Almería

Almería pierde 3 millones de metros cuadrados de playa

  • La erosión costera de los últimos 50 años ha provocado la desaparición de kilómetros de playa · El modelo agrícola y la presión constructiva han sido dos de las principales causas

La provincia de Almería ha perdido en los últimos 50 años la escalofriante cifra de tres millones de metros cuadrados de playas, que han sido devoradas literalemente por el mar, debido a una peligrosa conjunción de factores que ha pasado una cara factura al litoral almeriense. Entre ellos, el modelo constructivo imperante y la agricultura intensiva, que han provocado la desaparición de playas de gran belleza como la de Los Motores, en el mismo Cabo de Gata.

Son diversos los estudios que a lo largo de los últimos años han analizado la erosión costera en la provincia. El Grupo de Investigación de la Universidad de Almería Gestión Integrada del Territorio y Tecnología de la Información Espacial, en el que participa Alfonso Viciana Martínez-Lage, ha podido constatar a través de imágenes de satélite las alteraciones paisajísticas y ambientales desde 1957, año de referencia por la que se cree la primera toma de fotografías aéreas de Almería, el denominado vuelo americano de las Fuerzas del Aire de los Estados Unidos.

Los resultados comparativos ponen en evidencia el sacrificio de la riqueza medioambiental atesorada por Almería por un desarrollo socioeconómico sin consideraciones ecológicas que, paradójicamente, exige la tutela estatal, con aportaciones y recargas periódicas de arena artificial para poder conservar playas de uso turístico, sobre todo.

Los costosos planes de regeneración han aportado al litoral de 5 millones de metros cúbicos de arena, pero existe todavía un déficit de 15 millones, "imposible de suplantar", asegura Viciana Martínez-Lage, también autor del libro Erosión Costera en Almería. "La arena es cara y, además, no hay suficiente. Es el gran daño que ha ocasionado a las playas y sistemas de dunas como Punta Entinas-Sabinal", por lo que el investigador no duda al ahora de sentenciar "jaque mate al litoral".

Pero, ¿cuáles son las causas de esta regresión de la costa? El experto en la materia explica que es una concurrencia de factores. Por una parte, la eliminación los procesos naturales de abastecimiento natural del litoral, como los cauces de los ríos o las ramblas que, obstaculizados por los pantanos, impiden la aportación de áridos, cuando las playas se alimentan de sedimentos. Ejemplo de ello son los pantanos de Cuevas de Almanzora y del Río Adra que, según los estudios realizados, han reducido el 90% de sus aportaciones desde que fueran construidos.

En España, entorno al 87% de los cauces de los ríos están interrumpidos por presas. "Si las playas se nutren de sedimentos de los ríos y están obstaculizados en su mayoría, la playa no los recibe lo que provoca su regresión. Los pantanos son necesarios en Almería, pero tienen sus consecuencias". Fe de ello dan las playas del delta del río Adra o la playas de Quitapellejos y Palomares en Vera.

Otra de las causas de la erosión costera son las interferencias "gravísimas" en la distribución de esos sedimentos por la franja costera. "Una vez que llegan a los deltas, el oleaje los distribuye por la playa. Si introducimos en esos ríos paralelos a la línea de oleaje, diques, espigones y, sobre todo, puertos, provocamos un efecto barrera en la línea de costa, que ocasiona que determinadas zonas crezcan y otras se erosionen. No hay nada más que ver el puerto de Adra, el de Almerimar o Garrucha, puerto éste con playas turísticas, que necesitan estar permanentemente subsidiadas por los aportes de arena artificial", explica el investigador.

Otro factor mortal para la conservación de las playas es la eliminación de los sistemas de defensa natural, como las dunas, formadas por los fuertes oleajes, que luego vuelven de nuevo a las playas, o la posidonia oceánica, plantas que atenúan las fuerza de la ola, y cuyas hojas muertas sujetan, además, la arena de las orillas. También se ha interferido en los procesos eólicos con apantallamientos urbanos que interrumpen los flujos de aire favorecedores del intercambio entre la tierra y el mar. El 52% de la costa sedimentaria de la provincia está urbanizada y, por tanto, desprovista de la defensa natural de las dunas. Los paseos marítimos y las pantallas arquitectónicas se interponen en los transportes trasversales entre el mar y estas reservas de áridos. A este cóctel de regresión de la línea costera se suma el ascenso medio del nivel del mar, entre uno y tres milímetros al año, según los datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

En el caso de Almería, los expertos consideran la agricultura como el "causante de los mayores estragos", como se describe en la revista de estudios geográficos Paralelo 37º, publicada por el Instituto de Estudios Almerienses, que dedica su número 19 a El litoral de Almería.

La necesidad de sustrato provocó la extracción, desde 1957, de unos 20 millones metros cúbicos de área, en su mayor parte de playas y sistemas dunares. Esta práctica, antes auspiciada por la administración, que hasta bien avanzada la década de los 80 comercializaba con la arena a través de tasas agrícolas, es desde finales de dicha década una práctica ilegal, pero las secuelas aún hoy están variando la fisonomía del litoral. "Los invernaderos necesitan mantener la humedad del suelo y esa arena salió al cien por cien de la franja costera y de las dunas. Los efectos siguen hoy."

En el Paraje Natural de Punta Entinas se extrajeron más de 5 millones de metros cúbicos con la desaparición de 262 hectáreas de dunas. Otros espacios también masacrados por las extracciones de sacas de arena con el invernadero como destino han sido los deltas de los ríos Adra, Andarax y Almanzora, las cadenas de dunas de Cabo de Gata (ya protegidas), y playas del Poniente y de la Bahía de Almería.

A parte de las extracciones, muchos invernaderos han invadido zonas activas de playas y deltas formando el otro mar de plástico. De las 20 hectáreas de invernadero que Almería abrigaba en el año 1957, se ha pasado a una superficie de más de 27.000 hectáreas.

Los efectos de la agricultura intensiva también ha provocado "daños irreparables" sobre los acantilados que, además, han sufrido el impacto de las vías de comunicación, explanaciones o desmontes. Según las mediciones efectuadas sobre ortoimágenes, el 27,5% de la longitud acantilada de la costa almeriense estaba hace cinco años ya alterada por la acción del hombre. Sólo basta citar los acantilados de la Sierra del Calar y la Contraviesa, o los acantilados de El Cañarete.

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