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El futuro está ligado a la pesca

  • Ícaro Morata dejó la construcción por el barco hace ocho años Con la crisis tuvo una oportunidad en el sector, en la que empezó desde cero y donde alberga grandes expectativas

El sector pesquero no pasa actualmente por su mejor momento, al igual que el resto de gremios, donde se lucha contra una dura crisis que ya supera el lustro y que ha dejado muchos sueños rotos por el camino.

Ícaro Morata es un joven pescador de 33 años que, por casualidades de la vida, retomó con la profesión de su abuelo. "Mi madre me contaba que mi abuelo, al que no conocí fue pescador y, por circunstancias de la vida, yo vivo ahora de esta profesión de la que hace 10 años no tenía ni idea", explica.

Morata, natural de la capital, comenzó a trabajar desde muy joven en el sector de la construcción. Vive en Roquetas desde hace 10 años, municipio natural de la que hoy es su esposa. Y este paso le cambió la vida.

"Cuando comenzó a agudizar la crisis me quedé en paro, ya que en el sector de la construcción fue en Almería el primero y el que, sin duda, también más se resintió", recuerda el joven, quien hizo contactos en el mundo de la pesca, por afición, cuando todavía no se preveían los graves problemas que después acontecerían. "Mi suegro, aunque no se dedica a ella, también ha sido de siempre un gran aficionado a la pesca. Por él, fue por quien retomé y tuve la oportunidad de interesarme por este mundillo. Tenía muchos amigos pescadores y, en más de una ocasión nos íbamos con ellos e hice grandes amigos, tanto que cuando me quedé en paro me llamaron para formar parte del equipo", recuerda.

Así, Ícaro ya lleva ocho años dedicado a esta profesión de la que tuvo que partir prácticamente de cero. "Tenía alguna idea, pero se puede decir que prácticamente lo tuve que aprender todo".

Reconoce que le gusta su trabajo, a pesar del sacrificio. "Trabajamos una media de 16 horas al día. Salimos a la mar a las 2:00 de la mañana y estamos de vuelta sobre las 19:00 de la tarde. Es duro. No me imaginaba como sería y fue todo de sopetón. Al principio cuesta mucho aclimatarse a este ritmo, pero al final te acostumbras", reconoce Morata, quien dice no dormir más de cuatro horas al día. Ícaro y sus compañeros utilizan el palangre como método de pesca, al igual que la mayoría de pescadores roqueteros. Consiste fundamentalmente en una línea madre con muchos anzuelos unidos a ella mediante otras líneas más delgadas, las brazoladas. Estas van separados entre si una distancia determinada dependiendo de la longitud de la misma para que no se crucen o de la especie a capturar (por ejemplo, para la merluza se separan entre dos y tres metros).

En cuanto al futuro, "me gustaría seguir aprendiendo más sobre esto. Es más, nunca terminas de aprender porque son constantes las mejoras y los avances tecnológicos. Me sacaré el título de patrón y también el de mecánico. Esos son mis objetivos más inmediatos. Por otro lado, y ya un poco más a largo plazo, intentaré tener mi propia embarcación", revela.

Mientras tanto, Ícaro Morata disfruta con su trabajo, el que desempeña con pasión pese a los momentos difíciles que vive el sector y al sacrificio que conlleva a diario.

Ahora queda continuar luchando contra las adversidades, como son falta de medios, poco apoyo de las administraciones y unos paros biológicos que están haciendo mucho daño a muchos pescadores del Puerto de Roquetas de Mar, que ha desembarcado más de medio millón de kilos en lo que va de año.

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