Almería

Las pequeñas escuelas rurales temen el cierre por la falta de alumnos

  • Educación tomará la decisión a última hora, cuando ya estén formalizadas las matrículas para el próximo curso

  • Las aulas de dos pueblos penden de un hilo

Dos profesores dan clase a la vez a siete alumnos de cinco cursos diferentes de educación primaria.

Dos profesores dan clase a la vez a siete alumnos de cinco cursos diferentes de educación primaria. / uroz

Cuando una escuela se queda sin niños no queda más remedio que cerrar sus puertas, es lo que en el argot de los profesores se conoce como "la muerte natural de un colegio". Esto es lo que podría ocurrir en al menos dos localidades y pedanías de la provincia de Almería (Suflí y Sorbas) en las que actualmente hay menos de tres alumnos y que el para el próximo curso la cifra será incluso inferior previsiblemente. Se trata de una ratio de estudiantes que para la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía resulta más rentable trasladarlos a los centros educativos más cercanos y agruparlos que mantener en sus municipios, al tiempo que también, y lo más importante de todo, insisten los docentes y la propia delegada provincial Francisca Fernández, "es más beneficioso para los propios alumnos teniendo en cuenta cuestiones puramente pedagógicas que se trabajan en la escuela, como es por ejemplo la convivencia y relaciones con el entorno social, entre otras...".

Tras cuarenta años de docencia como Colegios Públicos Rurales (CPR), las aulas de al menos dos centros educativos de la provincia penden actualmente de un hilo para el próximo curso escolar 2017-2018. Educación no quiere precipitarse y los responsables de la delegación provincial en Almería aseguran que hasta que no concluya el periodo de matriculación (el próximo 8 de junio) no se podrá determinar si definitivamente se cerrarán o no. Y es que aunque ahora pueda haber previsiones de desaparecer, puede que en cuestión de semanas o meses haya nuevos habitantes en el pueblo que alimenten las aulas con nuevos alumnos y se pueda salvar la escuela. Esto es precisamente lo que podría ocurrir en uno de los pueblos en los que el colegio tiene riesgo de cierre ahora, pues según ha podido saber Diario de Almería, una familia con dos hijos en edad de escolarización ha llegado a la localidad para quedarse.

El área de planificación de la Delegación Territorial de Educación ya trabaja en la oferta educativa para el próximo curso basándose, principalmente, en las solicitudes de reserva de plazas que ya se han entregado a la administración andaluza, pero será a final de curso cuando se tengan los número definitivos para adoptar las decisiones. No obstante, insiste la delegada de Educación, "el cierre de escuelas no conlleva el cierre para siempre, es decir, que si para el próximo curso hubiera matrículas, las aulas volverían a abrirse sin problema, puesto que los equipamientos están y es una premisa de la Junta mantener los servicios siempre que se reúnan las condiciones necesarias".

En la provincia de Almería existen actualmente 17 Colegios Públicos Rurales (CPR) con un total de 2.004 alumnos y alumnas de 57 municipios con ayuntamiento y pedanías, según los datos facilitados a este periódico por la propia Delegación de Educación. De éstos, un total de nueve colegios tienen 17 pueblos y pedanías en las actualmente tienen menos de siete niños, lo que evidencia que si no hay nacimientos o nuevos habitantes con niños en edad escolar, las aulas tienen los días contados (El Cañico, La Concepción, Las Pocicas y La Ermita en el CPR Medio Almanzora; Terque en el CPR Azahar; Bacares y El Higueral en el CPR Alto Almanzora; Almócita y Rágol en el CPR Valle del Andarax; Escúllar en el CPR Tres Villas Nacimiento; Gafarillos en el CPR Luxor; Laroya y Suflí en el CPR San Marcos; Cañadas de Cañepla en el CPR Los Vélez; Turrillas y Aljariz en el CPR Sierra Almagrera).

La apuesta por los CPR y la agrupación de pequeños colegios para formar uno se remontan a los años 80, cuando la Junta de Andalucía apostó por acercar la educación a las personas, como un servicio básico al igual que la sanidad con los pequeños consultorios. Pero la falta de empleo en los municipios del interior, en detrimento de los de costa, ha provocado un movimiento de población natural que ha influido de forma notable en el censo de alumnos de unas y otras zonas, especialmente en los últimos 20 años. Este factor, unido al progresivo perfeccionamiento de la red de transportes escolares para que llegue a cada rincón por pequeño que sea, ha hecho que muchas familias, incluso teniendo escuela en sus pueblos o pedanías, hayan optado por matricular a sus hijos en centros educativos de localidades cercanas que son más grandes y con un mayor censo de alumnado en las aulas.

