Almería

El 15-M toma la playa de El Zapillo

  • El Movimiento organiza dinámicas lúdicas para difundir sus reivindicaciones sociales · Desde Madrid llega una comitiva a visitar a los indignados de Almería · Niños y mayores participan de las actividades

El Movimiento 15-M no entiende de estaciones. El verano para los indignados no es tiempo de vacaciones. De todas formas, se adaptan al momento y en lugar de permanecer en la plaza Juan Cassinello, donde vienen haciendo asambleas desde mayo, este fin de semana se han desplazado a donde está la gente: a la playa del Zapillo.

Toma la playa es una actividad que, mediante juegos y actividades lúdicas, tiene como objetivo dejar claro que a pesar del verano, el movimiento continúa activo y que los ciudadanos que dos meses atrás acamparon en la céntrica plaza siguen indignados con el sistema.

Cambiar el asfalto por la arena les ha permitido hacer actividades diferentes a la tradicional asamblea de la plaza. Ayer, a la altura del mirador del Paseo Marítimo del Zapillo, cerca del Palmeral, hubo una gymkana para niños y un torneo de voley-playa. Los niños que estuvieron allí pudieron apadrinar a un banquerito o -de forma simbólica- darle un ladrillazo a un político; quien se interesaba por la carpa verde instalada sobre el paseo marítimo, aprendía los puntos negros de la costa almeriense por la contaminación -una exposición basada en el informe de una organización ecologista-.

El motor de esta acción fue la asamblea del barrio del Zapillo. Cuentan quienes la integran, que tras una tormenta de ideas surgieron propuestas de actividades para hacer en la playa. Ayer, animados por música, llevaron a cabo todas estas actividades.

Indispensable para participar: tener creatividad. Jacinto, un vecino del Zapillo, fue quien se encargó de varias actividades para los más pequeños. Se trataba de juegos mediante los cuales dar a conocer los motivos por los cuales el Movimiento está, precisamente, indigando. Explicaba así deforma sencilla a los niños cómo funciona la especulación de los bancos o es porqué de la crisis actual a raíz de la burbuja inmobiliaria.

En una acción reivindicativa en la playa no podía faltar una exposición sobre el estado de las costas. Alex, un escultor de arena, realizó un relieve a pie de playa donde reflejaba la costa de Almería. Sobre su trabajo se plantaron banderitas de color negro. Se trata de puntos negros de la costa a causa de la contaminación, identificados por organizaciones ecologistas. Para completar esta denuncia, se llevó a cabo un pequeño teatro a la orilla del mar. Simulaban ser expertos en química analizando muestras del agua que, de repente, cambiaba de color alertando a los bañistas de la contaminación de la costa.

Los ciudadanos que estaban en la playa veían con buenos ojos la acción. No se trataba, con en otras ocasiones, de manifestaciones a pie de calle, sino de realizar una jornada lúdica con actividades para hacer visible el Movimiento.

Para quien quisiera llevarse un recuerdo de la playa, había un taller de impresión de camisetas. Los indignados que vinieron de Madrid propuesieron plantillas con siluetas para decorar ropa. La cara de Rajoy o de Zapatero; una máscara del colectivo Anonymous; la consigna "toma la playa" fueron los más demandados.

Además, se instaló una red de voley-playa y se disputó un torneo, por edades, en la arena. Por la noche, la actividad recibió la visita de más gente que, una vez pasadas las horas de calor del día, se acercaban al Paseo Marítimo curiosos de lo que allí ocurría. Los transeúntes que por allí pasaban se preguntaban qué estaba ocurriendo y, en su mayoría, curiosos, se acercaban a preguntar.

Durante la tarde y al anochecer, hubo vigilancia policial a lo largo del Paseo Marítimo. Sin embargo, como viene siendo habitual en Almería desde el comienzo del Movimiento, no hubo ninguna intervención entre los indignados y las fuerzas de seguridad.

Una vez oscureció, se proyectó un doumental en un cine-forum. Quienes vivían cerca de la playa, proporcionaron comida a propios y extraños y, una vez acabadas las actividades previstas en el programa de la jornada, la playa se convirtió en espacio de debate, crítica y conciencia ciudadana. Esta vez, los indignados no necesitaron una plaza. Les bastó con ir a la playa.

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