MARIAM González. Médica DEL CENTRO DE SALUD DE LA PRISIÓN provincial eL aCEBUCHE

"Mi trabajo de médica en la cárcel no lo cambiaría por un centro de salud"

  • La facultativa asegura que los pacientes de la prisión tienen un control más exhaustivo que los que están en libertad Hace diez años que pasa consulta a reclusos

Mariam González es médico de familia y ha trabajado durante muchos años en el Servicio Andaluz de Salud. Tras una larga experiencia en su profesión, actualmente desempeña sus funciones en el centro de salud de la prisión provincial El Acebuche de la capital. Lleva en la atención de pacientes de la cárcel de Almería casi dos años, aunque la experiencia de ejercer su profesión en un centro penitenciario es mucho más dilatada, más de siete años tanto en Almería como en la prisión de Albolote, en Granada. El resto del tiempo ha ejercido la medicina de familia en centros de salud de la provincia de Almería, principalmente en la comarca del Poniente, donde vivió los peores momentos de su carrera profesional "por la escasez de recursos con los que contaba y por el tipo de población que tenía en la consulta, inmigrantes con muy pocos recursos, sin saber hablar español y con muchos problemas".

Asegura que los controles sanitarios que se realizan a los internos de la cárcel son mucho "más estrictos" que los que se pueden realizar a los pacientes que están en libertad en cualquier centro sanitario, "porque la cercanía es un plus y estamos muy pendientes de ellos, como es el caso de las mujeres que están embarazadas o de los internos que padecen alguna enfermedad crónica".

En el tiempo que lleva como médica en la prisión han sido muchos los casos complicados que ha tenido que gestionar. Recuerda especialmente el parto que tuvo que atender un compañero suyo en la camilla de la consulta, de una mujer que acudió para decir que sentía dolores muy fuertes y no dio tiempo ni a que llegara la ambulancia para trasladarla al hospital. "La mujer, de nacionalidad extranjera, tuvo a su bebé entre los muros de la prisión. La atención fue tan satisfactoria que incluso el resto de internas que supieron de la anécdota ya no querían salir al hospital para dar a luz, pero lo normal es que ante cualquier indicio se avise al 061 para proceder al traslado a Torrecárdenas".

En el centro de salud de El Acebuche tienen herramientas básicas como las que puede haber en cualquier centro de salud de la provincia, pero además otros más específicos, como por ejemplo ecógrafos, para poder atender cualquier emergencia, como explicó a Diario de Almería Mariam González.

Otro casi similar que sí vivió en primera persona y que guarda en su recuerdo "como una anécdota graciosa" es el de una mujer que fue detenida por la Policía tras ser detectada en el hospital nada más dar a luz. "Llegó a la prisión con el bebé y en el centro de salud no teníamos nada para el niño, ni biberones ni nada. Era un 15 de agosto, festivo, a las cuatro de la tarde y estaba todo cerrado. Fuimos a la farmacia de guardia y tuvimos que comprar provisiones para poder atender al recién nacido cuya madre también venía sin nada", explica la facultativa entre risas.

La sala de espera del centro de salud de El Acebuche está llena prácticamente a diario y la relación entre el médico y el paciente es muy cercana, pues el diálogo es constante y el seguimiento es diario. Mariam González asegura que ahora mismo no cambiaría "por nada" la vida que lleva ejerciendo su profesión en una prisión. No obstante, confiesa que al principio sí le constó muchísimo la adaptación a este ámbito que no es el convencional para un médico. "Yo venía de un centro de salud de la comarca del Poniente, en la que trabajaba con una población muy marginal. Por eso lo mismo la adaptación fue menos traumática. El 80% de mis pacientes eran inmigrantes. Ahora puedo decir que en la prisión se trabaja con más recursos que en aquel entonces el centro sanitario en el que me encontraba muy sola. Allí veía muchísimos casos de maltrato infantil, de violencia de género..., y no teníamos los recursos que podíamos tener ahora. Recuerda un caso de una embarazada que atendió, inmigrante y que no hablaba español. Era una mujer muy alta que llegó con dolor abdominal. Le hicimos una palpación y un análisis de orina porque tenía infección. Le dimos el alta y a las pocas horas volvió a la consulta y detectamos que traía un feto de cinco meses prematuro. No nos dimos cuenta porque al ser tan alta prácticamente no tenía barriga. El bebé nació vivo pero a los pocos minutos falleció. La mujer había llegado a Almería en una patera y esta historia fue para mi muy dura, como las de maltrato, sin tener centros o a quien derivar a las víctimas. Además, yo trabajaba en turno de tarde, sin psicólogos, ni asistentes sociales ni nada... Toda esta situación aquí en la cárcel es impensable, pues contamos en todo momento con un equipo multidisciplinar con el que trabajamos codo con codo y ante cualquier problema enseguida encontramos solución". Insiste en que "en contra de lo que se pueda pensar, los recursos en prisión son los necesarios".

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