Almería

Cuenta atrás para la posible condena de Jonathan Moya

  • El jurado popular recibió ayer el objeto de veredicto y el acta que deberán rellenar para declarar la culpabilidad o no del presunto raptor y asesino, que se enfrenta a 26 años

Ya no hay marcha atrás. El destino de Jonathan Moya está cada vez más cerca de ser sellado después de que el jurado popular recibiese ayer los objetos de veredicto y las actas que deberán rellenar para declarar al joven de 28 años culpable o no de los delitos de detención ilegal y asesinato de los que es acusado por la muerte de la bebé onubense de 16 meses Míriam Cuerda, por los que el Ministerio Público interesa una pena de 26 años de prisión.

Fueron más de 50 minutos los que el magistrado Luis Durbán gastó en explicar a los nueve miembros del jurado como debían llegar a cabo la deliberación y votación que fructificarán en un veredicto con el que él tendrá que dictar una sentencia que sea acorde. Tras esto, sobre la una menos cinco de la tarde, comenzó un aislamiento del mundo exterior que los obliga a permanecer ajenos a todo lo que sucede fuera de su retiro, hasta tal punto que le fueron retirados los móviles.

El magistrado Durbán aseguró haberlos vistos "con los cinco sentidos puestos" en todas las declaraciones y pruebas practicadas durante los cinco días que duró la vista oral durante la semana pasada, pero les instó a guiarse por tres "ideas básicas" a la hora de llevar a cabo su labor: la independencia, la responsabilidad y ser conscientes de que no son juzgadores de hecho.

"Ustedes son aquí los jueces y deciden con total independencia, valorando lo que consideren oportuno y votando lo que consideren correcto, sin dejarse influir por nadie, especialmente personas externas; con imparcialidad y sin odio. La ley quiere que no sean expertos en derecho, por lo que no tienen que decidir sobre la aplicación de normas jurídicas, sino que en su fuero interno estén convencidos de que un hecho ha ocurrido o no", añadió.

Por lo demás, la intervención de Durbán fue muy técnica y centrada en los distintos aspectos que los jurados deben tener en cuenta, guiándoles certeramente en el desempeño de su función. No obstante, tuvo tiempo para una advertencia relacionada con Raúl Ríos, amigo de Jonathan Moya, desimputado en la causa y que declaró como testigo, al que el acusado intentó incriminar y culpar, tanto de la muerte de la bebé, como de haber planeado la presunta venta de la misma.

"Durante el juicio, habrán escuchado la versión del acusado aludiendo a otra persona, algo que es legítimo, pero recuerden que no tienen que valorar la conducta de nadie más porque no hay más personas acusadas; ha podido estar imputado en una fase inicial pero lo cierto es que la vista oral no se ha celebrado contra nadie más que el acusado", dijo.

El propio Jonathan Moya manifestó el pasado viernes durante su alegato final:"soy culpable, merezco pasarme varios años en la cárcel porque no llevaba una buena vida en la calle, ni para mí, ni para mi familia, ni para los demás".

Aparentemente, el acusado reconocía ser el autor de la muerte, y más después de que su abogado, José Ramón Cantalejo, dijese en la sala que éste confesaba haber cometido la detención ilegal y el homicidio. Pero no fue así, con un claro "no soy un asesino", Moya sorprendió a todos.

Aun en el último momento, después de que el fiscal David Calvo y el letrado Julián Cazorla -en nombre de Gema María Cuerda, madre de la niña- arremetiesen contra él y mantuviesen sus peticiones de 26 y 29 años de cárcel, el único procesado en esta causa negó que hubiese golpeado con un "objeto contundente", envuelto en papel film y arrojado a una balsa.

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