Almería

Partidos subidos en el tren del postureo

  • Fracasa, por el veto del PP, el intento de un acuerdo conjunto en la Comisión de Fomento Sólo el PSOE pregunta por la mejora del ferrocarril convencional

En la legislatura más corta de la democracia no sólo ha fracasado el intento de formar Gobierno. A las puertas del Congreso también ha descarrilado el ferrocarril de Almería y las reivindicaciones del conjunto de los agentes sociales por un tren digno. Los partidos, después de decenas de reuniones e instantáneas, en los vagones del Talgo y en las salas y pasillos de la Cámara Baja, no han sido capaces de sellar un acuerdo conjunto en la Comisión de Fomento con el que defender la necesaria lucha ante el Gobierno en funciones por la mejora de las comunicaciones ferroviarias, ancladas en el siglo pasado por el desmantelamiento de servicios y una preocupante falta de inversiones, sobre todo en la última legislatura presidida por Mariano Rajoy. Después de conseguir que hasta los partidos nacionalistas vascos y catalanes aceptaran debatir una iniciativa que recogía las demandas que los propios integrantes de la Mesa del Ferrocarril habían depositado días antes en los despachos de la Carrera de San Jerónimo, el PP rompió la unanimidad necesaria para presentar una cuestión que no recoge el orden del día. Llegó fuera de plazo y la búsqueda del consenso para poder plantearla que abanderó la socialista Sonia Ferrer se estampó de bruces con la negativa del diputado del PP Juan José Matarí en la última de la comisiones de Fomento. Una muestra más de la incompresible falta de entendimiento de los dos grandes partidos a la hora de unir voluntades en defensa del interés de los almerienses, después de la postura favorable que mantenían tanto Ciudadanos como Podemos a sentarse a negociar un "papel" que plasmara su aceptación y que dejara constancia de su unidad a la espera de un nuevo Gobierno.

Otra oportunidad perdida que contrasta con la cordial y señorial recepción que brindaron en el Congreso todas las fuerzas, con sus portavoces, a los integrantes de la Mesa del Ferrocarril a los que acompañaron en sus viajes desde Almería a Sevilla y Madrid.

Semanas antes lo comenzó a fraguar el diputado nacional de Ciudadanos, Diego Clemente, que llegó a iniciar conversaciones con socialistas, populares y con el único representante de Podemos, el sevillano David Bravo. Pero la negociación se diluyó, como los estériles intentos de los partidos de alcanzar un pacto, olvidando el compromiso que hicieron en la campaña de las generales en un foro promovido por la plataforma ciudadana Califal. La legislatura más breve también ha sido la del postureo, la de las fotografías de compromisos sin cumplir y los anuncios que se perdieron. Sólo el PSOE presentó una pregunta en el Congreso relativa a medidas que deberían acometer Renfe y Adif para mejorar las conexiones ferroviarias de Almería, las que había planteado la Mesa que no requerían esfuerzo inversor, y otra relativa a la parálisis y plazos para la culminación de la línea de Alta Velocidad entre Almería y Murcia. También el diputado de Ciudadanos preguntó por el AVE, pero las dos cuestiones quedan sin respuesta por un Ministerio de Fomento que ni estaba ni se le esperaba. En el Senado fue Juan Carlos Pérez Navas, portavoz del PSOE en la capital, el que le hizo llegar al Ejecutivo en funciones la inquietud de la provincia por la falta de fondos para los tramos del Corredor Mediterráneo en la provincia, aunque la mediación para que el secretario de Estado de Infraestructuras recibiera a la Mesa del Ferrocarril la realizó el popular Eugenio Gonzálvez. La fuerte presión de los almerienses propició que de aquel encuentro con los responsables de Renfe y Adif se diera paso a una reunión con la ministra de Fomento, Ana Pastor, otra cita para olvidar por su falta de concreción y lapsus, como el de cargarse a la primera de cambio el tráfico mixto que ya habían venido planteando en la línea de Alta Velocidad low cost de vía única entre Almería y Murcia.

Más allá de los anuncios de una ministra en funciones que quiso desmontar el "agravio" de la isla almeriense planteando ciudades que están peor en comunicación ferroviaria, el diputado nacional Rafael Hernando optó por llevar al Congreso una Proposición no de Ley para el desarrollo de las actividades planificadas en alta velocidad en España. Documento que no deja de sorprender en una provincia históricamente aislada porque lo mismo defiende el AVE a Murcia que las conexiones entre Barcelona y Francia, Santiago y Vigo, Olmedo y Zamora.

Diputados de otras provincias, además de recoger la credencial, como los de Tarragona, Murcia, Zaragoza, Málaga o Girona, han presentado preguntas escritas al Gobierno saliente sobre su tren convencional o la integración de sus ferrocarriles. Los de Almería no han sido capaces de llevar a las Cortes el mensaje de cohesión que la sociedad ha planteado con su reivindicación unánime. Era su única utilidad porque todas las iniciativas que no hayan salvado la primera fase de tramitación mueren con el nuevo Gobierno. En campaña volverán a batallar cada uno por su lado las carencias del tren, exhibiendo en Almería financiación y obras inminentes que olvidan nada más aterrizar en el aeropuerto de Madrid. Al igual que tantas otras cuestiones, la defensa política del ferrocarril descarriló en el Congreso.

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