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A la imagen y semejanza de Gabriel Jiménez Callejón

  • La figura del colegiado que pitó la final de Barcelona'92 hizo trencilla a Rafael Godoy, al que le daba clases de Historia en La Salle · Fueron pareja arbitral 3 años

Después de veintiocho años como árbitro de voleibol, los méritos de Rafael Godoy son para tenerlos muy en cuenta: colegiado desde 1983, asciende a Nacional A en 1999 y es internacional desde 2002. Ha pitado 275 partidos en Superliga, 3 fases finales de Copa del Rey y 4 de Copa de la Reina, 2 finales de Copa y otras tantas de Liga, 90 partidos internacionales, 5 temporadas en Liga de Campeones, una fase final del Europa Youth Masculino, otra del Campeonato de Europa Sénior Masculino y una final a cuatro de la Copa CEV. Además, es árbitro nacional desde 1998 de voley playa y profesor de Reglas de Juego del Curso Nacional de Entrenadores.

Con estos números, cualquiera podría pensarse que la fama se le subiría a la cabeza. Nada más lejos de la realidad. "Mi mejor recuerdo es una final de un Campeonato de Andalucía cadete masculino que pitamos en El Ejido. La gente puede creerse que después de tantos años en la cumbre, sólo te quedas con los partidos grandes, pero en mi caso no es así", comenta durante la entrevista en la que destaca que ser internacional es sólo un paso más en la carrera de cualquier árbitro: "Ser internacional no es un objetivo que nos ponemos. Para mí no es más gratificante ni mejor que otros ascensos. De hecho, recuerdo y valoro con la misma importancia el paso a territorial que a internacional".

Esa humildad con la que afronta la vida arbitral Rafa está en su naturaleza. Y es que este almeriense se hizo árbitro y profesor de Historia por un maestro que tuvo, curiosamente de la misma asignatura, en La Salle. "Gabriel Jiménez Callejón, árbitro internacional y encargado de pitar la final olímpica de Barcelona'92, fue profesor mío de 1º de BUP a COU. Él nos hablaba de sus experiencias internacionales. En una ocasión hacían falta colegiados para pitar la Competición de Colegios Privados y nos seleccionó a unos cuantos porque no hacía falta licencia. Me motivé y al poco, hice el curso de árbitros. Cuando ascendí en 1999 a Nacional A, estuve tres años pitando con Gabriel antes de que se retirara", recuerda con una sonrisa.

Además de colegiado, Rafa es docente tanto en un colegio como para la Federación. Por eso, los nuevos árbitros que salen de Almería pasan por sus manos. "En los últimos quince años, he dado los cursos de arbitraje en Almería. Todos los nuevos trencillas han sido alumnos míos", apunta con el deseo de que su hija tenga en el futuro la misma pasión por el deporte que él siente. "Sí que me gustaría que mi hija, que aún es muy chica, practicara alguna modalidad deportiva. El deporte forma parte de mi vida desde que nací", dice.

Como árbitro que es, Rafa está acostumbrado a recibir la presión de los aficionados. "Forma parte del espectáculo", apunta con deportividad. Precisamente una de las anécdotas que recuerda trata de eso. "Pité una final infantil femenino en Olvera [Cádiz]. Al equipo visitante, El Puerto, le hacía falta un set para ser campeón y ganó el primero. Le dije a una jugadora que si sabían que ya eran campeonas y el entrenador me dijo que sí. Olvera remontó, ganó 3-1 y aprovechamos para escapar mientras la afición lo celebraba, creyéndose que Olvera se había proclamado vencedor", termina.

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