Andalucía

Rafael Hernando Un radical atemperado

  • El nuevo portavoz del PP en el Congreso, natural de Guadalajara, es diputado cunero por la provincia de Almería desde hace 21 años

Rafael Hernando Fraile (Guadalajara, 1961) es un pata negra del PP. Con una dilatada trayectoria política a sus espaldas -ya fue portavoz del partido en la época de José María Aznar-, ha destacado siempre por sus posiciones radicales, pero atemperadas con el paso de los años y las legislaturas (lleva 21 años como diputado por Almería y cuatro de senador por la provincia de la Alcarria). El nuevo portavoz popular en el Congreso ha protagonizado en este tiempo numerosas polémicas con la oposición (célebre su encontronazo con Alfredo Pérez Rubalcaba), con las familias por la nutrición de los niños e, incluso, con las víctimas del franquismo. Su elección parece apuntar a que Mariano Rajoy ha buscado un perfil combativo para la etapa electoral que se avecina. Para los que pedían más políticos y menos técnicos, Rafael Hernando es perfecto.

Su biografía dice que su vocación política se despertó con apenas 16 años a la sombra de Manuel Fraga, cuando estudiaba en un céntrico colegio religioso de Guadalajara. El diputado por Almería lleva puesto el traje de político las 24 horas. De aquella época queda su enfrentamiento con el entonces presidente del PP y de la Diputación en la provincia de Guadalajara, Francisco Tomey, un hombre histórico del que fuera presidente de la Xunta de Galicia. Fue esa disputa la que daría a Hernando un gran caché, aunque para ello tuviera que emigrar de su provincia de nacimiento por sus malas relaciones con Tomey en las elecciones generales de 1993, y porque los puestos de salida ya estaban copados con dirigentes más relevantes. En aquellas elecciones, donde Aznar creyó haber ganado frente a Felipe González pero que perdió, Rafa, como es conocido entre sus amigos, recaló como diputado nacional cunero en Almería, destino que ya nunca ha abandonado y donde seguirá, a buen seguro, como cabeza de lista al Congreso en las legislativas de 2016.

Azote del PP contra el último Gobierno de Felipe González, destacó por sus ácidas críticas sobre dirigentes socialistas en general, y en particular contra Alfredo Pérez Rubalcaba, entonces portavoz del Gobierno socialista. Algo desgarbado en la forma de andar, más chulo que nadie, el diputado por Almería siempre ha tenido como virtud su gran valor. Ya se lo echó al enfrentarse con el correoso dirigente socialista. Fue precisamente Hernando el que inventó el término "comando Rubalcaba" que los dirigentes populares usaron antes de su llegada al poder en 1996 para denostar los supuestos intentos manipuladores del entonces portavoz del Gobierno de Felipe. No se cortó con José Borrell, al que acusó de ser "el principal encubridor" del caso de las comisiones ilegales del AVE porque no se creó en el Congreso una comisión de investigación. Denunciado por sus palabras, el juez estimó que formaba parte de la crítica política.

En este momento, en el que en el PP casi todo se mide como victoria o derrota de los cercanos a Sáenz de Santamaría, los llamados sorayos, o los que están más próximos a María Dolores de Cospedal, la secretaria general del partido, la elección de Hernando como portavoz se puede entender como una especie de decisión salomónica, porque no esta muy identificado con ninguno de los dos bandos y es un histórico de la casa, que ha logrado mantenerse en primera fila con el aznarismo, más tarde con el zaplanismo, después con el sorayismo y en los últimos tres años en el equipo de Alfonso Alonso.

Desde el triunfo, el diputado alcarreño afincado en Almería, siempre ha tenido fácil alcanzar la meta. Casi se desliza por un trineo, en suave pendiente, y hasta tiene la oportunidad de lucirse. Desde la derrota, cualquier obstáculo, por pequeño que sea, lo convierte en un Everest que trata de ascender.

Rafa ha vivido los dos estadíos y en ambos se ha desenvuelto a la perfección. Hizo oposición siendo un pipiolo recién llegado a Almería, cuando Manuel Arqueros era el gran prócer del PP en esta provincia y esta fuerza política estaba reducida a su mínima expresión. Saboreó la miel de la victoria en las dos legislaturas en las que Aznar fue presidente del Gobierno, alcanzando la portavocía que ahora recupera. Allí, en la cima, mantuvo la serenidad, sin excesos ni alardes de superioridad. El PP perdió las elecciones y el diputado almeriense, no en vano lleva 21 años siendo elegido por esta circunscripción, bajó de nuevo a la tierra e inició una nueva etapa de oposición, en defensa de los intereses de Almería y de los de su partido.

Alto, delgado, flequillo revuelto, casi siempre con zapatos castellanos, vaquero y chaqueta, Hernando es hoy un almeriense más. Soportó con estoicismo las acusaciones de cunero que el PSOE usó a veces en su contra y las de diputado de fin de semana. Ambas pruebas las superó con éxito. Aunque nunca ha estado hundido, si es cierto que emerge con fuerza, cual ave fénix una y otra vez en la reivindicación de las infraestructuras que la provincia de Almería aún necesita. No tiene horarios, y seguro que tampoco fecha en el calendario, para viajar por la provincia, conocer los problemas y arremangarse en la defensa de los proyectos de agua, agricultura, carreteras, ferrocarriles o conexiones aéreas, sin olvidar la agricultura.

Se las ha tenido tiesas con los socialistas en el Congreso y en la provincia de Almería. Algunos de los rifirrafes han sido memorables, aunque las aguas nunca han llegado al río. Aquí en Almería famosos fueron sus enfrentamientos, algunos subidos de tono, con el ex secretario general del PSOE provincial Martín Soler, aunque el objetivo último siempre era el mismo: el regreso del PP al Gobierno de la nación.

Ahora, estrenando portavocía en el Congreso, el dirigente popular se ha convertido en el hombre tranquilo, en aquel que sabe no las tiene casi todas consigo para que su partido recupere parte de lo perdido en tres años de Gobierno. Y en eso está. Enfrascado en una campaña serena, casi plana, a la espera que la fruta madure del todo para pasarse a recogerla.

Mucho más atemperado hoy que ayer, conoce muy bien la actividad parlamentaria porque lleva toda una vida en política. Tiempo para darle una sobrada experiencia para el cargo. Su gran reto será conservar esa imagen de pacto que ha intentado preservar su predecesor, el actual ministro de Sanidad Alfonso Alonso.

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