Almería

Reforma laboral: los que más la necesitan

LA situación del mercado de trabajo toma tintes dramáticos: el total de parados en España es el más alto de nuestra historia y en el último año se han destruido todos los empleos creados en los últimos cuatro. La última EPA refleja que estamos a punto de perder la cota de los 19 millones de empleados en España y que Andalucía ya está por debajo de los 3 millones. El empleo se destruye a tasas de casi el 7% en el conjunto de España (8% en Andalucía). Pero esta destrucción no se distribuye por igual entre todos los trabajadores: casi la totalidad se centra en la población de menos de 35 años y entre aquéllos con educación obligatoria o inferior. Es más, todo el empleo destruido el último año es empleo temporal. La flexibilidad de salida de nuestro mercado de trabajo es extrema pero no se distribuye de manera igualitaria entre todos los empleados: son sólo el tercio de trabajadores con contrato temporal los que sufren de manera totalmente injusta el ajuste de plantillas que las empresas están realizando cada vez con mayor intensidad.

Esta semana ha surgido una "Propuesta por la Reactivación Laboral en España" (www.crisis09.es) que identifica la causa fundamental de este comportamiento en la dualidad existente entre trabajadores temporales e indefinidos. En España existen básicamente dos formas de contratar cuya diferencia fundamental es el coste asociado con el despido: un trabajador con contrato temporal puede ser despedido con un coste de entre 0 y 8 días por año trabajado, mientras que con un contrato indefinido el coste de despedir es de 45 días, en la mayoría de los casos. Es esta enorme distancia en coste lo que impide que las empresas afronten la contratación de manera más racional.

Por ello, se propone acabar con la excesiva flexibilidad actual mediante la sustitución de los contratos actuales por una nueva figura para las NUEVAS contrataciones (los derechos de los actuales empleados permanecen inalterados): un contrato único que ofrezca algo más de 8 días de indemnización durante el primer año de trabajo, creciendo dicha cuantía de manera más suave, hasta alcanzar un máximo por año trabajado en el entorno de lo existente en la OCDE.

Pero esto no es suficiente. También se necesita un mayor esfuerzo de formación con los parados más desaventajados. De hecho, la necesaria mayor cobertura en subsidios por desempleo mientras dure la crisis debería ofrecerse junto a programas de formación para los 240.000 andaluces que han perdido su empleo el último año y que cuentan, en su mayoría, con un nivel de cualificación muy bajo. Estos cursos deberían centrarse en futuros nichos de empleo como son, por ejemplo, las tareas relacionadas con la dependencia. Además deberían ofrecerse de manera más competitiva, tratando que se realicen básicamente en los centros que han demostrado especial eficacia en la formación y colocación de sus alumnos en el pasado.

En definitiva, como ha dicho el nuevo presidente andaluz: debemos centrar nuestros afanes en los que más lo necesitan. Los que más necesitan que cambien nuestras instituciones laborales y que les apoyemos de manera decidida en este difícil momento son los jóvenes y aquéllos con nivel educativo bajo. La formación de éstos es una tarea imprescindible para el cambio de modelo productivo que necesita nuestra región.

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