-¿Seguimos siendo una sociedad machista?

-Sí, por supuesto. La base de la violencia de género es el machismo, el machismo está en el ADN de todas las culturas, sociedades y países. Además, hay un micromachismo sutil. Si ahora mismo le preguntamos a cualquier persona en la calle si está de acuerdo de que los hombres asesinen a las mujeres, no nos encontraremos a nadie que diga que sí, todo el mundo alzará la voz contra ese asesinato, sin embargo, parece que luego siempre hay un 'pero' que excusa; parece qué ella lo provoco, qué ella lo aguanto... Siempre hay un machismo sutil que al final a la víctima la convierte en la agresora.

-Se trabaja con las mujeres y con los niños y jóvenes, pero ¿no habría que trabajar con los hombres?

-Con los hombres se trabaja, pero con los hombres agresores y se hace desde dentro de la cárcel como medidas cautelares que toman los jueces. lo que ocurre es que no son hombres enfermos, sino machistas y es muy difícil erradicar ese machismo en edad adulta. Desde el instituto estamos trabajando desde 2014, porque así lo vimos necesario, con chicas y chicos mediante campañas en los institutos de la provincia. El programa se llama El amor no se mide y va dirigido a chicas y chicos. Dentro del aula se incide en que ellas sepan detectar cuáles pueden ser las relaciones tóxicas y ellos detecten que comportamientos son erróneos y los que provocan esa violencia.

-Por tanto, ¿en la educación hay que trabajar con ambos sexos?

-Por supuesto, en educación hay que trabajar con ellas y con ellos. El problema está cuando son adultos y estamos hablando que ya son agresores consolidados. Ahora en esos casos trabaja Justicia con ellos, pero es difícil.

-El empleo es un factor clave para que las mujeres abandonen el foco de violencia.

-Estamos haciendo un análisis de todas las reformas que se han llevado a cabo en estos últimos cuatro años, porque algunas han incidido negativamente. Una de las que ha incidido más en desequilibrar la igualdad ha sido la reforma laboral, que ha provocado que la mujer esté ocupando puestos de trabajo de forma temporal aunque estén todo el día trabajando. Son trabajos precarios que no les permiten la independencia económica y, por tanto, existe una mayor dependencia con el agresor. No podemos olvidar que el agresor ejerce violencia económica hacia la mujer al no darle dinero, al prohibirle que saque dinero del banco... Por ello, el sistema laboral que ahora mismo se ha diseñado no es el más adecuado para permitir que la mujer se emancipe.

-¿Hay otras reformas que hayan afectado negativamente?

-Sí, hay que hablar que dejar de apostar por la Ley de Dependecia, que es una ley con mirada de mujer, porque es donde se ha creado más empleo en especial en el ámbito rural, es un error. Cuando el gobierno central deja de apostar por esta Ley es dejar de apostar por el empleo femenino en el ámbito rural.

-Para finalizar, los casos de violencia entre jóvenes aumentan. ¿Qué está fallando?

-Es verdad que es algo que nos puede decepcionar a la sociedad del siglo XXI. Tenemos un desarrollo legislativo que han permitido aumentar las denuncias y proteger a las mujeres, pero hay una generación que ha nacido en democracia y que vive bajo el paraguas del espejismo de la igualdad. Piensan que se han conseguido todas las cotas de igualdad y eso no es cierto. Es decepcionante para generaciones adultas que hoy los jóvenes sigan siendo machistas. Hay que hacer un análisis, porque pienso que no se ha trabajado la igualdad con el esfuerzo que requiere. Hay que implicar a toda la sociedad y aprender a educar en igualdad desde la familia, porque no lo hemos asumido. Quizá se ha dejado la responsabilidad a otras personas.