Crónicas desde la ciudad

Francisco Villaespesa Semblanza (I)

  • El poeta y dramaturgo Francisco Villaespesa Martín, hijo de un Juez municipal, vino de Laujar con ocho años a la capital en cuyo Instituto cursó Bachillerato antes de residir en Granada y Madrid

Ciudad que fuiste un día

espejo de los mares, florón de Andalucía,

deja que el hijo pródigo que al viejo lar regresa

deshoje esta corona de cariño a tu planta

("Salutación a Almería")

SALVO un reducido grupo de estudiosos de la Literatura provincial, el brillo rutilante de nuestros más ilustres prosistas y poetas declinó ante el desconocimiento y desinterés de las nuevas generaciones de almerienses. A Sierra Valenzuela, Antonio Ledesma, Durbán Orozco, Jiménez Aquino, Paco Aquino, Fermín Estrella, María Enciso, Isabel Millé, Castro Guisasola… Quién los recuerda?, quién ha leído siquiera una mínima parte de su obra?, cuántos cursos de Verano de la UAL dedicados a alguno de ellos, individual o en su conjunto?; la desidia de la institución Municipal; el ninguneo al "cantor de Laujar", en su propia tierra, por parte de un cenáculo artístico surgido en la posguerra, aunque ello no fue óbice para que Perceval lo plasmase en un óleo; el paso del tiempo y los gustos cambiantes, la globalidad del McDonald y Coca Cola que todo lo coloniza… ¡Qué sé yo! Lo cierto es que entre todos los matamos sin necesidad de que ellos solos se murieran. Mientras que en los centros educativos no establezcan una asignatura obligatoria mostrando a los alumnos la Historia de Almería, la de sus hombres y mujeres distinguidos en cualquier rama de la Ciencia, del Arte o de las Humanidades, no tardará el día (si es que no ha llegado ya) en que sus orígenes milenarios, sus raíces culturales, su personalidad y gestas sobresalientes sólo podrán consultarse en enciclopedias y archivos. En este páramo, la labor en prensa de cuatro francotiradores románticos no pasará, por desgracia, de meras salvas de fogueo.

No obstante, del ilustre panteón de elegidos aún disponemos de nombres propios que por una u otra razón han sobrevivido al olvido más descorazonador. Carmen de Burgos, Álvarez de Sotomayor (en su pueblo natal de Cuevas del Almanzora), la adoptada Celia Viñas y Francisco Villaespesa, aunque sin aleluyas como para tirar cohetes, pueden al menos llorar con un ojo. Ante un panorama tan desalentador, es de agradecer toda iniciativa que ayude a recuperar su memoria y suscite el interés por su lectura. Es el caso del programa a desarrollar a lo largo de octubre que, bajo los auspicios del Centro Andaluz de las Letras de la Junta de Andalucía, organiza la Biblioteca "Francisco Villaespesa", comisariado por Francisca Cruz -directora del propio centro donde tendrá lugar la exposición permanente, conferencias, teatro, recitales, etc.- y José Francisco Díaz, entusiasta y riguroso conocedor del poeta alpujarreño. Cabe recordar que este mes se cumple el 134º aniversario de su nacimiento y (en abril) el 75º del fallecimiento

