Almería

El municipio retrocede cinco siglos y revive un mercado medieval

  • Cientos de turistas visitan este fin de semana la céntrica calle Mayor, convertido hasta hoy, en la avenida del Medievo

Cuando Boabdil El Chico salía de Granada con lágrimas en los ojos y su madre le daba la gran bronca, después resumida en: "llora como niño lo que no supiste defender como hombre", no podía imaginar la que se estaba armando en al-Maryya.

Cercano el año de mil quinientos, los Reyes Católicos les dijeron a los musulmanes que vivían en Muxacra, la actual Mojácar, que el asunto se había acabado y que andando para su tierra, a África. Es comprensible que después de setecientos años aquí, algunos desearan quedarse. Y como tampoco era cuestión de hacer leña del árbol caído, los Reyes Católicos, o en quienes sus majestades delegasen, los obligaron a salir del pueblo y a asentarse en el interior del territorio, pero muy adentro, no fuese cosa. Transcurridos unos años, los musulmanes se convirtieron al cristianismo y pasaron a ser mudéjares. Tantearon un poquitín las fuerzas de los cristianos viejos, vieron que no eran muchas y la liaron, vamos, se liaron en guerra con los soldados cristianos de Mojácar y de Vera.

Al ser vencidos, los vencedores tomaron de esclavos a muchos moriscos de Turre, hecho que fue determinante en las malas relaciones que mantuvieron los repobladores castellanos que se asentaron en la comarca con los moriscos.

Esta Historia pasó a la historia y Turre es hoy un núcleo urbano al pie de Sierra Cabrera, tranquilo y con fuerte personalidad. Mientras no hubo autovía Turre era lugar de paso obligado para llegar a la costa desde el interior de la provincia o desde cualquier otro lugar. Precisamente como los turreros no se conformaron con ver pasar, poco a poco fueron creando un enclave gastronómico hasta convertirlo en lugar de obligada parada para el buen yantar.

Hoy en día, Turre es conocido, mejor, reconocido, por sus delicias culinarias, por las manos, generalmente de cocineras, que siguen empleando recetas caseras y utensilios de cocina de los de la abuela, y mucha paciencia, que las cosas de comer necesitan tiempo, dedicación sin prisas.

Y sin prisas se levantó ayer el personal que poco más tarde acudiría al gran Mercado Medieval que hoy, al anochecer, concluye. Cientos de personas recorrieron ayer la calle Mayor de Turre convertida en la avenida del Medievo, gracias a los puestos y tenderetes que artesanos llegados de lugares lejanos: Denia, Villalba de Lugo, Murcia.

Fabiana, cobra cien maravedíes, o sea, un euro, por la tirada de diez chapas. Según las que entren, premio. Antonio Caparrós "Chamaco" y Luís González "El Perrita", tiran a la rana que espera con la boca abierta que alguno de los dos acierte y entre, al menos, una chapa. ¡Bien! "Chamaco" templa el brazo, firme la muñeca, y entró, entró. Bueno, y tenemos una en el buche de la rana.

A lo lejos, ¿una gaita? Pues sí, Tom, falda escocesa, chaleco a juego, medias blancas y zapatillas Nike, viene calle abajo templando la gaita. Mirta, con un velo rojo, cimbrea la cintura en una danza a medias de los siete velos. Ángel, chaleco negro, pantalón negro, salta al aire en piruetas con las que anima a niños y no tan niños a que sigan el baile. Eva, bolea cintas de colores dibujando aros de arco iris. Los cuatro son los animadores del zoco y se entregan a ello.

Casi a pie de plaza Mayor, Pepe, con acento galleguiño, está dale que te pego a la brasa con carnes, chorizos. Pero de lo que de verdad se muestra Pepe orgulloso es del pulpo: "mire, mire, que da gloria verlo". Con un pincho saca el pulpo de la cazuela y lo muestra a todo el que lo quiera ver. ¿Y cómo un gallego no iba a sacar a relucir el lacón con grelos? Pues Pepe, va y saca un jamón cocido que pide a gritos darle un tiento.

Rafaela, una turrera de la República Dominicana, pega la hebra con Clodoaldo, artesano de la piel. Está fascinada con los pendientes, los collares, las sortijas que Clodoaldo elabora con sus propias manos. "¿Me quedan bien estos, y estos? Le quedan bien todos". Y Clodoaldo sonríe porque sabe que cualquiera que escoja Rafaela le quedará bien.

El alcalde de Turre, Francisco Ortega, traje y corbata para la ocasión, está convencido de que el Mercado Medieval es un éxito, que lo es, y tiene planes para que se monte otro en las próximas Navidades. Después del pregón, sentido y sencillo, el alcalde puede ya dedicarse a fisgar en todos y cada uno de los tenderetes.

Si la música satisface un sentido, el buen olor a crepes, a gofres, despierta dos: el del olfato y el del sabor. Dilan Laurent, buen francés, les da el punto exacto a sus exquisitos productos recién hechos y a la vista, un sentido más por el mismo precio.

Pan de pueblo, dulces caseros, tartas. Hagan cola señoras y señores, todo bueno, bonito y barato. ¿Me vas a pagar por la foto? Las conversaciones se cruzan, el ánimo prende. Algo más adelante, se escucha de nuevo la gaita de Tom. A su compás, Eva y Ángel interpretan una extraña danza de temores, pasiones, de fuerza, de celos, de retos.

Sama Senabre viene de Denia, un poquito lejos pero hay que trabajar para ganarse la vida. Sama es artesana de ropa, de plata: "pon de bisutería que es como se dice, se te va a notar que no entiendes. ¿Me envías la foto por mail?".

Calle abajo, o arriba, qué más da, centenares de personas se paran en los puestos a mirar, tocar la mercancía antes de decidir si la compran o no. Los artesanos medievales están más que acostumbrados, miran, sonríen y callan. Si alguien pregunta tendrá respuesta e, incluso, una pequeña historia del porqué y del cómo de cada pieza.

La alfarera, dale que dale al torno. Un pegote de barro, como si de un sortilegio se tratara, se transforma en una vasija. Ahora, tú, te toca. El chiquillo se sienta en el taburete, pone sus manos en el barro, en la arcilla, y le brillan los ojos, está manejando la tierra.

Hierbas para remediar todos los males: riñón y cálculos, para malas digestiones, para nervios de cabeza y estómago, para las hemorroides, para el ahogo, para, como se dice de la Rosa de Jericó: "Por la bendición de Nuestro Señor Jesucristo, tiene la virtud de ayudar a vencer las dificultades de la vida dando fuerzas, paz y tranquilidad en el hogar". Es imposible reproducir un Mercado Medieval, los de hace cinco siglos, pero si alguno se le aproxima, si alguno da una idea de cómo eran, ese es elde Turre.

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