Las carrozas emprenden el camino romero dirección a Cortijo Grande. San Isidro bendito, ruega por nuestros campos, por nuestros agricultores, danos buen tiempo y buena cosecha. San Isidro envió unas cuantas gotas de agua, de sobra para empapar a quien se asomara fuera de los viejos hangares del no menos viejo aeródromo construido con la idea de atraer un posible turismo de lujo.
Dicen las crónicas que el labrador Isidro iba tarde a arar el campo. El patrón, oculto para comprobar el por qué del retraso, lo vio salirde la iglesia. Le armó la marimorena pero llegados al campo el dueño de la tierra vio que los bueyes estaban arando ellos solos la parte que le correspondía al buen Isidro.
El patrón entendió aquél hecho como un prodigio del cielo.
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