Almería

"Me sentí aislado y sin poder salir, pensaba que no saldría de allí"

  • El piloto de 84 años accidentado en Almerimar dice que tuvo que "dejarse caer" al no poder comunicarse con el aeropuerto

El piloto de la avioneta accidentada en la costa almeriense es un vecino de Melilla de 84 años, Renato Jiménez, quien tuvo que amerizar tras sufrir una avería eléctrica y después nadó unos 40 metros hasta la costa, aunque no pudo salir y pasó unas catorce horas en el agua antes de ser rescatado.

Así lo ha relatado hoy a Efe este empresario jubilado de origen murciano, residente en Melilla desde hace 50 años y amante de la aviación, que antes de volver a su hogar exclama: "Es una historia como para no repetirla. No vuelvo a montarme en un avión en mi vida!".

Jiménez despegó a las 17 horas del domingo desde el aeródromo Los Martínez del Puerto, en Murcia, ya que a su avioneta "se le caducaba la documentación el 2 de febrero y tenía que llevarla a Córdoba", pero el hombre "andaba mal de tiempo" y acordó con el servicio técnico dejar la aeronave en Almería. Precisamente se trataba de la última de las siete aeronaves que ha llegado a poseer "por afición" este amante de la aviación, que obtuvo su primera licencia como "piloto de vuelo sin motor" con 15 años y que practicaba esta actividad "muy a menudo".

"Me faltaba poco para llegar a Almería cuando el avión tuvo una avería eléctrica y me quedé sin comunicación, no tenía ningún instrumento", a excepción de un teléfono "con poca batería" con el que intentó comunicarse sin éxito.

Ante la imposibilidad de anunciar su presencia, descartó acceder "al espacio aéreo de Almería" porque "podía producir una colisión, había un gran riesgo", por lo que optó por buscar "un sitio donde dejarme caer" y planeó a lo largo de la costa.

Así continuó hasta que eligió un punto que le pareció "adecuado, aunque, por cierto, no lo era" para realizar el amerizaje cerca de la costa en la barriada de Almerimar, en El Ejido. "Lo volvería a hacer mil veces", insiste Jiménez, quien relata cómo tras hacer la maniobra lo mejor que pudo, la avioneta "comenzó a hundirse".

El hombre nadó los 40 metros que lo separaban de la orilla aunque al llegar se encontró con "la sorpresa de que aquello era como un descampado", apunta refiriéndose al paraje natural Punta Entinas Sabinar, donde se vio "aislado y sin poder salir, porque todo era pantanoso y si intentaba dar un paso me volvía a hundir".

De esta forma buscó "unos matorrales" entre los que pasó la noche "temblando", desde las 18 horas del domingo hasta las 9 horas del lunes, "en el agua, sin nadie que me asistiera, sin teléfono con el que poder dar avisos, sin nadie que me viera". "Durante la noche pensaba que no saldría de allí porque cada vez aquello iba a más y yo estaba ya hecho un témpano de hielo, dando tiritones, sin saber dónde agarrarme o cómo moverme, porque si me movía, me hundía más".

Sin embargo, con las primeras luces del día, vio "un poco de tierra firme y algunas pisadas" que empezó a seguir y que lo llevaron a encontrar huellas de bicicletas, y a continuación a una pareja que llamó a la Guardia Civil.

"No sé ni cómo pude salir de allí", repite el hombre antes de recordar cómo una ambulancia lo trasladó hasta un hospital ya que presentaba "una hipotermia, no podía hablar, no me podía mover ni andar". Tras recibir el alta médica, Jiménez dice sentirse mejor, aunque aún tiene "dificultad para andar".

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