Almería

Vudú y amenazas a su hija para prostituir a una joven nigeriana

  • La Policía Nacional libera a una mujer obligada a ofrecer servicios sexuales que llegó en patera

Vudú y amenazas a su hija servían para obligar a una nigeriana a prostituirse en las calles de Almería y en una vivienda de Roquetas de Mar. Un peligroso combinado para nada inédito en la provincia, que servía como excusa para que la víctima se viese encadenada a una tratante a la que debía abonar 30.000 euros, una deuda que según sus explotadores había contraído tras llegar al país en un viaje organizado en patera desde Marruecos.

Con la puesta en marcha del Plan Policial Contra la Trata de Seres Humanos con Fines de Explotación Sexual, hace ya más de tres años, se potenció la especialización de un importante número de policías en esta materia y se intensificó la labor de detección de posibles víctimas del delito, así como la investigación de las organizaciones y grupos dedicados a esta forma de delincuencia organizada. Esto permitió que, a finales del año pasado, la Policía Nacional localizase en las calles de Almería a una mujer que ejercía la prostitución.

Rápidamente fue identificada como una posible víctima de la explotación sexual, por lo que los agentes mantuvieron una entrevista con ella, en la ésta manifestó que se encontraba bajo las órdenes de una compatriota, F.O., de 41 años, quien amenazaba con dañar a su hija menor de edad, a la que incluso había llegado a golpear, para forzarla a ejercer como prostituta. La víctima y su niña fueron liberadas y F.O. detenida.

Los policías averiguaron que la tratante contactaba con un hombre en Nigeria cada vez que necesitaba chicas nuevas a las que explotar. Éste, previo pago, se encargaba de captarlas y hacerlas llegar a España, trasladándolas por vía terrestre hasta Marruecos. Desde allí cruzaban el Estrecho de Gibraltar en peligrosas travesías en patera hasta las costas españolas.

Antes de salir de Nigeria las víctimas eran sometidas a rituales de vudú a modo de pacto, pacto por el que el tratante se comprometía a organizar y financiar el viaje y las víctimas. A cambio debían jurar que no iban a causar problemas ni a recurrir a la Policía y, por supuesto, que iban a pagar su deuda.

La joven liberada fue captada en Nigeria por este hombre que, viendo la situación de necesidad en la que se encontraban tanto ella como su hija, le prometió una vida mejor si venían a España. Tras someterse a los correspondientes rituales y ser trasladada hasta España, la víctima recibió instrucciones para viajar a Fuenlabrada, donde fue informada de que había contraído una deuda de 30.000 euros que debía saldar ejerciendo la prostitución en la vía pública.

Posteriormente fue obligada a trasladarse hasta Roquetas de Mar, donde la explotadora residía y regentaba un bar en el que la víctima debía continuar ejerciendo la prostitución y que también utilizaría como alojamiento. Durante las horas que la joven debía ejercer la prostitución su hija quedaba al cuidado de la explotadora.

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