Rostros y cuerpos consumidos por las drogas, miradas que se pierden ante la dureza de un futuro tabicado y las llagas de la vida que se abren hasta sangrar recuerdos de una familia o de un pasado que fue mejor. El fotógrafo Rubén García presenta su nuevo trabajo, "Prostitución. Retratos de una vida en la calle", proyecto con el que ha participado este año en "Descubrimientos PHE13" del festival PHotoEspaña (Madrid), y que consta de 25 fotografías y 10 entrevistas de trabajadoras del sexo, amigos, clientes y protectores que aparecen desnudos o semidesnudos en un contexto mínimo mostrando la dureza de lo que por sí solo desprenden estos personajes.

El fotógrafo se adentra en la zona de conflicto, concretamente en dos barrios de la capital de Almería, El Puche y Pescadería, para poder conseguir captar esa estampa que denota una angustia vital en sus protagonistas. Rubén García inmortaliza la prostitución callejera donde muchos de los sujetos hacen su vida. El cielo pasa a ser su techo y el suelo su cama.

A la hora de inmortalizar el retrato de las prostitutas, Rubén García se ha inspirado en las composiciones austeras y puntos de vista que emplea la fotógrafa Rineke Dijkstra y en la naturalidad de los posados y el carácter documental de August Sander, y ha agregado su estilo personal. No hay elementos que distraigan la atención del personaje, solo una pared de fondo, para fijar el interés en sus ojos marchitados por el dolor y su cara desgastada por las drogas y por las horas de sol que pasan esperando a que un cliente decida tener relaciones sexuales con ellas. El fotógrafo los coloca en una pose clásica y sencilla, pero crea retratos de gran impacto psicológico, con el desnudo como denominador común en la mayoría, rescatando parte de la esencia de sus trabajos anteriores.

El blanco y negro se vuelve a erigir como el estilo que el fotógrafo emplea en sus retratos y fotografías, al igual que utilizó en su serie ‘Desnudo Artístico’ (2008-2011) y ‘Paisajes’ (2008-2011). De esta forma, Rubén García obtiene destacar la fuerza interior que desprenden estos personajes.

En las propias imágenes se puede intuir cómo muchos de los protagonistas han sufrido violaciones y ataques, las drogas dejan su cuerpo tatuado y sus figuras se integran en el paisaje de las zonas marginales. 

El fotógrafo quiere seguir ampliando esta serie ofreciendo distintas perspectivas, contar las historias a través de una marca en los brazos, una cara demacrada o un cuerpo desgastado. Rubén García muestra una realidad olvidada por parte de la sociedad donde una persona vende su cuerpo por consumir esa droga que la esclaviza a diario.