Almería

Un ángel en Lesbos

  • El almeriense Antonio Giménez Baldán fue socorrista en las costas fronterizas entre Grecia y Turquía para rescatar a los refugiados sirios que llegaban en bote

Auténticos dramas humanos con ganas de poder ver la luz y llegar a tierra firme para emprender otra vida, otro camino. En ese navegar hacia la esperanza, le espera en el mar el que puede ser denominado su ángel de la guarda o la persona que va a cuidar de que su seguridad desde ese momento. El almeriense y estudiante de la Universidad de Almería, Antonio Giménez Baldán, formó parte del equipo de rescate acuático de Proactiva Open Arms que fue destinado a la Isla de Lesbos para rescatar refugiados sirios.

Giménez Baldán recuerda momentos de mayor complejidad en su labor en Lesbos: "Durante el tiempo que estuve en la isla, los problemas que podíamos tener con los refugiados eran cuando estos venían en número muy elevado de botes al mismo tiempo, un verdadero reto logístico para actuar e interceptar la mayor cantidad de botes posibles. Otro problema habitual era la desesperación de los mismos y las ansias de llegar a tierra; Si el pasaje del bote se encontraba muy alterado, las labores de rescate se agravaban. Todo esto sin contar con los rescates nocturnos, que eran verdaderas odiseas cuando acompañaba el mal tiempo.

El trabajo tenía su recompensa emocional: "La mayor satisfacción era cuando veías los rostros de los refugiados: cansados y extenuados pero aun así, capaces de transmitirte un "muchas gracias por todo" con sus gestos. Los que verdaderamente nos dedicamos al socorrismo acuático no necesitamos de la motivación extrínseca, pues esto es algo intrínseco, que sale desde muy dentro de nosotros, es una voz que nos empuja a ello. La mayor satisfacción posible ha sido poder estar ayudando al pie del cañón".

La labor del estudiante de la Universidad de Almería en la Isla de Lesbos era diferente cada día, aunque tenían cierta similitud: "Por la mañana, empezábamos las guardias de vigilancia a las 7:00 con los primeros rayos del sol. Cuando se hacía las guardias, parte del equipo vigilaba y otra parte descansaba. Si empezaban a llegar botes, ambas partes se activaban y empezaban los rescates. No teníamos un horario fijo, debido a que constantemente estábamos cambiándolo. Siempre teníamos que retrasar los almuerzos y las cenas o salir disparados en mitad de la comida. Ya por la mañana empezábamos a recibir botes y a interceptarlos. Era un trabajo muy continuado, descansando en la espera entre un bote y otro, aunque a veces no había espera, recibiendo varios botes al mismo tiempo en la misma área".

El almeriense detalla cómo eran las labores de rescate: "Consistía en interceptar el bote y conducirlo hacía una zona segura, en la cual se lleva a cabo una evacuación del pasaje mediante un anclaje del bote a la costa. Para hacer este anclaje, nos colocábamos dos socorristas en la proa y otros dos en la popa (normalmente ocupaba este lugar, pues el agua cubría más y mi altura lo compensaba). Los encargados de la popa desconectaban el motor para evitar problemas y el bote se direccionaba formando una perpendicular con el sentido de las olas. De esta manera se evitaba que el bote se volcase cuando hacía mal oleaje. La extracción del pasaje se hacía por la proa, pues era la única parte del bote que estaba situada en tierra. En el caso que se tratase de un pequeño barco o un barco como hemos tenido a veces, se buscaba la forma más idónea para su evacuación, que normalmente era por la parte de la popa (al revés que en los botes) ya que en su mayoría, la popa está menos elevada que la proa y por tanto más accesible".

Giménez Baldán reivindica una mejora en la situación: "Se necesitan apoyos económicos para los equipos de rescate que hay en la zona, son equipos voluntarios y no están contratados por ningún gobierno. También se necesitan material médico, apoyo logístico, artículos de primera necesidad... Pero realmente, lo que se necesita es que Europa se haga cargo de la situación y cree un pasaje seguro para los refugiados, así como un plan de acogida".

El almeriense quiere seguir trabajando en el terreno de socorrista acuático y profesional para el rescate: "Aún me quedan bastantes años dentro de esta profesión y especializaciones varias. Dentro del voluntariado dependerá de la situación pues, aunque uno quiera seguir de voluntario, tiene responsabilidades que a veces no permite compatibilizar ambas cosas. Como ha ocurrido actualmente, pues hubiese deseado volver al rescate de refugiados, pero por motivos de estudio universitario no puedo permitírmelo".

El profesional para el rescate señala que ya contaba con experiencia: "Antes de entrar en la ONG, estaba trabajando con Proactiva Serveis Aquàtics en Barcelona, como socorrista de playas hasta finalizar la temporada en Septiembre. Fue a mediados de noviembre, cuando empecé a formar parte del equipo de rescate en Lesbos y el 20 de noviembre cuando pisé la isla por primera vez. Estuve dos semanas".

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