Nativel Preciado. Periodista y escritora

"Los periodistas somos carne de cañón o figuras épicas, pero normales nunca"

  • La autora publica 'Canta sólo para mí', historia de amor, canto a la juventud y homenaje a su generación, la que pilotó la Transición, con el que ganó el Premio Fernando Lara de Novela.

En un trabajo entre su propia memoria personal y la colectiva, Nativel Preciado se propuso contar "esa época que es un poco oscura todavía", los años finales del franquismo, en los que precisamente por estar dando ya sus "últimos coletazos" la dictadura "se enconó mucho más en la represión". "La gente que no lo vivió se pregunta hoy cómo era aquello, no se imaginan la vida cotidiana en aquel tiempo, y puede que piensen que en esa situación histórica todo era triste, siniestro, gris y muy sórdido... Pero no, y eso es lo que yo quería contar: que a pesar de todo, la libertad explota, que mucha gente tenía vidas que rompían todas las normas, y que no hay dictadura que pueda acabar con esas ansias de libertad, sobre todo de la juventud", explica esta veterana periodista y escritora que se inició en la profesión en los años 70, primero en el diario Madrid y más tarde en Abc o la revista Interviú, y ese es el ambiente que se respira en Canta sólo para mí (Planeta), la obra con la que la autora (Madrid, 1948) ganó la última edición del Premio Fernando Lara de Novela.

Lo que el lector encontrará en el libro es la "historia de un amor muy tórrido, uno que rompe todos los moldes y las prohibiciones de la época": el de Muriel, una joven y entusiasta fotorreportera que se enamora ciegamente, valga la redundancia, de Tanis, un experimentado y prestigioso redactor que trabaja, como ella, en El Hispano, un periódico de referencia en los años del tardofranquismo. "Siempre hay grietas, hasta en las dictaduras. De las grietas de las piedras surgen incluso las flores", insiste Preciado, que en su novela lanza una mirada tanto a los "amores tóxicos" de juventud -cuando, más que nunca, nadie escarmienta en cabeza ajena, acudiendo al conocido proverbio- como a aquella época, en un relato que tiene mucho también de retrato de su generación.

"Precisamente por eso, se me ocurrió la idea de que en la novela hubiera una reportera gráfica, porque mira la sociedad a través del objetivo, y un periodista, porque es lo mejor manera de contar la crónica de aquella época ya que nosotros -dice la autora sobre los periodistas- somos los que damos fe de cómo son las cosas en determinados momentos históricos. A través de estos personajes de ficción voy entrando en muchas realidades y en muchos hechos históricos que están perfectamente documentados; lo que quiero decir es que hay una parte de la novela que es real pero no sólo hay recuerdos personales en ella".

Afirma la periodista y escritora que trató de estar muy en guardia ante los "recuerdos épicos" al volver la vista atrás para recrear esos primeros tiempos en el periodismo y el aire de la época durante su juventud. "El periodismo ha sido retratado por la literatura y el cine de muchas maneras. Muy canalla en las películas de Billy Wilder; como muertos de hambre y carroñeros, en el cine negro; de forma muy épica, en El año que vivimos peligrosamente o en Todos los hombres del presidente... En fin, parece que somos carne de cañón o figuras dignas de estatuas, pero el caso es que nunca nos retratan con mucha normalidad, no...", dice sonriendo. En Canta sólo para mí hay un personaje, Malik, hijo de la protagonista, también él periodista, que en el futuro, en nuestros días, tratará de reconstruir la vida de su madre para tratar de arrojar luz sobre algunas zonas de sombra que no acaba de entender. Y es él, dice Preciado, su personaje favorito de esta novela: "Cuando le empiezan a contar batallitas de manera enfática, porque los recuerdos, la nostalgia y la melancolía te suelen llevar a ese tono y a engrandecer determinadas cosas, él siempre se las compone para poner las cosas en su sitio y mirar con objetividad lo que le cuentan, tiene ese sentido crítico, esa distancia y esa ecuanimidad... Ese personaje me gusta mucho porque es un símbolo de lo que yo siempre trato de hacer, en la vida, en la profesión y en la literatura: tratar de encontrar el justo medio en todas las cosas, una utopía, en fin, pero bueno, intento al menos acercarme a eso".

Desde la "perspectiva" que ella misma asegura tener, el periodismo de nuestros días lo ve "muy tocado". "Por nuestros propios errores profesionales, que han sido muchos, por la crisis económica, que nos ha golpeado de una manera brutal, y por esa otra crisis causada por las nuevas tecnologías que no sabemos aún dónde nos van a llevar pero que por lo pronto nos han desmontado casi la práctica de la profesión. A pesar de todo eso, y de que ahora un periodista no es una persona respetable a ojos de la sociedad, yo seguiré defendiendo siempre esta profesión porque sigue habiendo héroes. Hay mucha gente que por contar lo que ocurre en su entorno se la juega, se la juega de verdad, y sin periodismo una democracia está muy incompleta", afirma. Entre esos "errores propios" de un mundillo poco dado a la autocrítica y bastante a la autocomplacencia, "hay varios", dice. "Uno de ellos, sin duda, es el haber mezclado géneros periodísticos. En otros países están mucho más diferenciadas la prensa rosa, la amarilla y la generalista, pero aquí todo eso lo hemos confundido y eso es algo que nos ha hecho mucho daño".

Preciado lleva tiempo abonada a las conferencias, a las colaboraciones selectas y a las novelas de las que se venden, pero los años de la Transición los vivió en primera línea. "Entonces se acababa una época, casi 40 años de dictadura, y había mucha incertidumbre porque estaba todo por construir, pero por eso mismo era una etapa llena de esperanzas. Ahora estamos saliendo de otra larga historia, 39 años de reinado de Juan Carlos I, y a la generación de la Constitución se le está pidiendo un relevo, la gente joven exige todo lo que de alguna manera les han secuestrado. Y quieren que abdique... todo el mundo -se ríe-. Y creo que ese cambio que piden se producirá en muy poco tiempo. A mí me parece, sinceramente, que en la Transición se hizo todo lo que se pudo, y luego empezó otra historia, en la que todas las conquistas y los derechos que se ganaron se han ido desvirtuando y en algunos casos perdiendo, como los derechos laborales o de las mujeres. Quién podría negar que el deterioro de la vida pública es evidente...".

En cualquier caso, ella es "optimista". "Primero porque he estudiado la historia y, segundo, porque la he vivido. Y sé que de las crisis siempre se sale hacia adelante; hay momentos en los que da la impresión de que vamos hacia el abismo, pero no, se sale siempre. Lo que ocurre es que cada generación tiene retos nuevos, esa es la esencia de la vida y de la historia, cuando se superan unos aparecen otros".

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