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"Al atletismo nos han echado de todos los lados"

  • Emilio Campra Bonillo (14-04-1922, Almería) sigue ejerciendo a sus 90 años como entrenador personal de atletismo en las instalaciones del Estadio de La Juventud que lleva su nombre

Emilio Campra Bonillo ha sido y es una de las personas más influyentes en el atletismo ya no solo almeriense sino nacional. A sus 90 años, este hombre peculiar que también ha sido submarinista, campeón español de piragüismo y entrenador de fútbol sigue ejerciendo como preparador de atletismo en el Estadio de La Juventud que lleva su nombre y dando clases magistrales sobre técnicas atléticas.

-¿Cómo era Emilio Campra como atleta?

-Teníamos un equipo para participar en todas las competiciones. Almería ganaba en todos lados. Yo fui atleta en el año 42 y me malogré por una lesión de rodilla. Iba como favorito indiscutible al Campeonato de Europa, como abanderado de España, pero tuve la desgracia de la lesión, me inyectaron y me pilló una hepatitis. Yo he sido campeón de España de 400 y 800 metros y la mejor marca que se hizo en el año 42. Luego me quedé bien y seguí haciendo deporte, aunque me dediqué a ser entrenador.

-Como entrenador, al margen del medio fondo, también empezó a entrenar en otras disciplinas.

-Lo que pasa es que dominé todas las prácticas del atletismo. Aquí se hizo la Escuela Nacional de Entrenadores, con un italiano, Giobanni Battista Moba, y nos llamaron a atletas destacados para ser entrenadores nacionales con él. Desde el primer curso él se quedó encantado conmigo como alumno y ya en el segundo daba yo las clases a mis propios compañeros. Yo daba la carrera, la salida, las vallas, los cuatro saltos, los lanzamientos... y estuve 16 años de entrenador único en la Escuela Nacional de Entrenadores, yendo todos los años a Madrid a dar los cursos. Querían llevarme a Madrid pero yo no quise. A mí de Almería no me sacaba nadie.

-¿Por qué no quería salir?

-Yo quiero el mar. Hacía pesca submarina, buceo, soy instructor nacional de escafandrismo. Me he criado en el mar y en el mar tengo que estar. Tampoco me gusta la vida de Madrid. Pero lo que son cursos sí he dado en toda España.

-¿Cuántos campeones tuvo?

-Ya no me acuerdo mucho, pero sí hubo bastantes de aquí de Almería. Los más destacados que siempre me acuerdo pronto son Soriano, Fernández Ortiz, o mi hermano Paco, que estuvo diez años seguidos siendo campeón de España. Hubo más, como Fernández Capel, Cumella, Mata... y mujeres muchas, Isabelita con mi hija fueron juntas, la una ganaba en una categoría y la otra en otra. Lo que pasa es que tengo una metodología que son los cuatro mandamientos básicos del atleta, que son impulsar, elevar el muslo, la frecuencia y mantener la posición, y la gente que venía conmigo se quedaba encantada. Cuando ya me jubilé de la Escuela yo llevaba la carrera, las vallas y la marcha, ya había conseguido que hubiera otros entrenadores especializados en otras de las disciplinas.

-¿Cuándo se jubiló de la Escuela?

-Me jubilaron más que jubilarme yo. Tendría ya 70 y tantos años. En carrera me sustituyeron uno para la salida, otro para la velocidad, otro para el medio fondo y otro para fondo. Cuatro profesores distintos. Y volvían locos a los alumnos porque cada uno decía cosas distintas. No hay nada más que una técnica de carrera y es la misma para todo.

-¿Qué es el estilo Campra?

-Es otro detalle. Cuando lo dí a conocer de una manera modesta para ensayarlo y ver si era válido, hubo quien tuvo envidia y pensaba que un entrenador que no era de Madrid no podía haber inventado eso y empezó a desvalorizarlo. Gente que lo había probado había dicho que había lanzado más. Es mejor que la técnica O'Brien y que la circular. En la O'Brien se salta a la pata coja y el atleta pesa más. En mi técnica basculo y salto de una pierna a la otra y me quedo mejor. Así, el lanzador y el peso pesan menos y se llega con más posibilidad de lanzar y con un recorrido mayor. Lo único que le faltó a la técnica entonces fue tener un lanzador de 20 metros. Ya en la actualidad sí los han pasado con mi técnica varios atletas.

-Hablaba antes de que hacía pesca submarina y buceo... ¿también piragüismo? ¿Cómo llegó a ser campeón de España en este deporte?

-Estuvimos (risas) en Avilés y yo iba en el equipo de atletismo. Por la mañana íbamos paseando por las rías y vimos juventudes con las piraguas y allí nos fuimos. Dijimos que éramos del equipo de remo de Almería. Ya teníamos que dar la cara sí o sí. Salimos en K-1 y quedé primero con el récord de España. Ganamos también en K-4. En K-2 partí el remo y llegué también primero, pero nos descalificaron.

-Y también fue entrenador de fútbol...

-Empecé como preparador físico y por los malos resultados echaron al entrenador al acabar la primera vuelta. Me pusieron a mí a entrenar mientras llegaba uno nuevo pero quise quedarme hasta el final. Ganamos 17 partidos seguidos.

-Ha criticado duramente la decisión de que en el Estadio de los Juegos Mediterráneos se hayan instalado las gradas supletorias...

-Es la cosa más absurda que he visto y que todavía no la comprendo. No se puede destruir un deporte para que otro se beneficie, para que unos cuantos señores se acerquen más y se dice que así se hace más presión a los jugadores y árbitros. Es una falta de solidaridad de un deporte hacia otro, un egoísmo tremendo. Una ciudad sin Estadio entra en el tercermundismo deportivo. Ya no se puede ofrecer el Estadio para unos Juegos o campeonatos o para que equipos extranjeros vengan a entrenar. En esa curva están los saltos de pértiga, altura, los pasillos para el lanzamiento de jabalina... dejas el Estadio inservible. Cuando estén más cerca se van a aburrir porque no se ve bien. Más lejos y en alto se ve con más perspectiva. Yo me considero deportista de fútbol y gozo más que nadie viendo fútbol, pero quien pide eso son fanáticos. Pasó igual con este estadio (el de La Juventud). Se empeñaron en poner césped artificial y la consecuencia es que no se pueden hacer lanzamientos. Ya no es un estadio homologado para hacer competiciones. Nos han echado de todos lados y así tenemos ahora el atletismo que tenemos.

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