Los propios docentes de algunos de estos colegios que cuentan con tan reducido número de alumnos, como es el caso de la maestra que cada día acude al CPR Alto Almanzora en el municipio de Bacares, asegura que a tenor de las características actuales del pueblo, sus clases tienen los días contados. Incluso se atreve a decir que en cuatro años, si no hay más nacimientos en Bacares, el colegio podría desaparecer y los niños tendrían que viajar en transporte escolar hasta Tíjola, que es la localidad más cercana con colegio (Bayarque es otro municipio cercano con colegio pero también rural y en sus aulas hay incluso menos alumnos que en Bacares).

Este es un temor de los padres, que ven que en pocos años, más pronto que tarde, sus hijos tendrán que hacer uso del autobús escolar para ir al colegio, lo que conlleva tener que madrugar más, lidiar con condiciones climatológicas adversas en una carretera de montaña, o incluso tener que hacer uso de comedores escolares. Y como Bacares, son muchos los pueblos y pedanías en la misma situación. Hasta ahora la apuesta de la Junta de Andalucía ha sido mantener todas las unidades, siempre y cuando hayan tenido una ratio "razonable" de alumnos, como explica la delegada. Y es que la labor de las escuelas rurales es fundamental para fijar la población en los territorios. Como ejemplifica Francisca Fernández, "sin colegio es difícil que las familias jóvenes se asienten en estos pequeños municipios o pedanías, más aún si son zonas de interior, donde en los últimos años el empleo ha ido en detrimento de las zonas más costeras". "Cuando hay de uno a tres niños, mantener la escuela abierta no está justificado, sobre todo por cuestiones pedagógicas, tal y como argumentan también los informes del Servicio de Inspección", concluye la delegada.

El cierre de unidades o colegios rurales es una decisión que, pese a que la última palabra la tiene la Consejería, se tienen en cuenta las opiniones de los ayuntamientos y de los consejos escolares, así como la de los docentes. Cabe destacar en este sentido, que en los últimos años han sido varios los ayuntamientos que han optado por ofertar puestos de trabajo y vivienda para familias con hijos para aumentar la población y salvar las escuelas.

Aunque alejados de muchos servicios con los que sí cuentan las localidades con colegios grandes, como por ejemplo aulas matinales o las actividades extraescolares, los CPR tienen otras particularidades que muchos grandes quisieran tener a su alcance. Entre otras ventajas, y precisamente una de las más valoradas tanto por los docentes como por los padres, es el hecho de que prácticamente las clases se conviertan en particulares. El maestro explica la lección para un solo niño, teniendo en cuenta que a veces hay un alumno por curso, lo que conlleva un mejor seguimiento del aprendizaje de cada alumno y una relación más cercana y diaria del docente con las familias.

Los profesores van rotando y, tras recorrer kilómetros y kilómetros por cada una de las unidades que componen el CPR (en algunos casos hasta nueve unidades), imparten cada semana su asignatura, bien sea Inglés, Música, Religión, o las troncales como Lengua, Matemáticas, Naturales, Sociales o Educación Física. La mayoría de los que trabajan en estos centros asegura que este trasiego, a veces por carreteras incómodas en las que además de curvas puede haber nieve y hielo en invierno, no les importa. Incluso dicen que tras haber conocido la vida en un colegio de dimensiones más grandes y en un centro rural, no volverían atrás. Este es el caso de Pilar Bonachela, la tutora de los siete alumnos de la unidad de Bacares (CPR Alto Almanzora), quien asegura sentirse muy cómoda en este tipo de enseñanza. A diario hace el recorrido Tíjola-Bacares y Bacares-Tíjola, al igual que el resto de sus compañeros que viajan a las distintas unidades de Bayarque, Armuña del Almanzora, Lúcar, Cela, El Higueral y El Hijate, que componen el CPR que en total cuenta con 131 alumnos en sus aulas. En este colegio son dos las escuelas con menos de ocho niños.

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