Almería

Fran Cazorla, un apasionado de las letras convertido en escritor

  • El almeriense gestiona la Biblioplaya de El Palmeral y prepara nuevos proyectos

Fran Cazorla pasa las tardes sentado frente a un bloc de notas mientras empuña un bolígrafo. Dice que el novelista trabaja todos los días y que todos ellos tienen manías. Él se denomina un "escritor de café". Pasa las tardes en algunas de los establecimientos más emblemáticos de la capital viendo pasar el tiempo con una taza como única compañía mientras las ideas salen de su cabeza. De repente, brotan y surgen obras de gran éxito como sus dos últimas novelas: "Los amores que te debo" y "Empotrada por amor", este último proyecto vio la luz hace apenas cuatro meses.

Nació en Darmstadt, Alemania y se trasladó a vivir con seis años a la provincia. En La Herradura, una barriada de Sorbas pasó su infancia inmerso en historias de misterio y aventuras. "Mis padres son gente humilde de pueblo y a mí siempre me gustó leer. Ellos me facilitaban todas las obras que quería normalmente de aventuras y misterio, como cualquier niño, hasta que descubrí a Gustavo Adolfo Bécquer", confiesa el joven escritor que se considera fan de la prosa del conocido literato y destaca, sobre todo, sus Leyendas.

Con el firme deseo de escribir un libro comenzó la Lincenciatura de Humanidades en la Universidad de Almería y en noviembre del año 2013 inspirado por sus libros favoritos publica "El Reloj" y poco tiempo después vuelve a las librerías con la novela juvenil "Me querrás en once días".

Ahora, inmerso en la creación de Letras de Esparto, una Asociación Cultural y Literaria que verá la luz el próximo mes de octubre y en la creación de nos nuevas novelas que publicará en el año 2017, Fran Cazorla gestiona la Biblioplaya de El Palmeral donde sus novelas están teniendo bastante éxito y lleva a cabo actividades que pretenden dar a conocer a algunos de sus compañeros almerienses. "Aquí hay mucha calidad", dice.

Confiesa que no tiene miedo a arriesgar en sus obras, que todo sale de su cabeza y luego las redes sociales, algo que considera impredecible para el contacto con el lector, hacen el resto.

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