Almería

La cotorra argentina ya está censada en Almería

  • Con más de medio centenar de nidos, en el futuro puede suponer una amenaza para especies autóctonas Ya hay barrios con quejas La mayoría están en la capital

La cotorra argentina es una especie invasora que se ha venido abriendo un hueco entre los aves de la provincia. Se instaló en Almería en la década de los noventa, pero es en los últimos años cuando su volumen se está haciendo mayor. Se reproducen a gran velocidad y podrían rivalizar con otros aves autóctonos como las palomas. Sus ruidos, presentes a casi todas las horas del día, ya están comenzando a hacer estragos en algunos barrios de la capital.

La Asociación Serbal (Sociedad para el Estudio y Recuperación de la Biodiversidad Almeriense) ha venido trabajando en las últimas fechas en el censo de las cotorras argentinas en la provincia. Sus conclusiones son claras, hasta ahora no suponen un riesgo para otras aves, pero debido a su rápida reproducción podrían serlo en periodo de tiempo cercano. José Luis Molina es el coordinador de este recuento, explica que desde que se vieran las primeras cotorras en Almería "su población no ha parado de crecer", siendo cada vez más frecuentes en parques y zonas arboladas de nuestros núcleos urbanos. ARgumenta que es algo que está sucediendo en toda España y "quizás en un futuro se convierta en un problema" y que "se sabe las cotorras podrían llegar a competir con nuestras aves autóctonas, por lo que es recomendable tenerlas vigiladas".

Desde Serbal explican que con el fin de cuantificar el número de efectivos presentes en nuestro país, a lo largo de 2015 la Sociedad Española de Ornitología (SEO-BirdLife) está llevando a cabo el I Censo Nacional de Cotorra Argentina y Cotorra de Kramer, en el que la Asociación SERBAL colabora, organizando y coordinando los censos para la provincia de Almería.

Se trata de dos especies exóticas introducidas por el hombre. Las cuales, al ser muy apreciadas como aves de jaula, han conseguido con escapes y sueltas intencionadas, establecer poblaciones reproductoras en gran cantidad de países, entre ellos España", agrega Molina.

En el caso de la Cotorra Argentina, el censo (ya concluido) se realizó en marzo de 2015, momento en el que se reproduce. Esta especie es muy fácil de detectar gracias a los grandes nidos comunales que construyen mediante el entrelazado de palos. Estos nidos suelen estar formados por varias cámaras en cada una de las cuales suele criar una pareja y en ellos pasa todo el año, evitando exponerse así a las bajas temperaturas o los vientos.

En Almería durante los muestreos se observaron un mínimo de 119 individuos en 50 de estos nidos, algunos de ellos con más de 8 cámaras, estimándose para toda la provincia a priori, unas 95 parejas, pudiendo ser este número incluso mayor, pues en marzo, cuando se realizó el censo, se podaron gran cantidad de palmeras y varios nidos fueron eliminados.

Al igual que sucede en el resto de España, la cotorra argentina en Almería tiene cierta preferencia por entornos alta o medianamente humanizados, estando la mayoría de sus efectivos repartidos por Almería capital y sus alrededores, especialmente en Costacabana, el Toyo y Aguadulce detectándose también su presencia, aunque en menor medida, en Puerto rey, Mojácar y Huércal-Overa.

El principal impacto de esta especie en su lugar de origen son los daños sobre los cultivos y las infraestructuras eléctricas donde ubica sus nidos, lo que supone un gran coste económico. En España actualmente, y exceptuando las molestias por ruido que puedan ocasionar, no hay datos sobre de otro tipo de afecciones. No obstante, en un futuro, la expansión de esta especie podría ocasionar daños a los cultivos o competencia con las especies autóctonas, por lo que debe ser prioritario el seguimiento de sus poblaciones así como estudios que pongan de manifiesto si están ocurriendo afecciones o no.

En Almería la población reproductora está en aumento y este incremento probablemente supondrá una extensión en su área de distribución en la provincia. Respecto a las afecciones, algunos vecinos de barrios con presencia de cotorra si han mostrado malestar y nos han trasmitido sus quejas sobre el ruido que ocasionan estos nidos comunales, y respecto a competencia con especies autóctonas o daños a cultivos, no hemos detectado nada en nuestra provincia.

En el caso de la cotorra de Kramer, el censo está actualmente en marcha (verano-otoño 2015). Esta especie es más difícil de detectar durante la reproducción pues nidifica en huecos de árboles, sin embargo en otoño la especie se junta en grandes bandos para dormir, siendo este el momento que se aprovecha para censarlas. Por ahora la especie ha sido detectada en Aguadulce, Roquetas de Mar y Almerimar.

Para quien no haya tenido la oportunidad de ver a una cotorra argentina, es de tamaño pequeño, de entre 28 y 31 cm de largo, y tiene entre 120 y 140 gramos de peso. Su plumaje es de un verde brillante, con las alas verdes azuladas; la frente, mejillas, garganta, pecho y vientre son grises claros. Su cola es larga y puntiaguda, de color verde, como el dorso; el pico es ocre y las patas son grisáceas.

Es originaria de Sudamérica, de la zona centro y sur, desde Bolivia y Brasil hasta Argentina, Paraguay y Uruguay. Las introducciones por parte del humano, al comprarla enjaulada y liberarla después, la han extendido por numerosos países de América y Europa, como Chile, Canadá, EE. UU., México, Francia, España, Italia, etc. En Argentina originariamente se encontraba sólo hasta el sur de la provincia de Córdoba pero, con el avance del hombre y la forestación que tuvo lugar en la pampa húmeda, hoy día se hallan colonias hasta en el sur de la provincia de Buenos Aires, lo que hace notar su enorme capacidad de adaptación a otros climas y ecosistemas.

En la naturaleza vuelan en ruidosas bandadas a gran velocidad, nunca levantando las alas por encima del cuerpo, y aleteando constantemente. Es capaz de emitir una amplia variedad de chillidos y graznidos, también puede vocalizar o imitar palabras.

Son aves altamente gregarias. Construyen un nido, al contrario que la mayoría de los loros. Nidifican comunitariamente, construyendo nidos que pueden llegar a ser bastante grandes, utilizando ramitas de plantas espinosas entretejidas, y compartiendo cada nido un buen número de parejas. El nido lo ubican en árboles o en estructuras artificiales, como torres de radiocomunicación o tendidos eléctricos.

Ponen de 5 a 8 huevos por nidada, y la incubación dura unos 26 días. Los huevos se adaptan a cualquier tipo de climas templados o tropicales; esto se da por la protección térmica que proporcionan las cámaras de los nidos coloniales.

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