Muy pocos animales, por no decir ninguno, pueden obtener el calificado de ser devotos. Pero el caso de los toros de Ohanes, durante las fiestas de San Marcos, representa la excepción que confirma la regla. El sol azotó con dureza a las 10.000 personas que acudieron ayer a la fiesta de San Marcos, la celebración por antonomasia del municipio de Ohanes. Como cada día 25 de abril desde hace más de medio siglo, cinco toros y varias vaquillas fueron arrodillados ante el Santo por centenares de mozos de las peñas en los ocho puntos claves que marca la tradición. Y es que, San Marcos es una de las fiestas más curiosas que existen en la actualidad. El recorrido partió desde la Plaza Miguel Vizcaíno.

Eran las 12:00 de la mañana y las calles del pueblo estaban a rebosar de turistas, vecinos, mozos y curiosos. En un escenario situado sobre más de mil metros de altitud y presididos por la mancha blanca que luce la ladera de la montaña de Ohanes, miles de Mayordomos que, como marca la tradición, participan desde que nacen hasta que contraen matrimonio, disfrutaron de la única fiesta legalizada de toros ensogados de la provincia.

Destacó la ausencia del sacerdote del Municipio Ildefonso Sala López. A raíz de ello los vecinos fueron, en esta ocasión, los encargados de bendecir los campos del municipio. Esta acción se pone de manifiesto girando al Santo hacia los campos de Ohanes.

Los vecinos y los jóvenes se agruparon en peñas, compraron los toros y organizaron todos los puntos de venta de bebidas y avas, producto gastronómico tradicional de la tierra.

Al finalizar el día San Marcos llegó a la iglesia de la Inmaculada, una obra de arte arquitectónica del siglo XVII. Repicaron las campanas y fue entonces cuando el cura bendijo a los toros y a todos los participantes tirando decenas de flores al aire.

Cuando cayó el sol el Ayuntamiento regaló varios litros de sangría a todos sus ciudadanos.