Almería

Las cuentas se pagan en pitas

  • Funcionan con una cartilla en la que se anotan los servicios pagados Pretenden extenderse a través de herramientas de internet por toda la provincia

Aunque su puesta en funcionamiento se ha querido alejar de las consecuencias más potencialmente devastadoras de la crisis, la puesta en marcha y el crecimiento de las monedas sociales han corrido paralelas a ellas. Si bien Andalucía era el terreno abonado para la proliferación de algunas de ellas (la jara o la puma en Sevilla, el zoquito en Jerez, el coín en la localidad malagueña o la pepa en Alcalá de Guadaíra) en Almería habían pasado desapercibidas. Al menos hasta el año pasado, cuando en el bajo Andarax, decidieron cambiar la situación y crearon la pita. Según uno de sus padres, Victor Romero, se trata de "fomentar el comercio local, el intercambio de productos sobre todo en mercadillos".

Ellos mismos reconocen que parte de un proyecto piloto, denominado Tredar, una iniciativa de la Federación Agroalimentaria de CCOO e puesta en funcionamiento por la Asociación Trotamundos Animado. En septiembre del año pasado se decidió la constitución de Comunidad de Intercambio en la zona del Bajo Andarax. Nacía entonces la pita, una moneda alternativa que es gestionada online a través del CES, un Sistema de Intercambio en Comunidad libre. Las experiencias previas recogidas en la Comunidad de Madrid, con la mora, fueron fundamentales para darle forma a un proyecto que ahora aglutina a 183 usuarios conseguidos en apenas unos meses, una comunidad centrada en el Bajo Andarax, pero que busca llegar a toda la provincia. Servicios y productos son cambiados por una moneda que no entiende de primas de riesgo, de intereses de deuda y que sirve para fomentar la actividad de una comarca que la necesita.

Han conseguido no depender de ninguna institución por lo que se encuentra ante sí con la misma libertad con la que cimentó su nacimiento. Lo que sea en el futuro, dependerá del fomento de nuevos sistemas de intercambio por la red y de lo que sean capaces de ilusionar a una comunidad entera. Dicen que "depende de nosotros que la pita siga creciendo y contribuyendo a mejorar las circunstancias socioeconómicas de nuestra zona. Somos un colectivo de personas libres que utilizan las pitas como moneda social complementaria para articular nuestras operaciones de intercambio de bienes y servicios. Es decir, que aglutinamos los actividades tradicionales de los bancos de tiempo y el trueque".

A falta de desarrollar una herramienta de internet más eficaz, rápida y que llegue a más sitios, por el momento se sirven de una libreta en la que se apuntan esos intercambios que suponen una contabilidad que va desde reparaciones, asesoría, alimentación, masajes, ropa, diseño o idiomas. No es exacto, pero sirva de ejemplo; una hora de clases de inglés vale una pita que se puede cambiar por un masaje y este por la reparación de unos zapatos. Son pequeñas cosas, pero grandes en cuanto a sus consecuencias. Por el momento también quieren destacar que, aunque son los mercadillos su principal teatro de actuaciones, quieren dejar claro que va mucho más allá que una simple feria.

Las monedas sociales surgen como una necesidad de "conseguir relaciones económicas igualitarias y basadas en el trabajo real. La moneda social se crea y se destruye por y en función de la actividad económica real que se dan entre las entidades y personas participantes".

Se trata de "una moneda local, que no produce intereses y que no tiene sentido acumular. Esto elimina la posibilidad de especular con ella y facilita una alta rotación de la misma, aspecto que favorece los intercambios internos. En este sentido, nunca hay escasez de moneda, sino que existe tanta como riqueza o trabajo real existe en la Comunidad de Intercambio del Bajo Andarax". Es una moneda que "se crea de forma democrática, descentralizada y comunitaria, lo que permite consolidar y potenciar economías locales basadas en la cercanía y el conocimiento mutuo".

La pita tiene una representación física por lo que se libra de los caprichos del diseño de máxima seguridad, de los hologramas con los que se disuaden a posibles falsificadores y sus intercambios se realizan a través de procedimientos electrónicos mediante una interfaz web en la que cada usuario dispone de una cuenta propia en moneda social. Lo que sí han creado es una equivalencia que no fluctúa y que va más allá de las posibles intenciones de devaluarla; 1 pita, un euro. Al menos Angela Merkel no tendrá nada que decir en las medidas de austeridad, ni de control del déficit en una comunidad que ha encontrado una alternativa valiente al euro.

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