Almería

ETA y el nuevo delegado de AVT en Almería

  • Terrorismo. José Carlos Sánchez, ex guardia civil nacido en Almería, fue víctima de un atentado en el año 85 en Madrid, en el que también fueron heridos otros compañeros

EL pasado 24 de julio el alcalde de la capital Luís Rogelio Rodríguez Comendador daba la bienvenida oficial en la sede del ayuntamiento de Almería al nuevo delegado de la Asociación Victimas del Terrorismo (AVT), José Carlos Sánchez Martín ex guardia civil nacido en la provincia almeriense al que felicitó por su nombramiento y quien fue victima de un atentado de la banda terrorista de ETA en Madrid en el año 1985.

El alcalde se interesó por la situación de la AVT en Almería al tiempo que tras felicitar al nuevo delegado por su nuevo cargo le brindó su total apoyo trasladándole la disposición del ayuntamiento de la capital para seguir manteniendo vivas, las relaciones del consistorios con este colectivo.

Los almerienses o personas vinculados con nuestra provincia victimas de ETA forman parte de una siniestra nómina de casi una treintena de personas que han sufrido la violencia del terrorismo. Este mismo mes, el 6 de julio, el ayuntamiento de Viator- en un acto que le honra y que debería servir de ejemplo a otros municipios almerienses - homenajeaba al miembro de la Guardia Civil, Juan José Malpica Aguilera, herido muy grave en un atentado de ETA el 13 de noviembre de 1978 en Rentería levantando en su honor un monolito a la entrada de un parque de esta localidad que lleva su nombre.

El nuevo delegado de la AVT en la provincia, José Carlos Sánchez Martín agente de la Guardia Civil nacido en Almería, en la fecha en que se produjo el atentado tenia apenas 28 años de edad y fue uno de los dieciséis miembros de la Benemérita heridos de diferentes pronósticos la mañana del 9 de septiembre de 1985 en Madrid, en un atentado de ETA. Los terroristas explosionaron un coche bomba contra un microbús de la Benemérita al paso del vehículo policial cuando circulaba por la plaza de la república Argentina.

En el microbús de la Guardia Civil, matrícula PGC-0331-P, adscrito al Parque Móvil de Príncipe de Vergara, viajaban veinticuatro agentes que iban a relevar a los compañeros encargados del servicio de vigilancia de la embajada y consulado de la URSS situada en las cercanías.

Dos transeuntes que se encontraban en la zona fueron alcanzados por la violenta onda expansiva. Uno de ellos, empleado de la firma Jhonson and Jhonson, el norteamericano Eugene Kent Brown que a esa hora hacía footing por la plaza, falleciendo un día más tarde en la residencia sanitaria de La Paz. Se dio la triste circunstancia de que era la primera vez que ETA atentaba en Madrid con un coche bomba.

El agente almeriense, José Carlos Sánchez Martín, que estaba ya casado, sufrió una rotura de tímpano y fracturas varias de los miembros inferiores. Recuperado de las lesiones y tras un cierto tiempo de baja hospitalaria, el joven agente una vez dado de alta clínica se incorporó varios meses mas tarde a un nuevo destino en el acuertelamiento de la Guardia Civil de Aguadulce.

El "comando Madrid" atentó contra la Guardia Civil aprovechando las informaciones facilitadas por uno de los miembros del comando que había controlado el recorrido de un microbús del Instituto Armado que todas las mañanas pasaba por la plaza de la República Argentina.

El coche, un Peugeot 505, matrícula M-1716-FB, de color gris metalizado, fue robado en San Sebastián, y los terroristas cambiaron las placas de matrícula por otras falsas dejándolo estacionado en un aparcamiento público en la plaza de Callao. Un día antes del atentado, el coche cargado con explosivos se dirigió a un colegio mayor de la Ciudad Universitaria, donde le esperaba el resto del comando, uno de ellos el sanguinario De Juana Chaos.

Los terroristas se desplazaron hasta el punto del atentado en un taxi, cuyo conductor fue encerrado en el maletero. El coche-bomba fue estacionado en la calle Carbonero y Sol, junto a la plaza por la que pasaría el autobús de la Guardia Civil.

A las siete y veinte de la mañana. Al paso del autobús el terrorista De Juana Chaos activó el artefacto compuesto por ocho kilos de sustancia explosivo y dos kilos de tornillería, como metralla,

Además del ciudadano norteamericano Eugene Kenneth muerto, resultaron heridos de diferentes pronósticos dieciséis guardias civiles ocupantes del microbús y otro transeúnte.

La secuencia del atentado se inició en torno a las 6.10 de la madrugada, cuando un hombre y una mujer de unos 30 años de edad tomaron un taxi en la plaza de Lima, muy cercana al lugar del atentado, y se dirigieron al puente de los Franceses.

Allí, tras recoger a un tercer pasajero los terroristas, que se identificaron como etarras maniataron y amordazaron al taxista, al que encerraron en el maletero de su vehículo, según declaró el conductor del taxi, quien, tras ser liberado, fue trasladado a la Brigada Regional de Información para prestar declaración.

Desde el puente de los Franceses, los terroristas se dirigieron a la plaza de la República Argentina, y aparcaron el taxi, matrícula M-4386-FB, al pie de un semáforo en la calle de Vitruvio, en la confluencia de la calle de Carbonero y Sol y la propia plaza.

La explosión del coche bomba, detonada presumiblemente desde el taxi, alcanzó al vehículo de la Guardia Civil en la parte anterior derecha. El conductor perdió el control del vehículo y fue a estrellarse contra una acacia en la esquina de Carbonero y, Sol y Vitruvio. El microbús quedó casi completamente destrozado con las puertas retorcidas por la explosión, todos los cristales rotos y la carrocería así como los asientos desgarrados por grandes trozos de metralla.

Según el testimonio entonces de uno de los guardias heridos, cuando pudieron bajar del autobús, aún conmocionados y muchos de ellos heridos, fueron, tiroteados por los terroristas aunque los maltrechos agentes respondieron a la agresión con sus armas evitando una masacre..

También los guardias civiles que se encontraban de guardia ante la Embajada de la URSS, en la calle del Maestro Ripoll, 14, dispararon contra un vehículo que huía. En el lugar del suceso se recogieron unos 30 casquillos de bala, de munición Santa Bárbara, utilizada por la Guardia Civil, y tres del calibre 9 milímetros Parabellum, munición utilizada por ETA.

Los terroristas, dos hombres y una mujer, huyeron en el taxi robado poco antes a punta de pistola, que fue hallado luego en la calle del Conde de Peñalver, con el taxista maniatado y amordazado en el maletero. Algunos testigos afirmaron entonces que la mujer integrante del comando resultó herida por los disparos de los agentes.

Pese a ser activada en la capital de España la operación antiterrorista diseñada para este tipo de casos, controles de carreteras, aeropuerto y estaciones de ferrocarril y autobuses no dieron su fruto y el comando logró eludir el cerco policial.

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