Almería

Ocho días en un zulo

  • Omar Jerez recrea en una performance una réplica donde Ortega Lara pasó sus 532 días de secuestro · El artista vivirá las mismas condiciones del burgalés e, incluso, evacuará dentro

Víctima o verdugo. La puesta en libertad del etarra Iosu Uribetxebarria Bolinaga "sin que mostrara arrepentimiento" por el secuestro de Ortega Lara y otros delitos supuso un punto de inflexión para el próximo trabajo de Omar Jerez que hace una llamada de atención a la justicia en España y pretende mantener viva la memoria de las auténticas víctimas del terrorismo.

La acción es una representación durante 8 días en las mismas condiciones en las que permaneció secuestrado Ortega Lara, en una recreación del zulo, que podrá ser visitada por el público. Será en Valencia a principios de noviembre y pretente mostrarla en otras galerías. "Se va a construir una réplica exacta y estará expuesta en mitad de una galería, donde podrá verse a tiempo real en una webcam todo lo que haga las 24 horas de cada día y así hacernos una idea de lo que pasó durante 532 días insufribles y agonizantes. Mi indumentaria será la que vimos todos por televisión cuando lo liberaron con un chandal rojo y la dieta es fruta y verdura tres veces al día. Tan solo se trata de hacer una representación lo más fiel estéticamente al secuestro. Dispondré de las mismas condiciones que Ortega Lara durante los 8 días que dure, incluso tendré que evacuar dentro, será el mismo trato y en el exterior de la recreación habrá de fondo una música ambiental en bucle compuesta por Pablo del Real, tan oscura y apropiada como el zulo, con letra vasca procedente de canciones tradicionales, nacionalistas y libertarias".

Jerez explica la elección de Ortega Lara para su próximo trabajo: "Cuando ocurrió el secuestro fue un impacto mediático en la sociedad española y el inicio de un hito de valentía popular en las calles, donde todo el mundo empezó a no mostrar temor con un masivo rechazo del chantaje perpetuo de ETA. No admiro a nadie, no tengo ídolos, no busco referencias en nada ni nadie, pero si alguien representa, desde mi punto de vista, lo que es la integridad humana, ese es Ortega Lara. Jamás en sus entrevistas desprende odio o rencor".

El artista se documentó para tratar el tema con el mayor rigor posible: "Lo he estudiado dentro de las posibilidades que tiene cualquier ciudadano de a pie, he leído todas sus entrevistas, el libro que escribieron sobre su cautiverio, sus apariciones televisivas… y he recopilado toda la información posible a través de Internet y analizado hasta la saciedad la charla que tuvo con Fernando Sánchez Dragó. Es alguien que no aparece con frecuencia públicamente, no utiliza nunca su figura desde el ego sino desde el activismo y solo si es necesario como acto de denuncia".

Situaciones muy personales que dejan una huella imborrable sirven al autor para inspirarse a la hora de meterse en el papel: "Dos de los barrios obreros en los que he residido fueron golpeados con sendos atentados por ETA, el primero en Aluche con Irene Villa y el atentado de Puente de Vallecas. Por otro lado hay dos momentos en mi vida que me marcaron en referencia a este tipo de abusos de una forma personal. Una es que mi padre fue activista en un comando armado palestino, siendo reclutado joven, a los 18 años, manipulado, que es otro tipo de abuso. Mi padre evidentemente es palestino, mi madre española de origen judío sefardí y por ello también sufrimos el secuestro durante dos años de mi hermana por parte de mi padre, cuando ella sólo tenía 5 años. Todo esto me marca de manera personal y también me pone en una situación de denuncia social. Mi padre no oculta su condición de exterrorista y sin embargo tiene algo más que una vida digna".

Sus representaciones siempre van revestidas de gran polémica, pero Jerez tiene claro que la intención de esta performance tiene gran sensibilidad, sin olvidar la crudeza: "Espero que sirva como recordatorio, como fortificador de la moral, que se expanda por todo el territorio español hasta el punto que se pueda representar algo así en el País Vasco y todos sus ciudadanos se expresen sin miedo, ya que eso es la libertad más valiosa de la que disponemos, no la de generar violencia, que eso es una potestad aislada y poco digna de seres inteligentes y evolucionados. Como artista llevo mis acciones hasta el límite y no espero la comprensión o la lógica didáctica de todo el mundo, pero si mi obra sirve como observatorio reflexivo o activa sensores emocionales entonces habré generado una pregunta abierta".

A la hora de imaginarse la respuesta o acogida de la sociedad vasca de esta performance, Jerez apunta "que como es lógico con cierto miedo al menos. El ser humano tiende a ocultar sus manifestaciones de euforia con reservas ante la posibilidad de ser observado como fanático de algo no popular, pero es que esto es lo contrario, hay que euforizar al pueblo vasco que en su mayoría estará indignado de por vida y cargado de presión emocional. Nadie ha querido exponer esta performance en todo el territorio Vasco, de hecho una galería aceptó en principio y al final reconoció su miedo".

La performance se titula Sin noticia de Dios porque "el ateísmo es una forma de confirmar que Dios existe, Yo a título personal lo invoco en situaciones en las que me encuentro desbordado emocionalmente. Estoy seguro que en una situación de confinamiento y privado de libertad, la necesidad de un ente superior sería un alivio".

Los trabajos del artista siempre denotan gran creatividad: "En todas mis obras subyace una implicación biográfica, sitúo mi cuerpo en primera persona tanto física como intelectualmente. Pero en esta voy a estar aislado ocho días de la realidad exterior, me estoy mentalizando para intentar tener una mínima aproximación de lo que sufrió Ortega Lara y mimetizar su dolor en mi estado emocional. Busco ese sufrimiento para no darle un enfoque desde la gramática si no desde el deterioro del cuerpo".

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