Almería

San Gonzalo de Amaranto pasea por el Valle de Cariatiz en romería

  • Crece el número de personas que acuden a la fiesta, especialmente jóvenes Todo indica que la savia nueva mantendrá vivas las ricas tradiciones de esta barriada de Sorbas

San Gonzalo de Amaranto/flor del tomillo/ la salud te pedimos para el borriquillo', 'San Gonzalo de Amaranto/flor del tomillo/la salud te pedimos para los chiquillos'. Por entre los almendros, chopos, higueras y algún olivo, rebullen las ofrendas de flores y coplas cantadas por los romeros que trasladan a San Gonzalo de Amaranto de la barriada sorbeña del Mayordomo hasta la de Los Herreras, primera parada de un peregrinaje que terminará en la era de Los Martínez, tras pasear al santo por las huertas, la Fuente de los Alías, Los Mañas, y después al horno de Los Andreses, un horno en el que las mujeres siguen haciendo el pan como antaño.

Por octavo año consecutivo desde que se recuperara la tradición, y parece que fue ayer cuando salió la burra ahora ya bajo el manto de San Gonzalo de Amaranto, los romeros recorren los 6 kilómetros caminando por el antiguo camino de Sorbas a Vera por Bédar y que atraviesa el Valle de Cariatiz, un valle que, según explica Andrés Pérez, la 'cariatipedia' antropológica del valle y de otros muchos lugares de la provincia, cuenta con más de 30 eras empedradas y enlosadas, todas ellas certificadas en fecha y autoría mediante una losa fundacional como la de Los Herreras en la que se puede ver y leer que fue hecha por el maestro Codina, un albañil de Lubrín que era quien colocaba las piedras. Gracias a la fiesta de San Gonzalo de Amaranto las eras se han vuelto a utilizar y, como consecuencia, a limpiar que están todas como un espejo.

En Los Herreras, Juana Ramos recibe y acoge primorosamente en sus brazos la talla de San Gonzalo de Amaranto para llevarla al altar levantado en la era porque su casa es la primera cuando se viene de la otra barriada, Los Mayordomos. Además de tener al Santo, Juana Ramos tiene una mano para el chocolate, tiene una mano, madre mía qué mano. No se puede contar, hay que ir el próximo año y tomarlo.

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