Almería

El barón Davillier y los "fritos" de La Malagueña

  • La fonda Malagueña que se cita es la actual Casa Puga, en la calle Real. Vecinos del convento de Las Claras, entonces sede del gobierno Político-Militar y de Diputación Provincial

HASTA que no se inventó la imagen en movimiento (estampas coloreadas, cine, televisión, vídeo) las más excitantes visitas a países exóticos se realizaban desde el sofá del propio cuarto de estar. De los domicilios burgueses, se entiende, ya que el común de los mortales bastante tenía con destripar terrones, picar en la mina o enrolarse en barcos y pesquerías. Acomodados en gabinetes decimonónicos, la clase europea ilustrada leía y contemplaba los grabados y litografías que acompañaban a los textos escritos por compatriotas que se aventuraban en la España profunda. De aquellas experiencias itinerantes en calesa, diligencia o tartana por caminos intransitables bajo la amenaza de un atraco o de despeñarse a un barranco, traemos a la cita ferial un ramillete de noticias en el paisaje almeriense. Comenzando en la comarca de Los Vélez, paso natural del Levante a Andalucía, y la dieciochesca posada de la Casa Ducal de Alba como lugar de parada obligada de hombres y caballerías. Charles Davillier y Gustavo Doré yacieron en Vélez Rubio una noche -en jergones diferentes, aclaramos- y bien oiréis lo que decían en 1862:

Nuestra tartana se había parado delante de un gran edificio de aspecto casi monumental. Era la Posada del Rosario, construida en el pasado siglo por el Duque de Alba, dueño en aquel entonces de gran parte del país. En el interior escaseaban los muebles, pero, aparte de esto, era una magnífica posada.

La inglesa lady Holland apostilló antes de que la encontró "bastante decente" y añadió un comentario, cuanto menos curioso, sobre el hospedaje español en los comienzos del XIX: "Las posadas están regentadas principalmente por franceses y gitanos (no esta), ya que las gentes de este país (sobre todo al acercarnos a Andalucía) ven la hostelería como una ocupación denigrante. Los franceses por lo general proceden de Saboya y suelen ser hojalateros errantes".

El siguiente alto en el camino a Baza-Granada era Chirivel, patria del poeta Julio Alfredo Egea. Corría mayo de 1773 y el escritor holandés Richard Twiss, de la Royal Society de Londres, incide en lo anterior (pasamos la noche sobre paja en una venta regentada por gitanos) y adelanta un interesante apunte folclórico: Nuestra patrona bailó muy amablemente con el soldado un fandango al sonido de un tambor vasco y castañuelas.

Pasado el tiempo es el norteamericano Mordecai M. Noah quien vuelve a ser espectador de antiguos "aires nacionales y andaluces" a expensas de una compañía ambulante de comediantes: Aquí un joven cantando una balada y rasgueando el aire con una guitarra, allá una pareja practicando el bolero, con castañuelas…

Volvamos nuestros pasos a la capital. Con Irving, George Borrow (Don Jorgito, vendedor de Biblias protestantes y autor de The Zincalí, tratado sobre los calés españoles), Richard Ford y Gerald Brennan, el barón Charles Davillier completaba el más fiel catálogo de hispanistas. El anticuario roanés se hizo acompañar del igualmente francés Gustavo Doré, célebre dibujante que ilustró, entre otros libros, Don Quijote, La Biblia y La Divina Comedia. A ellos quería llegar antes de poner punto y seguido hasta mañana, aunque no pueda extenderme como el personaje requiere. Era octubre de 1862, días previos a la visita relámpago de Isabel II, y procedían de Granada. En sendas mulas habían andado la última etapa desde el "lindo pueblo de Berja" y después de nuestra fatigada excursión a las Alpujarras, el alto en Almería nos resultó de una incomparable molicie. Las camas de la fonda Malagueña nos parecían excelentes, y la cocina de aceite, suculenta. Antes de descubrir la placa que hoy campea en la fachada del establecimiento ya escribí sendos reportajes en Diario de Almería en el que me refería al malagueño Antonio Lozano como dueño del mesón-fonda antecedente de la actual Casa Puga. Tradición y calidad, dándose la mano.

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