Los técnicos del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) estudian desde hace unas semanas las 23 ofertas recibidas por 34 empresas (12 concurren de manera individual y otras 22 en UTE) para la construcción de los 12,5 kilómetros del tramo entre Pulpí y Cuevas de la línea de Alta Velocidad en la provincia licitada con un presupuesto de poco más de 86 millones de euros a finales de marzo. Un equipo formado por unas diez personas del organismo público dependiente de Fomento evalúa la viabilidad económica y técnica de las propuestas que se han presentado al concurso para ejecutar las obras de plataforma de un trazado que cuenta con tres viaductos sobre las ramblas de Las Gachas, Canalejas y Guazamara como elementos singulares, así como la construcción de un falso túnel de 180 metros debido a las exigencias medioambientales por las que se debe facilitar el paso de la tortuga mora. El examen de las propuestas de los gigantes de la construcción para hacerse con el contrato del tramo perteneciente al Corredor Mediterráneo viene a coincidir, de hecho, con las quejas y alegaciones trasladadas por los afectados por las expropiaciones forzosas de más de 500 hectáreas al Ministerio de Fomento y con su anuncio de que en septiembre se reunirán para buscar una solución final tras el cambio del itinerario previsto inicialmente debido a las nuevas imposiciones ecologistas para la preservación del hábitat de la tortuga mora.

La adjudicación de la obra no se producirá hasta después del verano, siendo una tramitación compleja que no suele bajar de los cuatro meses. Una vez que sea seleccionada la compañía que edificará el tramo, el consejo de administración de ADIF, que se reúne el último viernes de cada mes salvo en agosto, tendrá que validar el encargo, lo que quiere decir que es muy probable que la legislatura acabe en blanco. No dará tiempo, salvo los milagros y otros anuncios derivados de la campaña electoral de noviembre, ni a que las máquinas empiecen con los movimientos de tierra, un jarro de agua fría para Almería y su síndrome de la esquina y para la patronal después de un sinfín de reuniones y negociaciones con el fallido objetivo de agilizar la implementación de la línea de Alta Velocidad en la provincia. Ni una sóla obra en cuatro años y cientos de millones incluidos en los Presupuestos Generales como papel mojado.

Fomento anunció a finales del pasado año una inversión entre 2014 y 2015 de 5.000 millones de euros en poner en marcha más de 1.000 nuevos kilómetros de AVE. En Almería concluirá el mandato de Mariano Rajoy sin avanzar un sólo metro y con la totalidad de lo gastado en la legislatura -cerca de 300 millones- en pagar todo lo que en su día se proyectó por el Gobierno de Zapatero. Desde el ADIF argumentan que el nuevo equipo gestor del Ministerio de Fomento efectuó un ejercicio de "racionalidad" para priorizar las inversiones en aquellas líneas susceptibles de una entrada en servicio más inmediata. En este análisis arbitrario que ha alejado a la provincia de la financiación estatal se ha tenido en cuenta el grado de desarrollo de tramo en cuestión, el número de personas beneficiarias y también los costes que podría suponer la eventual paralización de la obra. De ahí que no tuvieran dudas a la hora de tapiar los túneles de Sorbas, con los que evitar su deterioro, porque la plataforma en Almería iba para largo. Pero no sólo es una cuestión de letargo, es que además Fomento está aplicando ahorros en costes derivados de no acometer soterramientos, una decisión que fulminó después de décadas de reivindicaciones la integración de las vías del tren en la capital, en redimensionar las nuevas estaciones, un recorte que sufrirá la de Vera, así como articular soluciones técnicas más baratas pero adecuadas a las necesidades reales y actuales de los servicios. Un planteamiento de AVE low cost para Almería que lo condena a la vía única que hoy por hoy no tiene ninguna otra provincia del país. Después de bañar en millones el eje central y atlántico -hacia Galicia- de Alta Velocidad, la ministra Ana Pastor argumentó ante los empresarios no emprender obras faraónicas porque "le gustan las cuentas y no los cuentos". Razonamiento por el que tendrá que explicar, en cuestión de meses de cara al fin de la legislatura, dónde han ido a parar las partidas de Almería, la provincia más aislada del país y abandonada en el desarrollo de la infraestructura ferroviaria. Y es que han sido muchos cuentos, más de los que podrían acoger la Biblioteca Villaespesa, los que los distintos gobiernos de PSOE y PP han ido contando desde que en una visita oficial a Diputación el entonces ministro de Economía Rodrigo Rato anunciara que en 2005 llegaría el Euromed o allá por julio de 2001 cuando Álvarez Cascos dijo que sería un AVE con materiales de última generación sin llegar a imaginar que en 2015 no estaría construido ni un tercio de la línea, apenas 27,8 de los 108 kilómetros de la provincia, y que parte de esa plataforma será de vía única. Se pasó de un Euromed de vanguardia, al codiciado AVe para dar el salto después al tren de Alta Velocidad previo al de las altas prestaciones con doble vía de ancho internacional y que se convierte ahora en plataforma de un sólo carril para rebajar costes.

Literatura de incumplimientos escrita año tras año y ante la que los almerienses no han sabido reaccionar. La patronal volverá nuevamente a la carga y espera reunirse con la ministra antes de acabar la legislatura para atar lo máximo posible de fondos en los presupuestos del próximo año. Los 107 millones contemplados en el ejercicio en curso se irán al cajón del olvido si no se inician las obras de Pulpí-Cuevas antes de que acabe el año. El anuncio de licitación del tramo siguiente, entre Cuevas y Vera, es otro reto de los empresarios, en virtud del compromiso alcanzado a finales de año en su reunión con Manuel Niño, secretario de Infraestructuras, si bien desde entonces no se ha producido ningún avance. Al igual que con el paso a nivel de El Puche. Cámara y Asempal darán a conocer esta semana su postura y medidas ante la inactividad del Ejecutivo con el AVE en Almería.