Sólo por su capacidad de superación y por el orgullo con el que luce el nombre de Almería, José Manuel Marín Rodríguez merece disfrutar de sus terceros Juegos Paralímpicos. Le ha costado dinero y, sobre todo, mucho sacrificio, pero el fruto de su trabajo lo obtendrá a partir del próximo 29 de agosto, cuando el roquetero nacido en Adra vuelva a zambullirse en el espíritu que sólo los deportistas olímpicos tienen el honor de sentir.

Como si de un puzzle se tratara, José Manuel monta a bordo de su silla de ruedas [es parapléjico por lo que competirá en categoría W2, tiro en silla de ruedas con arcorecurvo] su arco con una facilidad pasmosa. Un ritual que hace con tranquilidad y mucha confianza en cada campeonato y que, por supuesto, repitió en el Open Internacional de Stoke Mandevilla, donde logró el primer puesto que le dio a España la plaza en su categoría.

Injustamente, después tuvo que superar dos clasificatorios en Madrid para ser él quien estuviera en los Paralímpicos. La plaza la logró él y la Federación le dio opción a otros a que se la arrebataran. Pero el deporte fue justo y José Manuel demostró ser el mejor. Superó la mínima y Londres le espera con los brazos abiertos.

"Es una experiencia fantástica. En Atenas tuve nervios, pero en Pekín logramos un diploma olímpico. Estamos trabajando muy duro [irá acompañado de Carmen Rubio y Guillermo Rodríguez en compuesto femenino y masculino respectivamente, así como de Irenes Cuesta, seleccionadora] y creo que la progresión es buena. Está claro que si un deportista no sueña con una medalla es que no tiene aspiraciones". Toda Almería estará en verano con él.