Los jóvenes no solo encuentran dificultades para encontrar trabajo, cuando lo hacen, las carancias económicas forman parte de su vida. Tienen entre 20 y 35 años, lograron independizarse desde finales de los 90 hasta mediados de la primera década del nuevo siglo y son uno de los principales perjudicados de esta crisis.

Almería está viendo como sus jóvenes están cayendo en el drama del paro justo cuando acaban de finalizar su formación o incluso meses después de adherirse al mercado laboral. No obstante, es una de las provincias más perjudicadas en este ámbito, con un 50% paro juvenil. Una situación que genera un profundo debate en la sociedad almeriense y que ha sido motivo de jornadas en distintos ámbitos académicos como la Universidad de Almería. Pero quien tiene trabajo, tampoco las tiene todas consigo. Tres de cada diez jóvenes piensan que tienen riesgo de perder su trabajo en los próximos meses según un estudio realizado por el Observatorio de la Juventud. De estos, la misma proporción cambiaría su actual trabajo por no pertenecer a la rama que prefiere o, simplemente, porque no lo contemplaba en su pasado. Todo esto ha llevado a los almerienses a buscar un nuevo destino. Desde 2009, más de 6.000 almerienses se han empadronado en otro país según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El fenómeno de la inmigración siempre ha estado presente, pero se caracteriza por agudizarse cuando la economía se convierte en un inconveniente para mantener la estabilidad en el país donde se nace o se crece. Almería no es un caso aparte. De hecho, esta es una de las provincias españolas más dañadas por el desastre financiero. Pero hay más aspectos en los que los jóvenes están sufriendo las consecuencias de la crisis, como por ejemplo, en el compromiso. No registraba Almería una crisis de matrimonios tan grave desde hace cuatro décadas. En cinco años se han perdido más de 1.250 bodas. Los menores almerienses de 35 años que trabajan cobran anualmente un sueldo medio de 10.200 euros, poco más de 800 al mes La situación del empleo juvenil en la provincia almeriense pasa por un momento trágico, eso no es ninguna novedad. Hay quienes deciden formarse para mejorar su cualificación y otros que tiran la toalla y deciden marcharse al extranjero. El saldo migratorio entre los jóvenes ya es negativo.