Crónicas desde la Ciudad

La Crónica Meridional

  • El 15 de marzo de 1860 varios mozalbetes vocearon en el Paseo del Príncipe Alfonso la venta del primer ejemplar de La Crónica Meridional, diario de la mañana fundado y dirigido por su propietario, Francisco Rueda López

SI es verdad que el roce genera cariño, todos los que de una manera u otra nos dedicamos a estudiar y divulgar la historia de Almería estamos enamorados de La Crónica Meridional. Del decimonónico y obligado referente de la prensa local, independiente del poder establecido y decidido defensor de los intereses provinciales que el próximo mes celebra siglo y medio desde que su nº 1 estuviese a disposición de los lectores, en una capital pequeña y con serias dificultades para comunicarse con los pueblos de su provincia y el resto de España. Una Almería con alto índice de analfabetismo, por lo que en sus inicios fue suficiente una tirada de 800 ejemplares diarios, salvo los lunes que no se editaba. Una cabecera periodística indisolublemente unida al nombre de Francisco Rueda López hasta que a su fallecimiento el 22 de julio de 1903 le sucedió su único hijo, Guillermo Rueda Gallurt; y desde el 21/11/1933 -fecha de su muerte- el hijo de éste y nieto del patriarca de la saga, Francisco Rueda Ferrer (a quien vemos en la fotografía con el abuelo). Neutral, moderador entre los otros dos influyentes creadores de opinión (La Independencia, portavoz católico, y El Radical, del republicano José Jesús García)" y fiel a sus principios fundacionales, el "diario liberal independiente y de intereses generales" se mantuvo puntual en los kioscos hasta que la guerra hizo inviable el proyecto empresarial y su vocación informativa.

De ahí el obligado homenaje que, al cumplirse su 150º aniversario, el Instituto de Estudios Almerienses tiene previsto en una jornada -aún sin cerrar su programación- que recuerde la efeméride. Esta incluiría conferencia, mesa redonda y exposición de portadas de distintas etapas y acontecimientos singulares.

Francisco Rueda López

De pobre y honrada familia, apuntan que nació en Tabernas, en 1834, dato que no es posible verificar dado que los libros de Bautismo parroquiales desaparecieron, lamentablemente, durante la incivil guerra del 36. No obstante, diversas anotaciones oficiales indican que fue en Almería capital (Padrones, Certificado de Defunción, Enterramiento, etc.). Lo que sí está fuera de toda duda es que no quedó huérfano de padre y madre a los 7 años. Su madre, María López, falleció anciana, antes de que publicase el periódico. Lo confirma colaborador, Antonio Brocca, y el propio interesado en el dolorido poema "El día de Difuntos. En la tumba de mi adorada madre" (Secretos de mi cartera, 1866). Esta, al quedar viuda, entró de criada en casa del rico propietario Martínez Almagro.

Si damos crédito al Cronista de la Ciudad, Francisco Jover (Revista de la Sociedad de Estudios Almerienses, 1911) lo prohijó el párroco de Santiago (entonces lo era Francisco Pérez); mientras que "su pariente, Andrés Gallurt, comerciante, lo acomodó de dependiente en su establecimiento (en la calle Mariana, añado)". Hombre, tan pariente como que fue su suegro; padre de Carmen Gallurt Albacete, su primera esposa. Está escrito igualmente que trabajó en unas canteras y en un tostador de café de la calle Mariana (probablemente se tratara del negocio de Gallurt). Lo cierto es que, por resumir, su ansia de saber le convirtió en un voraz lector, poseedor de una cultura muy superior a los jóvenes de familias burguesas de su edad.

Vistas sus aptitudes para las Letras, el citado Brocca lo recomendó a la imprenta de D. Vicente Duomovich, en la calle Las Tiendas. Al fallecer su primer maestro se trasladó con la viuda al nuevo emplazamiento de la Glorieta de San Pedro, local donde realmente se editaron los primeros ejemplares de La Crónica. Convencido Rueda López de la bondad de su proyecto, recabó la ayuda de distintos prohombres, logrando, no sin vencer resistencias, su confianza económica (y de originales para ser publicados) en lo que finalmente se convertiría en la obra soñada: un diario plural de información general.

Casado y con un hijo, Guillermo (de sus segundas nupcias con Encarnación García López no tuvo descendencia), aún sacó energías para participar en diversas Comisiones ciudadanas (Ferrocarril, Manicomio, Tienda Asilo) y satisfacer sus ansias literarias. Se le adjudican dos comedias jocosas: Los celos del Tío Calambres y No hay regla sin excepción; varios trabajos poéticos en Revista de Almería; un canto a Los Coloraos, "Oda a las gloriosas víctimas sacrificadas en 1824" y otra en 1862 "A SM. la reina Dª Isabel II en su viaje a la Ciudad de Almería" (precisamente él, un republicano convencido). Y, a mi juicio, su título más conseguido (dispongo de un ejemplar, releído varias veces), en el que además de ingenio muestra un espíritu alegre, irónico y sensible, dedicado al benefactor Francisco Javier de León y Bendicho: "Secretos de mi cartera (Imprenta LCM, 1866). Miscelánea curiosa, o sea, colección de poesías, cuentos, semblanzas, epigramas y otras cosas no desagradables. Última edición, porque no creo que se agote la primera". Y remata con un aviso a los navegantes: "Este libro es propiedad de su autor; lo da a la luz para que lo critique todo el que quiera, y si ha de tener algún valor, para que lo prohíba el Sr. Fiscal de imprenta. Perseguirá ante la ley (el Autor) al que sin su permiso lo reimprima, y al que sin leerlo, hable mal de la obra".

A los 69 años falleció Francisco Rueda López, el hombre modesto y laborioso; el empresario honesto ("sin recibir cargo ni investidura oficial alguna… sin recibir jamás mercedes ni honores como granjerías del oficio", se enorgullecía su hijo Guillermo), el periodista autodidacta. Una "lesión orgánica del corazón" finiquitó su existencia a las dos de la tarde del 22 de julio de 1903, siendo enterrado en la bóveda de su amigo y vecino José Ramón Eraso. Cinco días después el Ayuntamiento, en sesión plenaria, ordenó rotular con su nombre la primitiva calle de la Vega.

Prensa local

La segunda mitad del siglo XIX y primera del XX se distinguió por un inusitado número de cabeceras periodísticas, aunque bien es cierto que la mayoría gozaron de una muy efímera existencia: diarios, bisemanales, semanarios, quincenales, revistas, Boletines oficiales… la inmensa mayoría al servicio de partidos políticos. El Norte de Almería (1823) es el primero conocido, sucediéndole (que quede constancia física) otros diez más antes de que el 15 de marzo lo hiciese La Crónica Meridional. En total 76 años ininterrumpidos, hasta enero de 1937, y más de 26 mil números editados. Con redacción y talleres (tras la Imprenta de la Viuda de Duomovich, en la Glorieta) en el Paseo del Príncipe y en Reyes Católicos, esquina a La Crónica (hoy Padre Santaella), hasta su clausura. Con tres directores: padre, hijo y nieto.

Lamentablemente, están perdidos o se desconoce el paradero de los tomos correspondientes a los trece primeros años. A partir de 1874 ya sí disponemos de las colecciones completas. En papel (Biblioteca Pública Francisco Villaespesa, donados por la familia Rueda) o microfilmados y digitalizados (Biblioteca de la Diputación Provincial). Volveremos al tema tras el 150º aniversario.

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