Almería

7 razones para actuar

  • El resultado electoral en Estados Unidos incrementa la incertidumbre sobre la descontaminación definitiva

El reciente resultado electoral en los Estados Unidos ha incrementado la incertidumbre respecto a la descontaminación definitiva de Palomares. La firma el año pasado del acuerdo Kerry-Margallo dejó entrever importantes y decisivas rebajas en los criterios de limpieza radiológica del modélico Plan de Rehabilitación (PRP) que fue aprobado por el CSN y refrendado por el equipo de expertos de la UE al amparo del artículo 35 del Tratado de Euratom. Hace 50 años, poco después del accidente, de las promesas iniciales de limpieza y restitución, el Gobierno norteamericano tornó a defender sus intereses con firmeza a costa de las obligaciones contraídas con sus actos y compromisos. Cada negociación bilateral sobre este asunto demostró la posición real de vasallaje e inferioridad de España, con la continua baja de los criterios de descontaminación.

Del nivel de partida para la evacuación de las tierras que defendía la JEN, fijado en 38 µgr/m2 de plutonio, finalizó con la aceptación en el papel de 462 µgr/m2, para terminar permitiendo la retirada real de tierras con niveles superiores (1) a 1.540 µgr/m2, lo que daría lugar a una historia sin fin, que colea 50 años después. Con la financiación del acuerdo Hall-Otero que se denominó en clave Proyecto Indalo, sucedió igual, sin que el fin de la dictadura y el advenimiento de la democracia supusiera cambio alguno.

A partir del nuevo milenio, cuando se decide averiguar con el PIEM-VR el inventario radiológico que dejaron los norteamericanos, estos ponen a regañadientes una quinta parte de los 10 millones de euros que costó, a pesar de ser los únicos causantes. Con esos datos el CIEMAT redactó en 2010 una propuesta preliminar: el Plan de Rehabilitación de Palomares (PRP) que pretendía realizar una descontaminación modélica y definitiva.

Las reuniones posteriores de ambos países han supuesto un importante decremento de los criterios radiológicos, al ser este Plan un punto de partida en las negociaciones. Los niveles consensuados no van a solucionar en los próximos 24.300 años el estigma padecido en la zona este último medio siglo. Únicamente la unión y el rechazo social a este acuerdo puede evitar una nueva mise en scène, un costoso paripé de cara a la opinión pública. Las evidencias hasta el momento marcan la deriva por un camino ya transitado. La historia tiende a repetirse como una farsa, como decía Marx. La imperiosa necesidad de pasar a la acción, dentro del marco legislativo nacional e internacional, está fundamentada en el siguiente argumentario:

1.La falta de transparencia y la información sesgada, tanto en el PIEM-VR (2008), el PRP (2010), así como en las negociaciones bilaterales, nos retrotraen a los modos y maneras de la dictadura en 1966.

2. La única razón "técnica" para justificar esa deflación de los niveles a descontaminar es que el PRP era una propuesta preliminar (2); como si toda modificación de los niveles de limpieza tuviesen que ser a la baja.

3. Los niveles consignados en el Acuerdo Kerry-Margallo no parecen resolver la situación radiológica de la zona ni su estigma. Se marcan unos niveles residuales para americio 241 de 1 Bq/gr. (Zonas 2 y 3) y lo más inaceptable: 4 Bq/gr. para la Zona 6 (3), rozando el límite legal de 5 Bq/gr para una dosis recibida máxima de 1 mSV/año, con la excusa que no está habitada (¿ni lo estará en los próximos 24.000 años?). Desconocemos la equivalencia en plutonio 239+240, porque ha sido sesgada de la información liberada, pero sí conocemos que la proporción inventariada de plutonio 239+240 es 4 veces la del americio (4).

4. Aunque los niveles finales estuviesen rozando o por debajo de los máximos legales, descontaminar una zona castigada durante tanto tiempo con fundamentos únicamente normativos es erróneo de cara al futuro. Hasta el momento, se había aceptado que el objetivo último debe ser que el impacto a la población de Palomares no supere una dosis media anual de 1 mSV/año (5). Los niveles máximos aceptados en las legislaciones no han hecho más que descender desde hace 76 años, que fue descubierto el plutonio. Todo indica que seguirán decreciendo en los próximos 24.000 años. Incluso el Departamento de Energía de los EEUU restringe para su territorio, como alternativa más exigente, 100 veces menos que lo que defiende para Palomares: una dosis de 0,01 mSv/año (6).

5. Las negociaciones con los norteamericanos han dado como resultado nuevamente la claudicación de la contraparte española. La cifra de tierras a descontaminar se ha reducido ostensiblemente - un 44 % nada menos - a pesar de la precisa caracterización elaborada en el PIEM-VR (refrendado por la OIEA y UE). De los 50.000 m3 (exactamente 49.771), se ha pasado a 28.000 (7).

6. En la firma del acuerdo de intenciones la embajada norteamericana filtró a la prensa la ubicación final de los residuos. Su destino, un cementerio nuclear de Nevada que no existe y con un coste de transporte y almacenaje tan exageradamente inflado que resultaba tan ridículo como hilarante, lo que restaba toda credibilidad.

7.La victoria del ultladerechista Donald Trump y la mayoría republicana en el Senado y Congreso norteamericano hace suponer la demora sine die de las intenciones, además de una oportunidad para un irreversible olvido aquí y allá.

Con el país hegemónico o sin él, Palomares no puede esperar. Es preciso instar al Gobierno español para que ponga en marcha lo antes posible el PRP original y no lo acordado con EEUU, así como un Plan A y B de Gestión de Residuos para lo evacuado en Palomares y su posible destino alternativo en cualquiera de los cementerios nucleares existentes en el mundo. Todo esto no se logrará si no existe una firme y activa vindicación de los grupos sociales y la opinión pública. Palomares dista 500 km. de los centros nacionales de decisión y 6.500 de Washington.

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