José María Gil Tamayo. secretario general de la conferencia episcopal española

"En la polémica de la Mezquita de Córdoba hay mucho laicismo trasnochado"

  • Es el cura diocesano español que mejor se identifica con el papa Francisco. Considera que España no es un país intolerante con la jerarquía eclesiástica.

Es el rostro de los obispos españoles desde el pasado noviembre, el principal ejecutivo de la Conferencia Episcopal. Está considerado como uno de los mayores expertos que la Iglesia española tiene en materia de comunicación, la que para muchos sigue siendo la eterna asignatura pendiente de la institución más antigua de la Historia. José María Gil Tamayo (Zalamea de la Serena, Badajoz, 1957) vivió in situ los días del último cónclave en Roma, lo que contribuye aún más a que sea visto como uno de los sacerdotes que mejor representa la línea de renovación que pretende marcar el papa Francisco. El rosario de cargos que mantiene lo revelan como un cura que huele a oveja y que se sabe manejar con los periodistas. Es cura de parroquia y periodista de carrera y ejercicio desde hace veinte años. Es un presbítero diocesano que forma parte de la Sociedad de la Santa Cruz, vinculada al Opus Dei; curtido en la comarca extremeña de la Serena y en los pasillos de la curia romana, canónigo de la catedral de Badajoz, colaborador, impulsor y miembro del consejo de administración de la Cope. Su imagen se proyectó al mundo entero al encargarle Federico Lombardi, director de la Sala Stampa, la portavocía en español. Puede presumir de haber estado dentro de la Capilla Sixtina durante la jura de los cardenales hasta que el ceremoniero entonó el protocolario extra omnes (fuera todos).

-Dígame su opinión sobre las principales labores que debe afrontar ya la Conferencia Episcopal Española.

-La principal y permanente tarea que tiene encomendada la Iglesia en España y en cualquier parte del mundo es la de la evangelización. En cuanto a las prioridades, el Papa ha indicado tres concretas a los obispos españoles en la reciente visita ad limina de forma expresa: atención a la familia, la promoción de las vocaciones sacerdotales y el cuidado y cercanía de los más pobres. Mostrando siempre, en definitiva, el rostro de una Iglesia amable.

-¿Cuál es el asunto que más preocupa ahora mismo a los obispos españoles que requiera de una labor urgente del comité ejecutivo?

-El comité ejecutivo sigue de manera más inmediata la tarea de la Conferencia Episcopal y en estos momentos está empeñada, además de en reavivar la transmisión de la fe en nuestro pueblo, en llevar a cabo en nuestra realidad concreta de España los objetivos de renovación y conversión pastoral que el papa Francisco propone a la Iglesia como programáticos en su exhortación pastoral Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio).

-¿Cuál es su visión de las necesidades, problemas y retos de la Iglesia en Andalucía?

-Mi visión es muy positiva ya que la conozco de manera directa por sus obispos y sacerdotes, y por el tiempo que he pasado en algunas de sus provincias. Me estrené de cura hace más de tres décadas en el Campo de Gibraltar donde estuve un año, y después he estado destinado en parroquias de Badajoz, limítrofes con pueblos de Córdoba. Destaco su alegría vital, su amor a la Santísima Virgen, su sensibilidad religiosa que da vida a su piedad popular que hunde sus raíces en una visión cristiana de la existencia. Creo que esta impronta de fe es, acompañada de formación cristiana, de compromiso testimonial y de unión con sus pastores, uno de los grandes potenciales evangelizadores de la Iglesia en Andalucía que ha de vertebrar al mismo tiempo no sólo su religiosidad, sino también su vida social. La Iglesia tiene vocación de calle y no de sacristía. Quiere estar con la gente y eso se nota en Andalucía.

-¿Cree necesario algún posible cambio de los acuerdos Iglesia-Estado en materia de financiación de la Iglesia?

-No. Los Acuerdos Iglesia-Estado son desde 1979 un magnífico marco legal que, en concordancia con la aconfesionalidad de nuestra Constitución, están sirviendo eficazmente a una adecuada relación entre la Iglesia y el Estado en un espíritu de colaboración e independencia. Y en lo que se refiere a la financiación de la Iglesia, ésta se encuentra cada vez más en manos de los fieles y de los ciudadanos -creyentes o no- que deciden cada año con libertad elegir a la Iglesia católica en su declaración del IRPF como beneficiaria de su asignación tributaria por su labor espiritual, benéfica o social. El Estado no financia a la Iglesia, es sólo un mero intermediario entre la decisión de los contribuyentes y la Iglesia, como lo es también con respecto a las organizaciones beneficiarias de la asignación a los fines sociales.

-¿Qué novedades puede aportar el perfil de monseñor Blázquez al gobierno de la Conferencia Episcopal?

-Pienso que el respaldo de los obispos que le han elegido evidencia que su sencillez, su sabiduría teológica y su experiencia pastoral serán un gran aporte para su tarea en la Conferencia Episcopal.