Periplo humano

Francisco Villaespesa Martín nació en Laujar el 14 de octubre de 1877. Hijo primogénito del abogado Francisco Villaespesa y de Mª de los Dolores Martín quedó huérfano a los tres años, siendo criado por su tía Angustias, con quien su padre se volvió a casar en segundas nupcias. Todavía contraría matrimonio por tercera vez, del que nació el también poeta Francisco Villaespesa Baeza. Al abogado lo nombraron Juez Municipal en la capital y hasta aquí se trasladó la familia, al nº 12 de Navarro Rodrigo. Estudió bachillerato en el Instituto de 2ª Enseñanza y al concluir le matricularon en la Facultad de Derecho y, seguidamente, de Filosofía y Letras en Granada. Decidido firmemente a seguir su vocación literaria, no pasó del 1º curso en ambas carreras, desoyendo los consejos paternos. Sin su autorización marchó a Málaga antes de establecerse definitivamente, sin cumplir los 20 años, en Madrid; donde llegó recomendado al escritor Salvador Rueda. Fue precisamente Villaespesa quien tendiera los puentes entre el malacitano y, en la otra orilla atlántica, Rubén Darío, el nicaragüense precursor del Modernismo; corriente literaria de la que nuestro paisano llegó a ser su más ardiente abanderado en España. Agotados los recursos económicos, en la Villa y Corte vivió su particular trayectoria bohemia frecuentando las tertulias de los cafés Fornos, Levante o Suizo en compañía de aspirantes como él -o ya instalados; a los que se incorporaría Juan Ramón Jiménez- al parnaso de la lírica: Emilio Carrere, hermanos Machado, Baroja, Azorín, Valle Inclán, etc.

En 1898 goza de su primer gran éxito poético al publicar La copa del rey de Thule (prólogo de Juan Ramón Jiménez) al tiempo que Manuel Machado le presenta a Elisa González Columbié. Se casan (agosto, 1899), pero la joven esposa y musa fallece en 1903 de tuberculosis, dejándole una hija de corta edad; fruto de la melancolía le dedica al ser amado, entre otras obras, In Memoria. Absorto en su tristeza viaja por toda Europa. Los volúmenes en prosa y verso (teatro, novela, poemas) se suceden vertiginosamente, desautorizando así la acusación de indolente y perezoso. Aunque algunos ahora sus textos, descontextualizados, les puedan parecer "difíciles", lo cierto es que Villaespesa fue de los más leídos y recitados de la Poesía española contemporánea, a la altura de un Zorrilla o Bécquer.

El alcázar de las perlas, estrenado el 8 de noviembre de 1911 en el "Reyes Católicos" de Granada por la compañía de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza, le supone un increíble éxito, el espaldarazo teatral. Cosecha fama y dinero al compás de que el drama lírico, inspirado en La Alhambra, es representado en Madrid otras capitales. A este le sucederían los historicistas Doña María de Padilla, Aben Humeya, La leona de Castilla, La maja de Goya, etc. En plena gloria parte a hacer las Américas. Pero antes, a comienzos de la segunda década del pasado siglo, se casa (formalizándose el matrimonio en tiempos de la II República) con María García Robiou, gaditana perteneciente a la nobleza; de tal unión nacen Dolores (1915) y Francisco (1919).

Américas

En abril de 1917 don Francisco zarpa para La Habana, continuando su periplo por Méjico (allí estrenó el drama "Hernán Cortés), Santo Domingo, Argentina (Margarita Xirgú le representó en Buenos Aires "Judith"), Puerto Rico (aquí nació su hijo Francisco) y Venezuela. Regresó a España y prontamente (1921) volvió al Nuevo Continente. En Caracas, con compañía propia contratada en España, estrenó el poema épico "Bolívar", que "tuvo carácter de acontecimiento nacional y congregó a los presidentes de todas las repúblicas hispanoamericanas". Finalmente, tras éxitos rotundos (en Lima, por ejemplo, con "El sol de Ayacucho" o en Argentina (1927) "El burlador de Sevilla") y sonoros fracasos económicos, recaló en Brasil, donde su Gobierno le encargó la traducción al español de los textos completos de todos los poetas amazónicos. Sin recursos, enfermo, física y espiritualmente, fue repatriado a España por el Gobierno de la II República desembarcando en Almería en agosto de 1931 junto a su hija Dolores y su esposa María, quien le acompañó desde Cádiz. Lo veremos.

No permitas, mi Señor,

que me cubra tierra extraña.

Para pudrirme mejor

y ser abono y dar flor

quiero mi tierra de España

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