Alhucemas 15

Fuego combinado en Viator

  • Más de de 700 efectivos del Grupo de Regulares y de las unidades de artillería, caballería e ingenieros se adiestran en el campo de tiro y maniobras Álvarez de Sotomayor.

Tropas de infantería neutralizan un polvorín de insurgentes tras ser la incursión aerotransportada en cuatro helicópteros Chinook y Superpuma en el campo de Padul en Granada, mientras otros llevan a cabo, con uniformes y pinturas de camuflaje, una operación de rescate de un rehén de manos de un grupo terrorista en el poblado afgano del campo de maniobras Álvarez de Sotomayor de Viator. A pocos metros se realizan disparos de mortero y fuego  real desde los carros de combate Leopard. Todo bajo la atenta mirada del puesto de observación que ha instalado esta semana en el polígono militar almeriense, uno de los centros de adiestramiento de referencia en España, la Comandancia General de Melilla (Comgemel). Son los ejercicios Alfa en los que vienen participando desde el sábado más de 700 efectivos, en su mayoría del Grupo de Regulares nº 52 con el apoyo de diferentes unidades como la unidad logística nº 24, el regimiento de ingenieros nº 8, el de caballería acorazada Alcántara 10 y el mixto de artillería nº 32 y el batallón del cuartel general. El Grupo de Regulares de Melilla, que presume de ser la unidad más condecorada del ejército español, cuenta en su instrucción en tierras almerienses con media docena de helicópteros (Chinook, Cougar y Superpuma) desplazados por las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra. Los ejercicios llegaron ayer a su cénit con las maniobras beta o fase interarmas en las que se fusionó por la tarde la acción de combate de todos los efectivos de la Comandancia de Melilla con la excepción de los legionarios del Tercio Gran Capitán 1º que tienen previsto realizar maniobras en la instalación de Viator en próximos días. Bajo el nombre Alhucemas 2015, con carácter de fuerza de reacción rápida y enmarcado en el plan anual de instrucción de la Comgemel, se desarrolló desde poco antes de las seis de la tarde y hasta la madrugada la operación de los Regulares, estructurados en tabores, su propia definición de los batallones, con el apoyo de artillería, caballería, ingenieros y medios aerotransportados. No es la primera vez que realizan estas maniobras en la provincia. Son ya viejos conocidos. La orografía tan singular del enclave almeriense, abrupto y escarpado, la calidad de sus instalaciones, con campos de tiro idóneos para poner a prueba a los fusileros, y su clima, uno de los aspectos que ayer destacó coronel Ángel Castilla  Trillo , jefe del Grupo de Regulares, los han convertido en clientes habituales cada año por estas fechas, lo que implica un esfuerzo logístico de consideración con buques de la Armada como barcos de las líneas comerciales con el norte de África en los que tienen que realizar un estoico trayecto que no baja de las ocho horas. La Comandancia de Melilla, considerada de primera respuesta, desplegada en terreno extrapeninsular, está concebida para responder a las capacidades estratégicas tanto de disuasión como de presencia avanzada, así como para ser empleada, de ahí su permanente preparación, en las misiones internacionales. Ya han pisado escenarios de conflicto en Bosnia Herzegovina, Afganistán, Kosovo, Irak, Líbano y Albania y en los próximos meses les llegará un nuevo encargo del Jefe de la Fuerza Terrestre (Futer) del que están directamente subordinados como mando de segundo nivel del Ejército de Tierra. Minutos antes del inicio de su ejercicio beta, el teniente coronel de artillería, Antonio Vázquez Cabrero, jefe de comunicación de la Comgemel, realiza un preciso recorrido por las unidades en el campamento. La primera parada es el puesto de mando. Allí cada mañana, y algunas tardes, se han  ido perfilando los propósitos de las maniobras. El siguiente paso en el itinerario es el regimiento de artillería. Los militares tienen todo a punto para volver a lanzar los obuses sobre el cielo de Viator al caer la tarde. Una batería de campaña y otra antiaérea están preparadas para ser remolcadas a la zona de combate. Todo limpio y bien engrasado, incluyendo los proyectiles sobre una manta en el suelo, para que nada falle en el momento del disparo. Siguiente punto los vehículos de combate del regimiento acorazado. Allí los mecánicos y operarios también tienen a punto los carros Leopard y transporte oruga TOA Mortero con más precisión, movilidad y potencia de fuego que antaño con un margen de error de 20 metros en el tiro fácil de corregir. Detrás de la polvareda hay también un par de "Búfalos" para recuperar los Leopard con pluma incluida. La última de las paradas es la de infantería. Los Regulares exhiben su potencial armamentístico, del rifle de asalto al de precisión con los contracarro Spike sobre una mesa. Al fondo quedan aeronaves en reposo. La acción estaba aún por llegar y llegó. Hoy toca volver a Melilla tras comprobar el buen funcionamiento de las unidades.

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