Almería

"No tengo nada que ver con la bomba y lo que quiero es que me dejen en paz"

  • Asegura que estaba en Murcia cuando ocurrieron los hechos de El Zapillo · Dice que es objeto de amenazas y extorsión desde hace años por integrantes del clan de Los Cheris

Apenas los policías especialistas en desactivación de explosivos habían terminado de comprobar los destrozos causados por un artefacto de fabricación casera adosado en los bajos de un todoterreno estacionado en el barrio de El Zapillo, cuando las personas a las que presuntamente iba dirigido el barreno, apuntaban hacia un presunto autor de los hechos. Ayer, quiso "contar la verdad, porque no tengo nada que ver con todo esto y lo único que pretendo es que me dejen en paz. Ni he sido, ni tan siquiera estaba en Almería cuando pasó".

A pesar de que está convencido de que en las próximas horas será llamado por la Policía para que se presente a prestar declaración, su tranquilidad denota la sensación de seguridad del que "no tiene nada que temer. No he hecho nada, así que ¿por qué iba a estar nervioso?".

Recibe a Almería Actualidad en un pueblo de la provincia ya que a raíz de una denuncia por amenazas, "falsas", según él interpuesta por miembros del conocido clan de 'Los Cheris', el juez le propuso que no se acercara a la capital almeriense para "evitar problemas". Según un documento que muestra sellado por un juzgado de Palma de Mallorca, "me encontraba en las Islas Baleares cuando supuestamente se cometió esa amenaza".

El recibidor de su casa se protege de los rayos del sol que caen de plano y encima de la mesa se amontonan papeles, recibos, documentos judiciales y hasta grabaciones de llamadas telefónicas en las que se "demuestra que todo esto es un chantaje, que van a por mi y que quieren verme en la cárcel lo antes posible".

Sus 'enfrentamientos' con los Cheris datan de hace más de quince años, cuando se abrieron las carpas con pubs en la desembocadura del río Andarax. Él desempeñaba labores de seguridad en uno de los establecimientos cuando "ellos quisieron hacerse con el control de todos los locales. Incluso hubo un juicio donde se les condenó a penas de cárcel a varios de ellos por su implicación en los hechos".

La siguiente parada es en el Quemadero. "Acudí allí por una transacción de compraventa de un coche. Ya sabes cómo son estas cosas; cuando tratas con algunos clientes, les dices que se lo lleven y ya me pagarás cuando puedas. Yo acudí allí y me vi involucrado en todo ese jaleo. Se lió un tiroteo" en el que una persona falleció y otras dos resultaron con heridas de disparos.

"El sumario reconoce que sacaron al muerto a la calle, fregaron los suelos y pusieron mantas para ocultar las manchas de sangre. Aquello fue una encerrona. No tuve nada que ver. Acudí yo mismo a la policía para ponerme a su disposición y aclararlo todo. Me hicieron la prueba de la parafina para comprobar si tenía rastros de pólvora, tanto en las manos como en la ropa y ambos dieron negativo. No tuve nada que ver. Estuve detenido 72 horas y después, por la alarma social que se había generado, el juez me ingresó en prisión, aunque no la tenía ni que haber pisado. Incluso los dos detenidos por los disparos me dijeron que no tuve nada que ver con los hechos. Llegaron a decir que llevaba guantes, a pesar de que todos los testigos lo negaron. Además, estábamos en agosto, en pleno verano".

Allí continuaron sus enfrentamiento con los miembros del grupo. Pese a que varias personas durante la explosión ocurrida en El Zapillo, le acusaron directamente a él de hacer pintadas en El Acebuche, quiere aclarar que "los Cheris son muy fuertes allí e intentaron apuñalarme hasta en cuatro ocasiones. En todas ellas, se redactó el correspondiente parte y se pueden comprobar".

El viernes volvió a revivir su "pesadilla. Me avisaron por teléfono de que habían puesto una bomba en el coche de Antonio. Yo estaba en Murcia y puedo demostrarlo". Muestra entonces el recibo de una cafetería con un pago de su tarjeta de crédito y está a mi nombre. "Después lo miré por Internet y así me enteré de lo que había pasado y, sobre todo, que se estaba diciendo mi nombre por parte de algunas de las personas que estaban en el lugar".

A pesar de que reconoce que no sabe "cómo va a terminar todo esto", lo que sí tiene muy claro es lo que quiere: "que me dejen en paz; no tengo nada que ver con esto y quiero estar tranquilo. Mi madre está muy mal y mi mujer también. Yo he llegado incluso a marcharme de Almería, por consejo de mi abogado para que no me vea envuelto en más denuncias por parte de esta gente. Confío en la Justicia, aunque ya lo hice una vez y terminé en la cárcel. Estoy totalmente seguro de que nadie va a pagar por algo que no ha hecho, eso está claro".

Puede estar viviendo sus últimas horas de libertad y se despide con la misma tranquilidad: "en la Policía y el Juzgado saben dónde estoy. Si quieren localizarme, estoy dispuesto y preparado".

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