Almería

La seguridad en los conciertos

  • El equipo de vigilantes que vela por el cumplimiento dentro del recinto en las jornadas de actuaciones musicales Según qué grupos se elige a un tipo de trabajador u otro, por la posible peligrosidad del ambiente

Muchas veces parecen los malos de la película. Tras meses esperando ese concierto que parecía no llegar y horas aguardando en la cola para pillar un buen sitio, comienzan las restricciones. No, no puedes hacer esto, nada de meter agua dentro, ni tampoco puedes ver a tu ídolo después de una gran actuación. Y claro está, tampoco puedes colarte dentro. Sin embargo, hay más historia detrás de cada una de estas personas que en todas las funciones velan por el cumplimiento de las normas para que cada una de las visitas de músicos sea especial.

Lejos de lo que muchos puedan pensar, este protocolo tan estricto sólo sirve para el correcto desarrollo de una jornada musical, en la que se debe controlar la euforia de la gente. Pese a que la mayoría cree que el registro de bolsos y mochilas es para que las botellas de agua no entren y así se consuman los líquidos de dentro, la razón dista mucho de esa creencia. La seguridad es lo principal en este trabajo, con lo que el único motivo es asegurarse de que no puedan tener nada que arrojar tanto al escenario como al público y que pueda causar daños. Y aunque esta norma lleva años, los contenedores cercanos a la entrada acaban llenos de botellines, muchos de ellos sin abrir.

Hay que revisar las puertas de emergencia, valorar la peligrosidad del grupo y su público, trabajar en conjunto con Protección Civil y con los trabajadores del Staff. "Requiere mucha preparación", explica Jesús Barros, inspector de seguridad. Cientos de factores de los que depende cada decisión que se vaya a tomar, como el emplazamiento del concierto, el grupo o el día, según lo cual se elegirá a un tipo de vigilante o a otro. "Por ejemplo, para Extremoduro necesitamos algunos grandes y con experiencia". Casos en los que se pueden encontrar problemas, ya que algún que otro seguidor del grupo intentó pasar sin entrada o personas que, una vez en el recinto, no respetan las normas.

Uno de los trabajadores que cubrió a esta banda de rock español fue Juan Miguel Fernández, con más de 20 años de experiencia haciendo conciertos. "Sabes que no tienes el mismo riesgo en el de Extremoduro que en uno de Pablo Alborán", confiesa Fernández. Ambos mueven masas, sin embargo, el peligro reside en el tipo de ambiente que se genere, aunque nunca se sabe cuál puede ser el factor desencadenante.

"El momento más crítico es a la entrada del concierto", explica Barros. Aunque es muy difícil colarse, ya que hay que superar dos filtros, durante todo momento hay que tener vigilado el acceso al recinto. La vida de este inspector de seguridad estuvo una vez en riesgo cuando un aficionado en un concierto de Hip Hop, al negarle el paso sin entrada, intentó agredirle con una botella de cristal rota a sus espaldas. "De casualidad me giré en ese momento. Si no, no estaría aquí", confiesa al recordar este suceso.

Llegan de los primeros al recinto para asegurarse de que todo funciona correctamente, reparten los dispositivos móviles y walkies para estar conectados en todo momento y cada uno se va a su puesto de servicio mucho antes de que empiece a llegar la gente. Después su jornada no acaba hasta que no sale la última persona del recinto, incluidos los artistas, y de dar parte si hubiera alguna incidencia. Aunque "si el concierto ha sido bueno, la gente sale contenta y muy tranquila", explica Fernández.

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