Festejo extraordinario

Un toro para recordar y triunfar

  • El diestro Torres Jerez cortó seis orejas y salió por la puerta grande.

  E SE sutil ecuador que marca la tradicional merienda en la plaza de toros  almeriense trazó ayer una rotunda tabla de salvación para Paco Torres Jerez. De ahí para adelante se explican tres de los más importantes toros  de ese compromiso fuerte que ayer cuajó en triunfo el torero de la tierra, y no sólo por la Puerta Grande que atravesó a hombros de los aficionados, sino porque en los matices del festejo hay que sumarle la presentación en general del ganado, con toros  muy en tipo de cada una de las casas ganaderas que acudían a la cita, con la seriedad suficiente para el aficionado y porque además, el aspecto de la plaza ha lucido dignidad suficiente como para que el torero se haya sentido acompañado por su público. El resto del resultado puede y debe explicarse desde ese horizonte en el que, mejor o peor en una faena u otra, Torres Jerez ha puesto encima de la mesa todo lo que tiene como torero. Ha lucido como consumado capotero, se ha ido a portagayola, ha estado torero y entregado en dos importantes faenas a dos grandes toros  y ha estado resolutivo con la espada. A partir de ahí puede resultar mezquino discutir méritos totales. Más aún si entendemos que en la globalidad de esas seis orejas hay cuatro que son muy de verdad. Las dos del cuarto, una del quinto y otra del sexto. Y apurando, hasta una más, del tercero. Y si hay que hablar de un toro  por encima de los demás, ese fue el cuarto. Fundamental el toro  de Adolfo para entender y valorar el triunfo final de una tarde en la que lo más importante no son las seis FOTOGRAFÍAS: JAVIER ALONSO Gesto de Torres Jerez, mezcla de emoción y nervios, tras culminar uno de los grandes momentos de su actuación ayer en la plaza almeriense. J. ALONSO El almeriense se manejó con soltura en todos los lances capoteros. orejas logradas sino la sensación que deja un diestro en el ánimo general, tras haber estado muy toreTorres Jerez culmina una importante faena a `Curioso' un gran toro  de Adolfo Martín ro y centrado con el mejor toro  de la corrida y haberle cortado también una oreja a otro gran toro  del festejo como fue el de Algarra. Echó un gran toro  el ganadero de Galapagar. Un animal enrazado, bravo, noble y con una clase extraordinaria que hizo volver a confiar al torero en la posibilidad de remontar una tarde, en la que salvo una justa oreja lograda por las ganas y la voluntad de estar delante de un sobrero de Julio de la Puerta, había pasado de puntillas sus dos primeros actos. Estuvo francamente bien Torres Jerez con ese cárdeno que metía los riñones en cada viaje y se iba con decisión de toro  bravo tras la muleta del torero, que la corrió con gusto y templanza por ambas manos. Hubiese sido una dura losa dejarse escapar ese toro  y el torero sabía que a partir de ahí había comenzado de nuevo a cero el contador de un festejo que se había metido en una vorágine dificultosa en sus tres primeros actos, donde el matador no se había entendido con el que abrió plaza. El Torrealta, aunque mermado de fuerza, tuvo buena condición pero la faena, que tuvo un notable prologo capotero, no terminó nunca de asentarse de cara al tendido. No mejoraron las sensaciones en el segundo, el otro cárdeno del festejo, con el hierro de la Quinta que permitió mostrara Torres Jerez oficio y brillantez cuando lo capoteó por bajo hasta dejarlo en los medios cuando el toro  apretó y se quedó corto en los primeros compases de la lidia. Después, el almeriense no estuvo a gusto con él y no terminó de acoplarse a esa distancia y ritmo que sí dejaba entrever el animal cuando el torero le daba espacio y distancia en el primer muletazo. Y lo mató mal. De sendas estocadas bajas. Disculpable Balance total de seis orejas y una salida a hombros que abrocha una tarde de triunfo borrón en tarde de estocadas cobradas con agallas. Entre líos de tablilla, derribo del picador, caballo acomodado en el piso y la devolución previa del descordinado toro  de Lagunajanda, ya es mérito haberle cortado una oreja al sobrerón de Julio de la Puerta. Faena donde lo costeó todo el torero hasta en esa estocada final que puso rubrica, echándose encima del morrillo. Regalo de toro  bravo también, el de Algarra. Bravo y dulce para embarcarlo en la muleta y disfrutar de la nobleza y transmisión de un animal que exigía perderle un paso para haberlo podido ligar al segundo, tercer y cuarto muletazo. Se había calentado el torero y se fue a portagayola para volver después a fijar en el tercio otro buen farol, rodilla en tierra. Pies asentados sobre el albero al comienzo de una faena que poco a poco fue cobrando relevancia e importancia en el conjunto torero con el que Torres Jerez afianzaba el rumbo de una tarde que abrochó con una faena llena de oficio y voluntad ante el toro  menos rematado del festejo. Tiraba para adelante el de Julio de la Puerta, pero más bien para buscar esa puerta que terminó encontrando al filo de las tablas. Encontró brillante pasaje con el primer sobresaliente, el almeriense Jesús de Almería, que se apretó en dos chicuelinas y una media, a las que hay que sumar dos quites de profesional listo y atento en la plaza. Lo demás ya se lo imaginan. Salida a hombros, calor de afición y alegría íntima de un torero que deja buenas sensaciones. Bien están las cosas cuando bien acaban.

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