-¿Es posible valorar económicamente la labor social que hace la Iglesia en España y que, por lo tanto, le ahorra a las arcas del Estado?

-Hay una tarea fundamentalmente espiritual que no es cuantificable en términos económicos, pero sí contribuye grandemente no sólo al fin salvífico de la Iglesia, sino también a la construcción social, a la convivencia ciudadana, a la solidaridad, a la cohesión familiar, a la cultura, etcétera. Dicho esto, también es posible establecer el impacto económico benéfico que supone para el Estado y la sociedad en general la actividad de la Iglesia. Lo damos a conocer cada año de forma auditada en la Memoria Justificativa de Actividades de la Iglesia Católica. En el año 2011 las actividades ofrecidas por la Iglesia suponen la puesta en acto de una extraordinaria conjunción de recursos humanos y materiales, que de ser contratadas en el mercado, supondría un importe de 1.957 millones de euros. Más de 49 millones de horas anuales se dedican anualmente a la actividad pastoral por sacerdotes, seglares y voluntarios. Sólo en el campo de la enseñanza, los 2.465 centros católicos concertados suponen un ahorro al Estado de cuatro millones de euros. En actividad social y asistencial Cáritas y Manos Unidas destinaron en 2011 más de 302,5 millones de euros a los más pobres. Esto es predicar y dar trigo.

-¿Es previsible un viaje del papa Francisco a España? ¿En qué fecha sería y con qué motivo?

-Es posible y lo deseamos vivamente. Hay un buen motivo para ello en el año 2015 al cumplirse el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús.

-¿Se entiende necesariamente mejor la Iglesia con un Gobierno conservador (PP) que con uno progresista (PSOE)?

-La Iglesia hace todo lo posible por un buen entendimiento con el Gobierno que han elegido los ciudadanos, sea el que sea, buscando siempre con independencia la colaboración en bien de los ciudadanos que en España son en su mayoría católicos.

-En Andalucía se vive muy de cerca el gran problema de la entrada masiva de inmigrantes. ¿Qué puede decir la Iglesia española ante este fenómeno?

-El fenómeno de la inmigración es muy complejo y a la vez dramático y exige la cooperación de toda la clase política y de la ciudadanía por encima de intereses particulares. No basta con las políticas de contención en las fronteras, aunque hay que impedir la actuación de las mafias. Hay que ir más lejos ayudando a crear en los países de origen de los inmigrantes estructuras justas que respeten los derechos humanos y generen bienestar para que no tengan que emigrar. Además, hay que preocuparse por el día después de pasar la frontera a España, buscando la integración de los inmigrantes en la sociedad ya que son un aporte y no un peligro. La Unión Europea ha de implicarse más en la solución de este grave problema humano.

-El uso y titularidad de la Mezquita-Catedral de Córdoba es un tema de actualidad. ¿Cree que la reciente propuesta hay anticlericalismo, quizás alguna suerte de ataque encubierto a la Iglesia? ¿Le ha decepcionado que la presidenta de la Junta de Andalucía sea proclive a abrir el debate del uso compartido?

-El obispo y el Cabildo Catedral de Córdoba han hablado muy claro. Personalmente pienso que es una polémica de una fuerte carga ideológica con ingredientes de laicismo trasnochado y populismo que ni respeta la historia ni la libertad religiosa. Venir ahora en el siglo XXI con una desamortización decimonónica encubierta es haberse equivocado de época y de pueblo. Con respecto a la segunda cuestión estoy seguro que hay problemas reales en Andalucía que exigen más la atención de la Administración regional.

-¿Cuáles son las claves para que la Iglesia comunique bien su mensaje? ¿En qué se ha fallado en el caso de España para que el cardenal Rouco haya recibido tantas críticas, muchas de ellas al borde de la caricatura?

-En mi opinión la clave está en la coherencia entre la identidad de la Iglesia y la imagen que de ella demos a través de los medios de comunicación para que la perciba el público. En otras palabras: trabajar para hacer llegar la vida real de la Iglesia a la gente, la de tanta gente buena entregada a los demás. Con respecto al cardenal Rouco, el paso del tiempo y la superación de prejuicios y tópicos nos darán la justa perspectiva para percibir su gran entrega al servicio de la Iglesia.

-¿Es España un país intolerante con la jerarquía eclesiástica?

-Pienso que no. Basta acercarse a las parroquias de los pueblos y de las barriadas y ver cómo la gente quiere a sus curas.

-¿Está de acuerdo con quienes afirman que mucha gente pasaría hambre en España si no fuera por la Iglesia?

-No sé si hambre, pero sí es verdad que la Iglesia a través de las parroquias, de los religiosos y religiosas, y, sobre todo, de Cáritas está ayudando en la crisis económica de forma heroica con sus voluntarios y recursos a muchas personas y familias necesitadas. A los pobres siempre les queda la Iglesia, que nunca les va a fallar.

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