Crónicas desde la Ciudad

El Teatro ApoloDe sus orígenes a la restauración

  • Concluidas las obras de rehabilitación del emblemático Teatro Apolo, la Reina lo reinauguró el día 24 de noviembre de 1993. Doña Sofía hizo lo propio dos años antes con el Auditorio Municipal "Maestro Padilla"

LA seda por el percal, sin que desmerezca el percal. La suspensión de las representaciones previstas este fin de semana de Cante hondo en el Café de Chinitas, espectáculo liderado por la bailaora Cristina Hoyos, nos obliga a un cambio de tercio. El recambio natural, por historia y arquitectura, era sin duda el recoleto y entrañable teatro Apolo. Es decir, el espacio escénico de mayor antigüedad de la capital: 39 años más que el Cervantes y 109 que el Maestro Padilla. Y el más "misterioso" en sus orígenes, arquitecto, propietarios, etcétera. Gestación a la que trataremos de dar repuesta con la mayor claridad posible dada la escasísimas referencias bibliográficas de que hasta ahora disponíamos. Por ejemplo, la preceptiva ficha del Pgou -protegido grado 2- tampoco aporta antecedentes históricos, salvo adjudicar el proyecto, erróneamente, a Trinidad Cuartara.0

En el último tercio del XIX comenzó la urbanización de las feraces huertas que desde San Sebastián se extendían hasta la primitiva rambla de Belén. Al tiempo que el Ayuntamiento le asignaba un número de "cuartel" (división parcelada a modo de los actuales distritos), procedían a rotular las nuevas vías con nombres "sonoros"; de ahí las de Talía y Calderón, aunque no porque en "tiempos remotos" allí se alzase teatro alguno, del que no hay pruebas que lo documente. ¿Un teatro a extramuros, alejado del centro urbano, en medio de la Vega? No es creíble. El único Calderón de la capital abrió sus puertas en diciembre de 1881 y estaba ubicado en la desamortizada iglesia de San Pedro el Viejo, del Sagrado Corazón o de los Jesuitas (actual de las Esclavas del Stmo. Sacramento). Se anunció indistintamente como Salón de San Pedro.

Coincidiendo con la construcción de la Compañía de María y del proyectado nuevo Mercado de Abastos, en la rambla de Hileros (antes y posterior de Pescadores, Calderón y Obispo Orberá), la sociedad Los Veinte (ampliada), a quien algunos autores aseguran su filiación masónica, adquirió terrenos de la huerta Los Arcos, de María de Burgos, donde alzar un coliseo. Para ello emitieron acciones con el fin amortizar el empréstito solicitado.

En abril de 1881 las obras avanzan a buen ritmo: "(Crónica Meridional) Debemos poner en conocimiento de nuestros abonados que el teatro que se está levantando en la rambla de los Hileros, sigue muy adelante en su construcción, pues además de haberse empezado a colocar los sillares sobre los cimientos de los muros exteriores, se está trabajando con gran actividad en la parte que ha de formar el escenario". En febrero del año siguiente ya estaba concluido a falta de ciertas medidas de seguridad en la fachada, según comunica el Municipio a Sebastián López Muñoz, gerente de Los Veinte -maestro armero, este sí, reconocido masón-, y de que es el gobernador Civil quien debe certificar la viabilidad de la obra y conceder el oportuno permiso de apertura. Los avisos en prensa de Los Veinte siempre se refieren a ella como sociedad recreativa, organizadora de bailes y representaciones teatrales por y para sus propios asociados; ocupaba la planta superior de San Pedro el Viejo. El gacetillero nos pone en antecedentes de reveladores detalles interiore y, para que no quepan dudas, del profesional que lo hizo posible: "El salón que ya empieza a decorar esta Sociedad… consignamos con gusto que la preciosa cornisa que se destaca sobre las arcadas de su elegantes palcos, reúne a la belleza el gusto más acertado, dándole mayor realce sus bien ejecutados adornos de relieve, de severo orden griego. El techo, es trabajo de los renombrados artistas Sres. Busato y Bonardi… Las decoraciones, obra también de estos hábiles pintores, se esperan de un momento a otro… prometiendo la Sociedad constructora que en los últimos días del mes de abril puede tener lugar la primera función inaugural…

Pero no dejaremos de tributar un merecido elogio a nuestro apreciable amigo D. Enrique López Rull, Arquitecto Provincial, que con su creciente actividad, reconocida inteligencia y claro talento, ha logrado ver reunidos el mérito con los detalles y la belleza y la armonía en el conjunto, luchando con las imprescindibles condiciones de economía que han presidido a todos estos trabajos". Aclaro que en el Archivo Municipal no existen planos ni memoria de la comisión de Ornato. Se cumplieron las previsiones. El jueves 27 de abril de 1882 fue inaugurado por la compañía dramática del eminente actor Rafael Calvo, poniendo en escena La vida es sueño, de Calderón de la Barca, y el "juguete" Esos son otros López. Éxito absoluto de público y crítica que se reprodujo durante los 16 días que duró el abono y dos más a beneficio del director y de los actores, con obras del citado Calderón, Echegaray, Lope de Vega, Tirso de Molina y Shakespeare. Los espectadores pudieron acomodarse en palcos y plateas, butacas de patio y anfiteatro, hasta un aforo aproximado de 500 localidades.

El siguiente gran hito musical se produce con la presencia en Almería del insigne guitarrista Francisco Tárrega. "Procedente de Londres, Viena y París llegará muy en breve a esta capital el sin rival concertista de guitarra D. Francisco Tárrega…". Su debut se produce el 8 de febrero de 1890, interpretando entre otras composiciones Boleras y Panaderas de Arcas y, de auténtico clamor, la Gran Rondeña. Repitió triunfo el día 20, ahora acompañado por los profesores del sexteto Sánchez (abuelo y tíos-abuelo del maestro Padilla). Durante su estancia almeriense se hospedó en la casa de La Cañada de su amigo Antonio de Torres, una de cuyas guitarras "leona" tañía. Con nuevos gerentes el Apolo se reconvierte en Café cantante en medio de un considerable escándalo; aventurando la prensa conservadora los actos inmorales que allí se cometerían y la práctica de juegos de azar prohibidos.

El Gobernador Civil lo autoriza y en octubre de 1896 inicia su andadura; en diciembre debuta "el célebre cantador del género andaluz Juan Breva, con las también conocidas La Gaditana y la Garabita chica". Hasta después de Navidad el malacitano pone el cartel de no hay billetes día tras día: "Este está siendo muy aplaudido todas las noches por la amplia concurrencia. Juan Breva está dando pruebas de la celebridad de que goza en toda España". Con los exitosos quince días en cartel de Juan Breva -empadronado durante un lustro en la ciudad a comienzos del siguiente siglo XX-, ponemos fin aquí a la primera parte de la fructífera existencia del céntrico y longevo Teatro rehabilitado por el arquitecto Ángel Jaramillo y (re)inaugurado en el ocaso del pasado milenio. En su interregno se sucedieron igualmente brillantes acontecimientos, pero ya motivo de otra crónica.

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