Almería

La nueva zona azul despeja de coches el centro y satura el Puerto y Ciudad Jardín

  • Las medidas logran favorecer la circulación y facilitar el aparcamiento · Residentes y trabajadores buscan alternativas al límite de dos horas sin hacer uso de los parkings

Diez de la mañana y el primer día laboral de funcionamiento de la nueva zona azul ofrecía ayer una imagen atípica del centro de la ciudad, con calles en las que apenas se registraba circulación de vehículos y en las que era fácil encontrar una plaza libre de aparcamiento en los espacios regulados. Igual ocurría en otros puntos de la capital, como la avenida de Monserrat, que se estrenaba en este servicio de Regulación y Ordenación del Aparcamiento (ROA, antes ORA). Y dos horas después cuando los usuarios, según la nueva ordenanza, deben de retirar su vehículo y estacionarlo en otra zona de las cuatro en la que el Ayuntamiento ha dividido la ciudad sujeta a la zona azul, para la rotación, y verde, para residentes.

El objetivo perseguido por el equipo de Gobierno con el endurecimiento del ROA se consiguió, al menos, en la jornada de ayer. Habitualmente encontrar una plaza en el centro histórico donde dejar el coche a las diez de la mañana era una odisea, si bien la mayoría de las calles presentaba huecos donde poder estacionar. Las personas que acudían a hacer gestiones o compras rápidas al centro capitalino mostraban en su mayoría empatía con la obligación decretada de retirar el vehículo de la plaza y zona ocupada cada dos horas. Otra opinión bien distinta les merece la subida de precios, tanto de la zona azul como de la grúa, y la ampliación del número de calles reguladas.

Pero el reparto equitativo de las plazas de aparcamiento como bien escaso, con el que el Ayuntamiento justifica la ordenanza, tiene otra cara de la moneda. Como todo. Es la de los residentes y la de las personas cuyos puestos de trabajo se encuentran en la zona de pago. Es evidente el malestar que la polémica medida les ha generado. En los parquímetros, cruce de comentarios críticos e irónicos sobre las "razones reales" del Ayuntamiento, como los centenares de plazas vacías en los aparcamientos construidos por la empresa municipal de Emisa, pendientes de alquilar o vender, o el cobro de 12 euros por el certificado de no tener deudas pendientes con el Consistorio para poder ser uno de los afortunados en conseguir una tarjeta de residente.

Son 2.223 las plazas pintadas de azul frente a las 1.820 plazas verdes del callejero del nuevo ROA, gestionado por la empresa Dornier que, además de pagar un canon anual por la concesión de este servicio de 316.000 euros al Ayuntamiento, tiene que ingresar a las arcas públicas el 6% de la recaudación neta.

Curiosamente ayer los controladores parecían haberse desintegrado sin la presencia normal en las jornadas previas a la entrada en vigor de la nueva ordenanza, que hubiera ahorrado tiempo a los usuarios. Muchos de ellos se hacían un lío con los nuevos parquímetros, de energía solar, en los que ahora hay que introducir el número de matrícula, mientras que otros estaban empeñados en sacar el tique en aparatos que, aunque en funcionamiento, no permitían echar monedas, como el instalado entre la Uned y el propio Ayuntamiento de la capital. Es el temor a la multa de 48 euros. Desde la entrada de la nueva concesionaria el pasado mes de septiembre ya llega a los domicilios la notificación antes de que la sanción prescriba con pocas posibilidades, además, de recurrir. Los agentes portan PDAs con las que poder hacer fotografías y probar ante un juez la infracción cometida.

Puestas así las cosas, aquellos a los que le es imposible dejar el vehículo privado en casa y optar por el transporte público o el ejercicio, como recomendaba en una sesión plenaria la concejal de Movilidad y Tráfico, María Muñiz, han de ingeniárselas, si no quieren dejarse un buen pellizco de su sueldo en parquímetros, parkings y garajes, estar justificando las salidas del trabajo cada dos horas o ser multados. La solución más fácil es la de madrugar.

Mientras el centro ofrecía ayer una imagen despejada de tráfico, el aparcamiento del Puerto que, por el momento, sigue costando un euro voluntario en beneficio de la Asociación Verdiblanca, se llenaba a primera hora de la mañana y adelantaba su cartel de completo. Lo mismo ocurría con las plazas libres de la avenida de Cabo de Gata (frente a los edificios Presidente) y en Ciudad Jardín no había ya manera de aparcar pasadas las nueve y media. Vecinos de este barrio, donde los vados cuelgan en buena parte de las fachadas, mostraban cierta preocupación, conocedores de que el aparcamiento en superficie del muelle de levante será de pago en breve y la poca inclinación del almeriense a costearse un parking subterráneo.

Fe de ello daban los aparcamientos de la zona centro, como los situados en la calle Real, en Las Almadrabillas o a la plaza López Falcón (junto al Gran Hotel), cuyo movimiento de coches no experimentó ningún cambio sustancial con respecto a la entrada de vehículos que de media registraban antes de la nueva ordenanza. "Estamos igual que siempre, medio vacíos", comentaban al respecto.

Otro salvavidas no explotado son las plazas de residentes, prácticamente vacías ayer por desconocimiento. Aunque pintadas en verde, tienen la categoría de mixtas, lo que permite aparcar en horario de mañana como si se tratara de zona azul. Para quien el engorro sea el límite de dos horas, están las vías comodín, exentas de esta imposición. Con un mayor número de plazas, Calzada de Casto, avd. de Monserrat, Blas Infante, Paseo de San Luis y el Parque (Atarazanas-Los Peces).

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