráfico en las calles que fluían hacia el Paseo, la protesta desembocó en Plaza de las Velas, al final de la Rambla, a espaldas de un puerto incomunicado. Sobre un escenario y con megafonía bien engrasada, al contrario de lo que ocurriera en la concentración del pasado mes, se leyó el manifiesto reivindicativo en el que se volvieron a exhibir las carencias y la necesidad de buscar vías de solución. "Hartos ya de estar hartos", declaraba el manifiesto que compartió con los miles de asistentes la periodista Lola López de Canal Sur. "¡No nos tomen el pelo!", exclamaban contra el injusto maltrato a la provincia y la que entienden como deslealtad de los representantes del PP en el Congreso y Senado y pedían a los almerienses que se castigara en las urnas. "No conseguirán que tiremos la toalla". Fue la clave de una reivindicación que gana adeptos porque ya no es una causa sólo de los que viajan en tren, sino de todos los almerienses. Más de 4.000 personas no está nada mal, aunque todavía son pocos para hacerse oír en Madrid. Pero al andar se hace el camino y los agentes sociales y plataformas que emergen de la sociedad civil que más vienen trabajando en los últimos tiempos, en su intento de canalizar el descontento de la provincia y ejercer como lobby determinante que fuerce a las administraciones a cerrar compromisos con fechas e inversiones coherentes, se dieron por satisfechas al entender que los almerienses han despertado de su letargo y son conscientes de que el tren sólo pasa una vez. Sin duda, la movilización fue insuficiente, impropia de una ciudad castigada históricamente por el déficit de comunicaciones, pero sienta un precedente ante los incumplimientos futuros. El tren ya pita más que anda. Es el despertar de la conciencia ferroviaria.

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