Almería

La senadora Agüero recuerda la Navidad de tres generaciones en su pregón

  • Su hija y diputada de Cultura, María del Mar Vázquez, fue la encargada de presentar el discurso de Navidad La protagonista recordó cómo vivió estas fechas de pequeña, con sus hijos y nietos

Recuerdos de Navidad, olores, belenes y momentos vividos con tres generaciones. La política María del Mar Agüero fue la encargada de realizar el Pregón de Navidad y fue presentada por su hija y diputada de Cultura, María del Mar Vázquez. Se celebró en el Centro de Cultura de Cajamar.

La diputada rememoró algunos momentos que vivió junto a sus padres: "Imaginen a mi madre vistiendo a todos sus churumbeles acorde con la sobriedad y relevancia de la cena de Noche Buena en casa de mi abuelo Guillermo: Purpurinas en la cara, antenas con estrellas en la cabeza, sombreros de vaquero. Y una vez en el portal, mi padre siempre se retrasaba unos minutos en bajar de casa porque, cosa que me enteré a posteriori, estaba colocando los regalos de papá Noel para que nos los encontrásemos a la vuelta".

Agüero señaló que la peticiçón de que diera el pregón le hizo una gran ilusión por tres motivos: "La primera, por haberse acordado de mí y haber tenido la gentileza de nombrarme pregonera de este año, en su tradicional pregón de Navidad. Quien me conoce sabe, que yo no sé hacer pregones "políticamente correctos", sino que traslado siempre un poco de mí, de mis vivencias y dejo mucho corazón en ello. La segunda, por haberme "obligado" a descorrer el cerrojo del tiempo, para abrir ese "baúl de los recuerdos", que todos llevamos dentro y desempolvar, no sin nostalgia, esas vivencias navideñas junto al Belén. Y la tercera, que si durante el 2013 anduve apartada del mundanal ruido por enfermedad, este 2014 me incorporé a la vida política y social almeriense, empezando con el pregón de mi Hermandad, la del Prendimiento, para acabarlo siendo pregonera de esta Asociación Almeriense de Amigos del Belén. No podía tener mejor regalo que este".

Los recuerdos de la pregonera "se remontan a la Calle General Sotomayor, enfrente de las Catequistas, donde nací. Allí pase la primera década de mi vida, con mis hermanas Rosa María y Rocío y mis padres, Guillermo Agüero y Paquita Ruano, y como todos en aquellos tiempos, fruto de la época, éramos más tradicionales que las 12 uvas".

Uno de los momentos que rememora Agüero si cierra las ojos es "el olor a castañas asadas, que hacia mi madre en la cocina de carbón que teníamos en casa, o de los boniatos en almíbar que nos traían del pueblo o de las almendras garrapiñadas que vendían en la puerta de mi colegio o los mil olores y sabores que se entremezclaban en la matanza que organizaba mi tía Aurora, en el cortijo de mi abuela en Lubrín o más tarde en Uleila del Campo".

Pero lo que verdaderamente marcaba la Navidad para la pregonera, "era cuando el 8 de Diciembre, día de Inmaculada, que se celebraba el día de la Madre, ese día, que no teníamos colegio, mi madre sacaba unas cajas de latón de dulce de membrillo donde guardaba en papel de seda, una por una, las figuritas del Belén, que año tras año ponía con tanto esmero, en una mesa grande que había en el despacho de mi padre".

Después de rememorar su infancia, la pregonera explicó cuándo retomó estas tradiciones con sus cuatro hijos: "Mis maravillosos hijos me hicieron revivir unas Navidades, las más felices de mi vida, ya sin castañas y sin pavo, pero donde un Belén al completo presidía el comedor de mi casa para deleite de toda mi familia, sobre todo de mi hijo Carlos, que disfrutaba poniendo patas arriba lo que yo con tanto esmero, colocaba en su sitio. Por eso, mis figuritas de barro, fueron sustituyéndose poco a poco, por unas espantosas de plástico duro, para no encontrármelas sin cabeza o sin brazos y éstas, a su vez, se cambiaron por los click de mi hijo Carlos o la granja de Pin y Pon de mis hijas Eva, María y Sara". También recordó el Belén del tito José que fue muy importante en sus vidas.

Para la política, "la Navidad pasa como un suspiro, como la vida misma. Y en ese baúl de los recuerdos, quedan guardados esos belenes hechos con tanto cariño e ilusión y también, aquellos zapatitos limpios que poníamos en el balcón, junto a un plato de mantecados, otro con pan de aceite y una botella de anís para obsequiar a los Reyes Magos, cuando venían a ponernos los pocos juguetes que nos traían, pero que nos parecían los mejores del mundo. Sin olvidar poner paja y un cubo de agua para que comieran y bebieran los camellos".

Para Agüero hay que continuar con las tradiciones: "Los tiempos cambian y los medios de comunicación invaden nuestros hogares. Se pueden cambiar de costumbres pero no de tradiciones. Así que es hora de sacar las viejas cajas de latón de dulce de membrillo, que aún conservo, y empezar a llenarlas de figuritas del Belén para Carlota, Blanca y Vera y el pequeño José María, nuestros nietos".

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