Almería

El enigmático crimen de la calle Granada

  • Atraco. Varios disparos acabaron con la vida del dueño de un comercio llamado 'La Bombilla' ubicado en la conocida calle de la capital. El móvil del crimen no fue otro que el robo de la caja

El enigmático crimen de la calle Granada

El enigmático crimen de la calle Granada

Poco más de un año se estuvo sin tener noticias sobre el verdadero autor de este misterioso crimen cometido la noche del 11 de julio de 1934 en el interior de un popular comercio de alimentación ubicado en la calle Granada de la capital. Muchas incógnitas que no llegaron a ser totalmente despejadas. El propietario del local fue alevosamente asesinado a sangre fría de varios disparos por uno o varios desconocidos que entraron en su local para robar aprovechando que en esos momentos el comerciante se encontraba solo y no había clientes en el establecimiento.

El luctuoso hecho una vez conocido en la ciudad provocó al día siguiente una profunda consternación donde la victima, Cristóbal Puertas Puertas propietario de "La Bombilla" gozaba de muchos amigos y conocidos por tratarse de una persona influyente en el sector comercial de la ciudad muy apreciado y querido por sus convecinos. Miembro de diversas asociaciones benefactoras se trataba de una persona sumamente generosa siempre dispuesto a ayudar a los más desfavorecidos, por lo que su brutal muerte extrañó a la población. No tenía enemigos y siempre que alguien le buscaba por un problema, del tipo que fuese, Cristóbal trataba de ayudarle en buscar la solución.

Tras meses dando palosde ciego en lainvestigación se detuvo auna pareja involucrada

La misma noche del crimen los inspectores del Cuerpo de Vigilancia de Almería antesala de lo que sería posteriormente la denominada Policía Gubernativa localizaron en un portal de la calle Granada cercano al establecimiento donde se cometió el crimen, un revolver Smith de pequeño calibre que según sus características y a juicio de los agentes podía haber sido utilizado para perpetrar el asesinato.

Tras varios meses dando palos de ciego y sin pistas fiables que sirvieran para establecer una determinada línea de investigación, una oportuna confidencia a uno de los inspectores que trabajaban en el caso posibilitó la noche del 10 de mayo de 1935 la detención en la capital de una joven pareja sentimental, Manuel Biedma y Teresa Pantoja supuestamente relacionados con el crimen. Al muchacho le apretaron las clavijas, pero se mantuvo firme en sus manifestaciones. La joven a la que se le trataba de implicar como encubridora, finalmente ante la falta de pruebas más sólidas no tuvieron más remedio unos días más tarde dejarla en libertad.

Parecía que el enigma estaba a punto de resolverse. Al individuo en cuestión le constaban varios antecedentes penales por robos y pequeños hurtos y según declararon algunos testigos a la Policía, en las fechas en las que se cometió la muerte de Cristóbal Puerta, el supuesto autor tenía un arma de similares características. Estos testimonios, fueron suficientes para que la Policía echara el lazo al misterioso criminal.

Manuel Biedma, que fue acusado como autor material del asesinato, negó siempre y desde el primer momento que el día del crimen estuviese en Almería, rechazando de plano que poseyera ningún tipo de arma y que todo este embrollo se trataba de una premeditada venganza por parte de alguna gente de los bajos fondos de la capital, algunos de ellos considerados como habituales confidentes de la Policía con los que no mantenía unas relaciones cordiales.

Lo cierto es que el hombre, sin comprobarse plenamente su coartada, tras su paso por la Comisaría de Policía ingresó en prisión por orden judicial sin que llegaran a conocerse posteriormente otros aspectos referentes a la condena impuesta u otro tipo de circunstancias sobre la situación real en la que quedó el enigmático caso.

En la calle existían rumores para todos los gustos. A mucha gente no le cuadraba el resultado de la investigación. Parecía fácil echarle las culpas a un raterillo de tres al cuarto y la gente especulaba con otro tipo de intereses, tales como políticos o de endeudamiento por determinadas personas conocidas de la victima a los que prestaba dinero para satisfacer otro tipo de "necesidades", especialmente el juego. Se decía, se comentaba, pero el tiempo pasaban y el único implicado seguía encerrado. ¿Era realmente inocente Manuel Biedma? Si pudo demostrar que en las fechas del asesinato se encontraba fuera de Almería residiendo en otra provincia, ¿Quién mató realmente al comerciante? ¿En que consistió el botín? ¿Actuó acaso Biedma por encargo de una tercera persona? ¿A quien benefició su muerte? ¿Buscó la policía un chivo expiatorio con antecedentes para "cargarle el muerto" y dejar zanjado el caso? Durante esos años prebélicos a la contienda civil, "el crimen de La Bombilla" se convirtió en un misterioso enigma, donde la realidad y la fantasía se entremezclaron, sin que realmente la luz de la verdad resplandeciera.

Dos meses más tarde, el 19 de noviembre de nuevo la provincia se vio sacudido por otro hecho luctuoso. La acción de este caso, una muerte sin un móvil aparente, se sitúa en un pequeño cortijo del paraje El Pozo en el término municipal de Vélez Blanco.

Manuel Sánchez y su esposa Jerónima Arcas junto a su hija de corta edad vivían en uno de estos cortijos diseminados en la zona, dedicándose a las faenas de la tierra. El día que se produjo el suceso el matrimonio poco antes de comer recibió la visita de un conocido, Rafael Marín quien acudió a la vivienda para recoger una escopeta de caza que unos días antes le dejó a Manuel Sánchez para que éste se la arreglase ya que le fallaba el mecanismo del disparo. Manuel se dirigió a una de las habitaciones en donde guardaba la escopeta ya reparada entregándole el arma a su propietario.

Cuando Rafael Marín volvía a la cocina a terminar de apurar un vaso de vino y unas tapas que le habían preparado lo llamó otro vecino, Pedro José, para que fuese a la cuadra y le enseñara como había quedado el arma. De repente sonó un estampido que retumbó en la vivienda. Jerónima Arcas, que se encontraba en la cuadra cayó fulminada al suelo. El impacto de postas de la escopeta se incrustó en la parte exterior escapular izquierda. Murió desangrada en un breve espacio de tiempo. Como consecuencia del terrible accidente, la Guardia Civil tras estudiar la situación no admitió la teoría del disparo escapado de manera fortuita y tras interrogar a los implicados detuvo a los dos amigos del matrimonio por un delito de homicidio. La pregunta estaba en el aire. ¿Por qué murió Jerónima? ¿Fue asesinada premeditadamente? ¿Fue todo una maldita casualidad? Como siempre, hubo comentarios para todos los gustos.

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